Benedicto no es bienvenido.
¿Si alguien viene a tu casa a decirte cómo vivir qué le dirías? ¿Si ese alguien que te visita te dice que si no haces lo que él te dice te irá mal para siempre? ¿Si tu visitante además de amenazarte y querer mandar en tu casa te pide dinero qué harías? Por eso el Papa Benedicto XVI, Ratzinger, no es bienvenido en México.
Tendríamos que ser muy estúpidos para recibir con júbilo a quien dirige una institución que se la ha pasado controlando y tratando de mandar en todos lados que pisa, que además amenaza y maldice si no se cumple con lo que dicta y que para colmo se lleva millones de dólares libres de impuestos.
Benedicto XVI no es bienvenido en México porque nuestra historia nos dice que estamos por recibir a quien encabeza una organización que asesinó a millones de indígenas, quemó a los que pensaban diferente, ha bendecido armas e incluso las produce ya que el banco del Vaticano es socio de una de las fábricas de armas más fuertes del mundo: Pietro Beretta Ltd; que protege a los pedófilos como a Marcial Massiel lo hizo y que controla con mensajes de odio y miedo a la gente que nace en la religión que fundaron, promueven y manejan.
Benedicto XVI viene a México con el afán de impulsar la candidatura de quien se someta a sus designios, a sus intereses y tiene como objetivo principal violentar la Constitución que nos hace ser un país laico. Viene y no es bienvenido porque ¿cómo estar contento con su visita si quiere que se termine la libertad de pensamiento, de culto, de ser?
El Vaticano consigue más fondos a medida que somete a más pueblos que estúpidamente vacían sus bolsillos para hacer de esa iglesia una entidad fuerte que supuestamente les salvará de cosas que no existen como el infierno, el purgatorio o cualquier tipo de cuento infantiloide que gustan de utilizar para introducir el miedo a las mentes más débiles. De ahí el interés de que les dejen entrar a las escuelas ya que saben que si dominan los cerebros de los niños y niñas en las aulas al crecer se habría garantizado la re entronización del poder católico.
El presidente Juárez supo el terrible poder del dogma, su lucidez y visión le hicieron meter en orden a una bola de señores que especulan con las creencias, que manipulan mentes. Hoy los logros del presidente indio se pueden ir por tierra si no defendemos su hazaña plasmada en nuestra Carta Magna y que marca nuestra identidad y esencia como mexicanos.
Las religiones no católicas saben perfectamente que la reforma que se ha propuesto en la cámara de diputados no es para favorecer a la libertad del pueblo sino para servir al clero católico que quisiera ver destruidas a la Luz del Mundo, Testigos de Jehová, Evangélica, Pluridenominacional, Nueva Era, Mormona, Krishnas y hasta al propio budismo, que por cierto no es religión, pero que sí quita clientes al Vaticano.
Defender la laicidad y repudiar la visita del Rey de Roma es deber de todos los que tenemos conciencia de que sólo podemos ser libres cuando existe la diversidad, cuando existe el derecho a creer en lo que se desee o simplemente en no creer. Debemos tener el coraje y los tamaños que tuvo Juárez en el siglo XIX cuando más ignorancia había en comparación con el hoy, logrando hacer de este país una república laica. Evitar nuestra participación en la defensa de la laicidad es no sólo apatía, es una genuina traición a nuestro ser, a nuestros valores y a nuestra identidad.
Benedicto XVI, no es bienvenido en México, habrá quienes lo vayan a ver pero muchos sabemos que la farsa católica se desvanece día a día porque la mentira puede tardar en caer pero al final siempre termina en el piso.
marzo 2012