Los 10 Derechos Universales del Café

Academia de Artes y Ciencias del Café.

1. Derecho a la pureza del origen.

Ningún café debe ser adulterado ni disfrazado; el grano merece ser conocido y respetado en su identidad de finca, región y variedad.

2. Derecho a la cosecha digna.

Cada grano debe ser recogido en su punto exacto de maduración; la prisa y la negligencia son crímenes contra su esencia.

3. Derecho al tostado perfecto.

El café tiene derecho a un fuego justo, que resalte sus notas y no las queme ni las esconda. Ni carbón, ni crudo: equilibrio y maestría.

4. Derecho a la molienda precisa.

Cada método exige su textura, y todo café merece la molienda exacta que lo libere, no que lo asesine en la torpeza.

5. Derecho al agua limpia.

El café no debe mezclarse jamás con aguas sucias, duras o cloradas; solo la pureza líquida le permite hablar con claridad.

6. Derecho al barista verdadero.

El café merece manos sabias, no improvisadas. Solo la técnica, la disciplina y la pasión legitiman a quien lo prepara.

7. Derecho a la experiencia plena.

El café no se reduce a la cafeína: es aroma, cuerpo, sabor, temperatura, memoria y cultura. Nada menos que eso.

8. Derecho a la dignidad del productor.

El trabajo del caficultor debe ser reconocido y pagado con justicia; sin él, no hay café de verdad.

9. Derecho al respeto en la taza.

El café no es accesorio ni capricho de moda; es un patrimonio cultural que merece ritual, pausa y contemplación.

10. Derecho a la libertad de ser arte.

El café trasciende lo cotidiano: puede ser ciencia, puede ser alquimia, puede ser poesía. Cada taza debe aspirar a esa grandeza.

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