Rococó Café: de rincón de barrio a referente mundial.
Marisol Rodríguez del Toro, Ciudad de México
Estaba el Rococó y estaba Aquiles y no pasaba nada. Llegó Manu y comenzó a sucederlo todo.
—A.S.
Yo vi nacer y crecer a Rococó, soy testigo de los acontecimientos que desde mi punto de vista han transformado la cultura de las barras de café de todo un país con resonancia mundial y de ello narro lo que a continuación presento en una primera entrega.
Fundado en 2008, Rococó Café nació como una cafetería de especialidad en la Ciudad de México. Sin embargo, fue hasta 2010, con la entrada de Manuel García Estrada y Aquiles González Pereyra en su administración, que comenzó su transformación: no solo se consolidó como uno de los mejores cafés de la Condesa, sino que pronto se catapultó a las listas de los mejores cafés del mundo.
El nombre “Rococó” remite a la corriente artística barroca tardía, caracterizada por su exuberancia ornamental y una estética abiertamente decorativa, especialmente en su versión francesa. En congruencia con ello, Rococó Café abraza el maximalismo: sus muros están cubiertos de arte, sus espacios saturados de color, texturas y emociones. Donde muchos buscaban líneas limpias y frialdad minimalista, Rococó apostó por la sobrecarga creativa como un lenguaje propio.
Este maximalismo no solo es visual, sino también conceptual: el Rococó nunca es el mismo dos veces. Constantemente cambia, se reinventa, dialoga con el entorno y con quienes lo visitan. Es un espacio vivo, donde el café es arte, pero también activismo, conversación y comunidad.
Café de especialidad con espíritu ciudadano
Desde su apertura, Rococó Café ha destacado por su excelencia en el café, al punto de ser considerado el mejor café de la Condesa. Gracias al talento de Aquiles González Pereyra, las bebidas siempre fueron impecables, pero faltaba algo más: un espíritu organizador, una visión narrativa, una conexión emocional con el entorno. Ese catalizador fue Manuel García Estrada, cuya entrada significó una revolución en atención al cliente, vinculación comunitaria, diseño de sistemas internos, campañas sociales y comunicación pública, es el creador de los estándares de clase mundial que hoy seguimos disfrutando.
Rococó se volvió entonces una cafetería con alma. Comenzó a nombrar a sus clientes frecuentes como “habituales”, al estilo parisino de los habitué. Algunos de ellos incluso dieron nombre a bebidas que hoy forman parte del imaginario del lugar:
– Doña Lilia, quien pedía su «cafecín cortado» cada mañana,
– Ellith, que inspiró un potente café con cuatro shots de espresso y leche cremada,
– Betty, con su latte con esplenda,
– Mariel, de Francia, con su chai personalísimo,
– y muchas otras historias que componen el universo Rococó.
Un espacio múltiple, un modelo de impacto
Rococó Café no solo es cafetería. Es también galería de arte, foro cultural, sede de debates sociales y plataforma de impulso vecinal. Sus espacios están adornados con obra original de colección, y cuenta con todos los métodos de extracción más reconocidos a nivel mundial. Su carta de alimentos y tés compite con las mejores, y tiene cartas disponibles en español, inglés y francés.
Además, Rococó Café pertenece a la Asociación de Creadores para el Desarrollo Social, lo cual consolida su papel como empresa socialmente responsable. Desde allí se han impulsado campañas vecinales, encuentros ciudadanos, redes de apoyo entre creativos, programas culturales, y se ha promovido el talento local.
Rococó también financia a la Academia de Artes y Ciencias del Café y ofrece apoyo económico para la formación y certificación de sus trabajadores, construyendo una comunidad profesional fuerte, ética y comprometida con el café mexicano.
Una filosofía: masificar la especialización sin perder el alma
Rococó Café es la prueba de que una cafetería de especialidad puede mantener la calidad sin elitismo ni exclusión. Ha sabido crecer y masificar su producción sin perder la esencia que la define: amor al café, respeto al consumidor y entrega al arte de servir. Ha reconocido la labor de referentes como Expressarte, Avellaneda e Il Cardenal, pero también ha delineado claramente sus diferencias con ellas, construyendo un modelo propio.
Vale la pena comentar que Rococó ha hecho tres espectaculares logros masivos: la cata de café más grande de México: 600 personas en una escuela privada de la colonia del Valle en 2017, la entrega de 3 mil tazas de café durante la ExpoCafé de 2014 y el Coffee Fest México con 843 mil asistentes.
La historia apenas comienza
Rococó ha recorrido un largo camino, pero aún no llega a su cima. Lo que comenzó como un rincón frente al Parque España hoy es un lugar de peregrinación para los coffee lovers del mundo. Lo que parecía una cafetería más, terminó siendo una trinchera cultural, un laboratorio social y una fiesta permanente de ideas y aromas y se ha convertido en el corazón de su nueva sede, la ciudad de Córdoba, Veracruz, de donde es Manuel y en donde además se sumó a esta fuerza del café un nuevo elemento colombiano, Alex Rodríguez, el barista que ha transformado y creado nuevas bebidas y que ha comenzado a poner su toque en la mejora de la confección de taza.
Larga vida al Rococó Café y me mantengo expectante en todo lo que viene de parte de esta potencia de la fuerza del grano.
Porque cuando llegó Manu, comenzó a sucederlo todo.
