Cumpliendo 51 añitos.

Manuel García Estrada.

Este 18 de enero ando de cumpleaños. He hecho algunas reflexiones a través de los años, les comparto algunas.

Si tratamos a los demás como nos tratan dejarían de existir relaciones sociales, la mayoría se cree demasiado importante para buscar la convivencia, echar llamaditas, preguntarle a los demás cómo están. Eso no es manejar bien sus egos… es ser patán.


Yo me cansé de llamar a la gente, de mensajearles, de estar pendientes de sus duelos, afectos, familias.


Pasé la línea de los 50 años… ya cuando veo que son patanes que no cambiarán nomás los paso a categoría de naquitos que no saben de relaciones sociales y solo trato del mismo modo en que me tratan.


Aprendí a devolver al hipócrita sonrisa con la misma sonrisa de relación pública.


Cada año que pasa me doy cuenta que amigos cercanos y genuinos son muy pocos, obviamente al que tiene la amabilidad de mensajearme o llamarme para felicitarme por año nuevo, navidad, cumpleaños o para preguntar por mi o mi familia le devuelvo lo mismo, es que apoyarnos los unos a los otros es importante. Hay gente que tiene miedo a ser ella misma o de plano no se esfuerza lo suficiente para mejorar como ser humano y evita el contacto con los demás para no quedar vulnerable ¿A qué? Al ridículo. Es que generalmente se rodean de personas chafas, nacas y burlonas, si cambiaran de ambientes les iría mejor pero tienen miedo a ser libres y buscar a otros libres.

Sigo creyendo que aunque pasen los años puedes hacer nuevos viejos amigos. Solo elige muy bien a quien acercas a casa.

Los libros siguen siendo los grandes aliados y los niños siguen siendo los mejores para brindar sonrisas sinceras y siguen siendo los más amables de todos. Conozco niños tímidos, extrovertidos o con algún tema que deben superar pero todos ellos tienen un corazón enorme. Los niños NUNCA te decepcionan.

La madurez implica ser mejor como persona, darte más tiempo para conectarte con el sol y con el aire, con las montañas y la taza de café. Implica besar entregado, abrazar entregado, amar entregado, trabajar entregado, pero sin estrés.

Con los años aprendí a decidir entre proyectos y prioridades, cuando ambas cosas se unen entonces hago algo que cambia un poco a mi entorno o a veces a un país, pero lo más importante es cuando mis sinapsis me cambian a mi mismo, ese es el gran suceso. Cuando aprendes.

A veces pienso en la posibilidad de tener otra vez 17 años y lo único que quisiera entonces es leer más, ver más teatro, más sexo, más música, escribir más, asistir a más clases de idiomas, de arte, de ciencia, de física y astronomía, haber experimentado más iglesias y concentrarme mucho en el gimnasio, en el análisis y en el desarrollo del pensamiento crítico, de hecho eso sería lo único que le diría a un chico de 17 o 20 años hoy. No pierdan el tiempo en pendejadas. No me arrepiento de lo que he hecho y creo que aún puedo hacer más solo que ya no puedo darme el lujo de equivocarme o idealizar como lo hacía, debo ser más certero y más eficaz, darle menos aliento a los idiotas y a los mediocres, dejar de perder tiempo animando y motivando a los huevones, a los estúpidos, a los que no se apuntan a terapia y quieren que tu los apapaches.

Me siento en cada cumpleaños desde hace cuatro en mi mejor momento, pude superar muchas oscuridades y tristezas, soy más sano y mejor para pensar. Aprendo a ser feliz cada día y practico la plenitud en cada taza de café, en cada nota de amor, en cada momento para cocinar, al trabajar, al escribir, al ver mariposas salir del capullo, aves posarse en los árboles, en cada paso que doy mientras veo y disfruto del sol, de levantar una pesa, bailar sin preocuparme de la existencia de dios, en cada beso y en el jugueteo con el perro, tengo sueños y planes, en cada paso sabiendo que no recorro el camino solo, en cada canción que escucho o en cada película que veo o decido dejar de ver, en el poder disfrutar mi reflejo en el agua, en el espejo o en los demás.

Quisiera que a veces el tiempo pasara más lento, pero solo puedo hacer más cosas. Me seguiré arremangando la camisa y seguiré haciendo lo que hay que hacer. Lo que quiero hacer. ¿Qué por qué sigo creyendo en el bien, en la democracia y en la república? Porque son la luz que brilla más fuerte después de la oscuridad y porque son algo que nos mantiene libres.

Seguiré siendo lo que soy, una legión.

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