¿Fuiste un covidiota? Aquí tus pendientes…

Manuel García Estrada

La mediocridad más corrosiva no viene del que odia, sino del que obedece. El servilismo dócil, esa actitud cobarde de quien agacha la cabeza sin cuestionar, ha sido la enfermedad que nos arrastra a la ruina como sociedad. No fueron los tiranos quienes necesitaron disparar una bala para someter al mundo en 2020: fueron los corderos voluntarios los que entregaron la libertad en bandeja de plata al terrorismo mediático. Sí, hablo del circo del COVID, de ese negocio monumental disfrazado de pandemia, donde millones de mentes anestesiadas se sometieron a la manipulación más burda de la historia moderna.

¿No lo viste? ¿No lo entendiste? Te encerraron, te arrebataron tu derecho a trabajar, a respirar libre, a convivir, y tú aplaudiste. Te dijeron que era “por tu bien” y corriste como esclavo a repetir las consignas. No fuiste víctima: fuiste cómplice. Porque los verdugos siempre han existido, pero el verdadero crimen es la docilidad de las masas que prefieren obedecer antes que pensar.

El problema no es que exista un poder que manipula, eso es tan viejo como la historia humana. El verdadero cáncer es la cobardía del ciudadano mediocre que se arrodilla ante cualquier autoridad disfrazada de “ciencia oficial” o “verdad institucional”. Esa gente —los obedientes, los serviles, los que creen en todo lo que ven en la televisión— son los que sostienen con sus hombros el imperio del engaño.

Es hora de reaccionar, amigo. No basta con indignarse en privado, hay que asumir la vergüenza de haber sido estúpido, pedir disculpas a uno mismo por tanta docilidad y levantarse con dignidad. La verdad no está en las cadenas de noticias ni en los discursos oficiales, la verdad está en la rebeldía, en la duda, en el coraje de mirar a los ojos al poder y decirle: “Ya no te creo”.

El que no reaccione ahora seguirá siendo esclavo, seguirá siendo oveja. Pero el que despierte se convertirá en rayo: destructor de mentiras, creador de libertad.

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