El artista en la espera: Jaime Sánchez Nava

Me invitaron a una inauguración de exposición, era 1995, al llegar a “La Capilla” vi a mucha gente que jamás había visto, me abrí paso y empecé a admirar las pinturas, eran distintas. Me gustó, conocí ahí al autor y a otros personajes de la cultura. Me gustó tanto el ambiente que olvidé mi encuentro previo con ex alumnos del Tec de Monterrey, institución donde me formé y a la cual le debo mis primeras publicaciones escritas y radiofónicas.

La obra que se exhibía mezclaba lo surreal con lo indígena, básicamente era una expo indigenista. Después de hablar con varias personas y de saborear torito de café decidí que volvería al día siguiente a admirar los cuadros con más calma.

El domingo por la mañana después de beber café regresé a “La Capilla”, estaba ahí el joven pintor, Jaime Sánchez Nava, platiqué con él, volví a ver las obras y al regresar a casa tomé la máquina de escribir y teclee una crítica que envié al sencillo periódico en el que escribía una columna llamada “El Sol Naciente”, la intitulé así por la bella canción de Mecano “ya viene el sol”.

Al publicarse la crítica a Jaime Sánchez Nava el resultado fue notablemente recibido y difundido, en la ciudad y en la región no había existido una narración tan clara sobre un artista exponiendo. La verdad es que no me resultó difícil expresar mis valoraciones sobre las pinturas, todas de extraordinaria factura con perfectos colores, símbolos, fuerza y contenido político social. Seguramente muchos de los asistentes nunca se percataron del discurso que el artista daba a través de sus creaciones. Yo sí.

Desde aquel hasta el día de hoy sigo admirando la obra de Jaime, sigue siendo cautivador y perfecto, crítico y a la vez amigable con una sociedad que casi no lo puede entender.

Jaime pasó del arte surreal y figurativo mientras ilustraba toda clase de productos y desarrollaba las artes gráficas a lo abstracto y a lo expresionista, los murales de la ciudad y en el propio palacio municipal nos muestran una renovada manera de pintar.

Jaime no deja de ser Jaime, el mural de “Córdoba eterna” –que es el título que debería llevar la obra en el interior de la sede del gobierno municipal-, y mientras nos hace a unos maravillosos Iturbide y O’Donojú expresionistas -cabe mencionar que el emperador Agustín no tiene efigie más grande en el país que esta que le hace un poco de justicia- nos muestra un pequeño ratón dormido en un pequeño espacio de tremenda obra para recordarnos que entre los políticos como entre los cargos públicos el derecho al robo es la paz.

Aquel joven fitness se convirtió en su máximo ser, es artista por excelencia que camina con la camisa llena de pintura porque sigue siendo obsesivo compulsivo con su arte y comparte conmigo el gusto por los puros, sigue siendo apasionado en su hablar y se sigue mofando de los que se creen los dueños del mundo sabiendo que el mundo solo es de quien lo crea.

Siempre amable, siempre afectivo, siempre respetuoso, Jaime Sánchez es un titán de las artes de México, eso aún no lo saben millones de personas que no han visto sus trazos.

Durante el vuelo de la Revista de Artes y Ciencias El Águila él voló también entre nuestras montañas y tuvo a bien crear la viñeta de “El Pichón Azul” el suplemente impreso en hojas azules marmoleadas con críticas de arte de la revista, nos hizo ilustraciones y creó el logotipo y cartel del festival “Cordobónica”. Así mismo ilustró el back del set de conferencias y evento del IV Encuentro Nacional del Café: La Nación del Café en el Senado de la República.

Jaime ha pintado en lugares no apropiados para los ortodoxos, ha llenado de colores la explanada enfrente del palacio de gobierno de Córdoba, un muro de “La Capilla” y realizó dos participaciones en el performance “Pandemonium: textos libres y herejías selectas” en el Teatro Pedro Díaz en el año 2000 y 2001.

Sánchez Nava pinta murales en donde se lo piden, sus cuadros están en las salas y oficinas de muchas personas, tiene al menos tres coleccionistas públicos y otros más privados, hay una colección reservada al tiempo, en su momento el coleccionista la mostrará pero mientras eso pasa su cerebro se profundiza más en los debates neuronales y sus sinapsis quisieran explotar en todos los muros de donde se pueda.

Pese a todo lo realizado por Jaime me parece que el artista está a la espera de su más grande momento, es el más grande artista del Veracruz actual, no es poca cosa. De hecho su obra tiene más discurso al público del mundo entero que cualquier hampartista globalista que anda por ahí en los centros culturales, galerías y ferias rimbombantes de la actualidad.

Jaime tiene solo un compañero en las artes y ese es Jorge Marín, el escultor Javier Marín que logra formas extraordinarias solo equiparables a la obra de Sánchez Nava, y no se conocen. Fliparía por ver una ciudad llena de murales y exposiciones de ambos. Creo que nos volveríamos locos todos.

Jaime Sánchez Nava es el reinventor de nuestra identidad plástica en las Grandes Montañas desde la muerte de Miguel Tress, es de una línea distinta a las artes figurativas y clásicas de Rodolfo Cruz Toledano y rebasa por la derecha la propuesta pop de Ernesto Lozano Rivero.

Jaime Sánchez Nava tiene su propio origen, línea de arte, propuesta y creación, es único, pero es importante precisar su trabajo en medios de otros admirados artistas que o son nativos de Córdoba o tomaron la ciudad como hogar. A los mencionados tuve la oportunidad de conocer y ser parte de conversaciones, discusiones, debates y creaciones.

Sánchez Nava es el mejor conceptualizador de la belleza en todas sus proporciones posee la capacidad de la facturación perfecta en medios de un aparente caos que él tiene perfectamente diseñado y ordenado en su cabeza, va más allá de los creadores que conozco y he conocido. Es el mejor.

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