Contra el pensamiento único.
Alegato de paz en tiempos de «Pandemia», tiempos en que
para los idiotas es más importante apanicarse por la muerte
que festejar y gozar la vida.
Se celebra la vida, el hoy, las mil posibilidades de mañanas insospechados.
Cuando la muerte te golpea el rostro entiendes que se trata de intensidad y no de largos años mediocres de existencia.
La gran mayoría de las personas deja pasar la vida de modo estúpido, muy pocos logran tomarla por la ráiz para transformarla en la fiesta de la consciencia de lo que respira.
Nos han enseñado a ser gotas de lluvia y no tormenta, por eso la sociedad es tan débil y tan fatua, no hay garantía de mañana, solo sueños, solo ilusiones. Se vive el hoy, el aquí, el ahora.
Se puso, e impuso, el modo de vida en donde «no hay que entregar todo» porque no recibirás lo mismo y sufrirás, que cosa más pendeja, las entregas deben ser totales y ya, es mejor que termine una relación de cualquier tipo habiendo dado todo que mantener relaciones a medias, grises, llenas de miedo.
Muchos terapeutas se hacen ricos conteniendo el corazón de las personas para hacerlas estúpidamente egoístas, mediocres y hasta pobres de sentimientos para que la gente «no sufra», y miren, al menos los que sufren sienten la vida, los que ni sufren ni se extasían sin simples zombies, la naturaleza humana no es lo estoico.
En pleno siglo XXI el egoísmo de finales del XX se mantiene, es el neoliberalismo, el pensamiento único, la medianía, lo mediocre, lo pedorro.
Creo que lo mejor de vivir es eso… VIVIR y no andar con medias tintas.
Manuel García Estrada, el hijo del rayo.