Tú y yo en el fin del mundo. El régimen se va.

Manuel García Estrada

«Las mentiras son la base sobre la que se asientan los imperios corruptos» . Robert Lois Stevenson

«Detrás de cada gran fortuna hay un delito”. Honoré de Balzac

El régimen nacido de la Revolución agoniza. Su herencia fue corrupción, servilismo y simulación, y su epitafio será la vergüenza. Durante décadas México caminó entre sombras, administrado por partidos que jamás representaron ideologías, sino máscaras del mismo monstruo: PAN, PRI y MORENA, distintos colores para una sola podredumbre. Hoy se derrumba la farsa democrática y lo que muere es el circo, lo que nace es la patria libre.

Octavio Paz escribió en El laberinto de la soledad que “la Revolución se ha convertido en una rutina de frases vacías”. Esa rutina alcanzó su agotamiento, y la mentira institucional ya no convence a nadie. La suciedad alcanzó a clero y ejército, y por eso la purga será total. Como advertía Ikram Antaki, las sociedades no se suicidan por el crimen de unos pocos, sino por la cobardía de los muchos. Esa cobardía es la que permitió que mediocres y corruptos ocuparan los templos del poder, disfrazando servilismo de democracia.

Pero este final no es derrota, sino fuego que limpia. Un México íntegro no nacerá de políticos serviles, sino de hombres capaces, incorruptibles y dispuestos a arder por la verdad. Samuel Ramos, en El perfil del hombre y la cultura en México, señaló que el complejo de inferioridad del mexicano se traduce en máscaras. Hoy esas máscaras se caen, y lo que surge es la exigencia de autenticidad.

Walt Whitman, profeta de la libertad, celebró al hombre que se levanta sobre sí mismo: “Yo me celebro y me canto a mí mismo”. Esa es la voz que México necesita ahora, no la del esclavo que busca permiso para existir, sino la del ciudadano libre que funda su país desde el mérito y la dignidad.

Que tiemblen los mediocres y corruptos, porque el país nuevo no tendrá lugar para ellos. Como dijo Salvador Borrego, “las naciones perecen cuando no saben reconocer el origen de sus males”. Hoy lo reconocemos: el enemigo fue el servilismo institucionalizado.

Sor Juana, en su rebeldía lúcida, afirmó que “hombres necios que acusáis a la mujer sin razón…”. Esa denuncia de la hipocresía resuena hoy contra todos los que han acusado al pueblo de ser incapaz, cuando en realidad fue traicionado por sus élites. Santa Teresa de Ávila lo expresó en clave espiritual: “Nada te turbe, nada te espante… solo Dios basta”. Ese temple es el que requiere una nación al borde de su renovación.

El Papa Juan Pablo II, en su visita a México, proclamó: “México siempre fiel”. Esa fidelidad no es a un sistema corrupto, sino a la verdad y a la justicia. Lo que hoy parece ruina es en realidad el crisol donde se forja la dignidad de México. El ocaso del régimen es el amanecer de la libertad. Prepárate: lo viejo se despedaza, y de sus cenizas solo sobrevivirá lo fuerte, lo valiente y lo libre.


Bibliografía

  • Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. México: Fondo de Cultura Económica, 1950.
  • Ramos, Samuel. El perfil del hombre y la cultura en México. México: Espasa-Calpe, 1934.
  • Krauze, Enrique. La presidencia imperial. México: Tusquets, 1997.
  • Antaki, Ikram. El pueblo que no quería crecer. México: Océano, 1994.
  • Borrego, Salvador. Derrota Mundial. México: Editorial Sáenz, 1953.
  • Whitman, Walt. Leaves of Grass. Nueva York: 1855.
  • Santa Teresa de Ávila. Camino de perfección. España, 1566.
  • Juan Pablo II. Homilía en la Basílica de Guadalupe, México, 1979.
  • Sor Juana Inés de la Cruz. Inundación castálida. México, 1689.

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