Fiscalía de injusticia.

No cabe duda, es evidente que la injusticia se ha sistematizado en todas partes y son las “procuradurías” del régimen las que obvian su inoperancia.

Basta ver el caso de Ayotzinapa, los desaparecidos, los quemados del ABC, las indígenas encarceladas con acusaciones falsas, la alegre libertad de curas y funcionarios pederastas o los recursos enormes mágicos que recibe el SNTE, la impunidad con la Línea 12 del metro o el vacío absoluto de autoridad frente a docenas de candidatos asesinados en el proceso 2021, la matanzas de Reynosa, por ejemplo.


Hay una profunda injusticia en México y por ello es comprensible -más no justificable- el hecho de que en muchos lugares la gente busca hacer justicia con sus propias manos como en los intentos de linchamiento en el Estado de México. Entidad que en los últimos meses muestra un incremento de violencia no sólo por parte del crimen organizado sino por los vecinos o habitantes de comunidades y barrios hartos de que la policía sea inútil y que los jueces sean corruptos.


El régimen se acabó. No hay más. No basta con declarar que todo mejorará porque ya se sabe que eso nunca pasará. Promesas, promesas, promesas, choro, choro, choro, ilusiones, ilusiones, ilusiones… todo son puras decepciones.


Los candidatos recorren toda clase de poblaciones estirando la mano y abrazando falsamente a la gente, reparten láminas, despensas y dinero a un conglomerado humano gobernado a través del hambre. Hay un uso y abuso de los habitantes del país que por miedo o conformismo decide poner las manos y callar. Paraíso de la impunidad y de los creyentes en el dios del dinero.


La injusticia es tan amplia que la mayoría de mexicanos no desean  acudir a las autoridades para denunciar atropellos ni robos ni abusos pero en silencio la rabia les inunda deseando que un día todo cambie como sea.


Las clases dominantes de México creen que el país aguantará más años en esta circunstancia, es imposible. La frágil burbuja que cobija a plutócratas y kakistócratas y juniórcratas se aproxima más a su fin. Se juntaron todos y se pudieron una nueva botarga.


La desesperación comienza a sentirse entre la gente. Arrojar globos blancos al aire por un muerto no es un mensaje de paz o solidaridad o amor, es un acto de desesperanza y de seguirle el juego a las declaraciones vacías que nada dan por resultado en lo referente a la justicia.


Hoy un vacío en la procuración de justicia y también en la gobernabilidad por gente que no sirve porque no es capaz de procurar efectivamente justicia, la curia católica dejó de funcionar cuando se descararon en el utilitarismo de las masas y las preguntas no son en torno en quién mató a una niña o quién violó a un niño sino son referentes al ¿Qué castigo se aplicará al culpable? ¿Cuándo veremos al culpable?


Hoy decimos hacia las iglesias, los gobiernos y las empresas ¡basta de impunidad! ¡Basta de corrupción! No podemos mantener una nación en estas circunstancias porque ¿Qué será de los niños? ¿Qué se les enseña? ¿Qué sociedad se les deja? De nada sirve espantarse de los actos de los jóvenes ya que el verdadero escándalo es el que propician los adultos que mantienen frases como la de “el que no tranza no avanza” y se ríen de los sobornos como si fueran gracia o aconsejan con corromper a un policía para solucionar todo de manera “práctica”.

Manuel García Estrada, el hijo del rayo. Original del 10 de abril del 2011.

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