El cafeticultor como responsable de sus miserias y prosperidades.

Manuel Garcia Estrada

Durante décadas, muchos caficultores han vivido bajo la sombra de la tutela gubernamental, actuando no como agentes de cambio, sino como niños que esperan todo de “papá gobierno”. Esta postura pasiva ha permitido que los políticos utilicen al sector cafetalero como moneda electoral, prometiendo subsidios que nunca llegan, apoyos técnicos que no transforman y discursos vacíos que perpetúan la dependencia.

En lugar de construir organización, innovación y comercio justo, muchos productores han preferido esperar “el apoyo”, sin cuestionar ni exigir resultados reales. Esta actitud ha debilitado al campo, perpetuado la pobreza y permitido que políticos oportunistas manipulen a comunidades enteras con migajas presupuestales.

El caficultor debe dejar de actuar como súbdito y convertirse en ciudadano pleno: informado, exigente, participativo. Solo así podrá cambiar el rumbo del campo. Porque mientras siga esperando a que lo salven desde arriba, seguirá siendo usado desde el poder. El café mexicano no necesita compasión: necesita dignidad, visión y libertad económica. Y eso no lo regala ningún gobierno. Se construye con responsabilidad y conciencia.

El empresario piensa 10 años, el mediocre en dádivas para mañana.

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