Alicia en el Rococó de las Maravillas. Speech inaugural.
Manuel García Estrada
Alicia en el Rococó de las Maravillas no es un mural pintado en muros, sino en la mente del Yo Rococó, en un tiempo de lucha filosófica, ideológica y artística. Allí, Alicia no es una niña ingenua, sino una joven que resiste contra la irracionalidad y la dictadura de lo políticamente correcto. Se alza frente a una sociedad intoxicada por progresismos huecos y por la tiranía woke que pretende someternos a palabras sin sentido, a solecismos disfrazados de bondad bajo el estandarte del mal llamado “lenguaje inclusivo”.
En este mural imaginario, Alicia ya no busca el té: busca café. Café como símbolo de lucidez, de energía vital, de conciencia despierta. Se ha transformado en adolescente porque, en estos tiempos, nos enfrentamos a una generación que se niega a crecer, que exige derechos y privilegios sin mérito ni esfuerzo, que convierte el capricho en norma y la inmadurez en bandera. Alicia, al volverse joven, encarna ese espejo roto: una adolescencia extendida, emocional, cognitiva, sexual e intelectual, que amenaza con perpetuar la irresponsabilidad como destino colectivo.
Pero Alicia en el Rococó de las Maravillas no es obra de un solo artista. Es fruto de múltiples manos y mentes, de una inteligencia compartida que se rebela contra la mediocridad y la apatía. Es el recordatorio de que cuando un grupo social decide unir talento y visión, puede levantar algo más que resistencia: puede crear BELLEZA. Una belleza desafiante, que no se arrodilla ni ante la moda ni ante la censura, sino que reclama el lugar del arte como trinchera y del café como bandera.
La Belleza como Trinchera
¿Por qué es importante hablar de la belleza? Porque hablar de belleza es hablar de arte, y el arte es siempre disrupción en el mundo. Todo lo que vemos puede ser agradable, incluso bonito, pero llevar lo visible al siguiente nivel sólo es posible a través del ser humano. El hombre, enraizado en esa supraconciencia que por siglos hemos llamado Dios, encuentra la fuente del bien, porque lo bello es bueno; halla la raíz de la verdad, porque lo bello enfrenta la vida cotidiana —ya sea sufrida o disfrutada— y nos obliga a aceptar lo real; y en la aceptación de la verdad, nos conduce a la justicia.
Quien niega la realidad la padece; quien la acepta, la transforma.
Este mural es, pues, una negación rotunda a las ideologías que intentan imponerse sobre la inteligencia y el arte. En Rococó Café, filosofía y valores son incompatibles con el veneno del progresismo y el dogma woke. Estas corrientes, disfrazadas de inclusión, no hacen sino promover el odio y la corrupción —que son la maldad—; se sostienen en el engaño y en la mentira —enemigos de la verdad—; y exaltan lo feo, que es el resentimiento, la envidia y el grito desesperado de los mediocres.
Frente a ello, la belleza se convierte en arma y escudo. Y el mural, como el café que aquí se sirve, es testimonio de que aún hay trincheras donde lo verdadero, lo bueno y lo bello se defienden sin rendición.
Rococó, la Trinchera del Café y la Libertad
Rococó ha librado innumerables batallas como ser comercial, pero es mucho más que un negocio: es heredero de una tradición de más de 150 años del café en esta región. En su misión se cargan miles de historias de lucha y esfuerzo: las de sus trabajadores, sus clientes y sus dueños. Aquí no se trata de servir tazas: aquí se aquilata y se venera a cada persona, porque todos los que conforman esta comunidad no vienen sólo por el café, sino por el anhelo de sentirse parte de un mundo donde el talento y el pensamiento todavía son libres.
A lo largo de 15 años, miles y miles de Alicias con sus propias historias han encontrado en Rococó un hogar. Hoy esa casa se llama Casa Herrera, espacio que alberga al Banco Cultural del Café, arraigado en la memoria desde la fundación misma de Córdoba en 1618. Y en estos primeros cuatro años en Córdoba seguimos comprobando que, pese a la tormenta de la mediocridad y la censura, aún existe gente que merece ser arropada con bebidas, arte y atmósfera.
Porque en Rococó no se vende sólo café: se siembra felicidad. Y cada taza, cada mural, cada gesto de hospitalidad es un recordatorio de que todavía hay trincheras donde el hombre puede resistir con lo verdadero, lo bueno y lo bello. Aquí, en esta casa, el café es libertad.
Alicia en el Rococó de las Maravillas es la ruptura definitiva con la Córdoba moribunda que aún se empeña en castigar a sus mejores hijos al dejarse arrastrar por los más oscuros y mediocres. Este mural no es adorno: es declaración. Es el ícono que proclama la muerte total de la vieja ciudad y anuncia, con la fuerza de un relámpago, el primer rayo de la aurora que abrirá un nuevo mañana.
Aquí se decreta la defunción de una sociedad marchita, doliente, lastimera y conformista, atrapada en su eterno círculo de quejas y derrotas. Con cada trazo, con cada estallido de color, se denuncia que los tiempos sombríos aún se aferran, se resisten a marcharse, pero también se proclama que esta batalla no terminará hasta que cada corazón y cada mente sean redimidos por la libertad y ejerzan, sin cadenas, su derecho a la felicidad.
El Banquete de las Grandes Montañas
Agradezco a Jaime Sánchez, Martha Landero, Alex Palestino y, sobre todo, a la supraconciencia a la que siempre estamos conectados, la posibilidad de creer que nuestra misión no es solo para los cordobeses, sino para todos aquellos que, en cualquier rincón del mundo, conocen la historia de Alicia a través de Lewis Carroll.
Este mural no es solo pintura ni metáfora: es sentimiento encarnado, una integración del Virreinato de la Nueva Granada y de la Nueva España, levantándose como voz frente al mundo anglosajón para declarar: nosotros también tenemos el nivel, la dignidad y la capacidad de sentarnos en el banquete de las potencias. Rococó es, y seguirá siendo, hispanista. Ha abierto el frente de las Grandes Montañas para impulsar lo que merecemos: la Gran Nación Hispanoamericana.
Es también un mensaje a los países consumidores: los entendemos, los conocemos, sabemos su psicología y su manera de actuar. Y por eso, nos van a comprar más café y nos van a respetar, porque hablamos su mismo idioma y porque nuestra identidad no es imitación, sino raíz profunda y herencia de siglos.
Debemos seguir al Conejo Blanco y alcanzar la Verdad. Nuestra curiosidad es la llave de la fantasía, la chispa de la creación de nuevos mundos. Nunca permitamos que nos arrebaten la Libertad, ni la posibilidad de creer en el Bien, la Verdad y la Belleza.
Palabras para el corte del listón
Ahora solicito a la persona más importante que está entre nosotros que tenga a bien realizar el corte del listón. Esa persona viene del futuro, porque será quien lo vea, lo viva y lo construya.
Quiero decirle esta tarde que nunca olvide que, aun estando rodeada de personas que conoce y de otras que quizá no, todas comparten un mismo amor: el amor por el café y por el arte. Y ese amor es el puente entre el hoy y el mañana.
La persona más importante entre nosotros es, sin duda, la más joven, aquella que representa ya desde ahora el futuro en nuestro presente. Por eso, con orgullo y esperanza, nombro a quien hoy nos acompaña para abrir este camino…