Gata, Muchacha, Señora, Servidumbre, Empleada Doméstica.

Por el manco del cerebro. 

Una muchacha en los Estados Unidos que venga a limpiar, no a cocinar, ni a lavar ropa, sólo a limpiar, cobrará 25 dólares la hora; en tres horas, se llevará 75 dólares. Tengo entendido que en México se ufanan de que no hay que tener mucho dinero para poder tener servidumbre, ¡por más de 10 horas, todos los días! perdón, muchacha que les ayude. ¿Sabes lo que te costaría que una muchacha te hiciera el desayuno por la mañana? Cuando un lujo no se paga como tal es una injusticia…En estas estaba, casual, platicando con mi esposa, cuando me pregunto que por qué las empleadas domésticas en México comen después y no con la familia.

Por lo menos, en la casa de mis padres así era. Recuerdo a Ceci, una señora, que trabajo por más de 20 años y entre otras linduras, hacia las pacholas más deliciosas del bajío; y efectivamente nunca se sentó con nosotros a la mesa, bueno, es que no recuerdo haberla visto sentada nunca. 

Antes de responderle a Sarra, emparejé su pregunta con los elementos de la definición de Justicia que nos da Ulpiano mezclados con algo de teoría del Derecho: Iguales con los iguales y desigual con los desiguales, dándole a cada quien lo que le corresponde y le respondí lo siguiente: 

-“Porque ahí trabajan, para eso les pagan, no es su casa, seguro cuando empezaron a trabajar ahí, se les dijo que comerían después. La relación con esas muchachas o señoras es totalmente laboral. De manera que, por eso las empleadas domésticas no comen con la familia, les tienen que servir la comida.

Es como el uso del usted, le digo a mi esposa, básicamente es por dos razones: por deferencia o para poner distancia. En inglés todos son “tu”, la diferencia la hace el dinero. En México, claro que el dinero hace la diferencia, pero sobre todo la actitud, ya que hay gente sin dinero, pero con muchísima pose; en otras palabras, en nuestro país se ha educado a las empleadas domésticas para que sepan cuál es su lugar y ahí se queden. Y se escucha platicar a las señoras en sus desayunos con las amigas acerca de sus circunstancias con las empleadas domésticas: “Pues yo tengo una muchacha muy buena y sólo le pago 800 pesos a la semana y me haces TODO!”; mientras otra desesperada les dice: “pregúntale si tiene una hermana o si conoce a alguien de confianza que quiera venir a trabajar a mi casa, ¡me urge!” y una tercera comenta en tono peyorativo: “a mí me han tocado unas, que si nomas vieras…arribistas estas, peladas, sin clase ¡pos qué se creen!, nomás porque uno las quiere tratar de iguale se le quieren subir a uno encima; les das la mano y se toman todo lo demás, nooo, tienen que saber cuál es su lugar. Es tan difícil en estos días conseguir una buena muchacha y que te dure, ay nooo, no es de Dios”.

Este asunto por lo menos entre la gente «bien» de Leon es muy vaciado… me daba mucha risa leer las notas periodísticas en la sección de sociedades: «Y se dieron cita lo más granado de la sociedad, la crema y nata de nuestras familias… bla bala…el P. Patrick (está de moda, bueno, desde hace mucho) precedió la ceremonia religiosa… bla bla y partieron a su luna de miel en un crucero por el mediterráneo…bla bla…y la servidumbre lucía elegantísima en uniforme de un gris sobrio con impecables cofias y delantales blancos…

Aquí, aquí me detengo, uniformes!…a diferencia de las escuelas estos uniformes, no buscan «igualar» a todos en apariencia , sino lo contrario, establecer las diferencias y establecer las posiciones. Y esto está «bien visto» en nuestros entornos sociales.

Y pregunte a familiares y amigos si sus empleadas domésticas usaban uniformes:

-“Naa, la muchacha que tenemos en la casa no lleva uniforme, no mames, además no la llamamos servidumbre ¡ni que fueran esclavas!

-Vive en tu casa? Si;-ósea que allí duerme? Correcto, en el cuarto de la muchacha.

-les hace el desayuno? claro;-comida y cena? Si

– ¿Lava, plancha, recoge, limpia? Si

-También los fines de semana? Depende, si tiene que ir a su pueblo, pos no

-Tienen derechos laborales? ¿Vacaciones?, ¿asuetos por días festivos?, ¿prestaciones?, ¿bonos?, ausencia por maternidad?

– ¡Estás loco! ¡ni yo tengo todo eso!

-Ya veo, tienes razón no le podemos decir servidumbre, son como de la familia ¿verdad?

Claro que hay otras realidades, incluso entre mis familiares, cosa que descubrí en un viaje que hice con mi hermana a Tabasco; me pidió que fuéramos a saludar a la muchacha que trabajo con ella cuando vivió en Villahermosa. Si bien no hay una relación amistosa, definitivamente vi una conexión más allá del ámbito laboral; ¿Qué podían tener estas dos mujeres en común para verse con tanto gusto? ¿Para romper los parámetros sociales?

En 1996 cuando estuve trabajando en Cozumel llegue a una casa/despacho en donde a la hora de la comida, a las 2:00 de la tarde, todos se sentaban a la mesa a comer y digo todos: Abogados, clientes, pasantes, secretarias, jardinero, mecánico, y por supuesto la empleada doméstica. De hecho, si te tocaba andar por ahí, por la razón que fuera, sin excusa que valiera terminarías sentado compartiendo la comida. No había temas serios, solamente historias, anécdotas y comentarios de alguna novedad. Acabada la comida cada ser humano volvía a sus roles laborales y de vida, pero con un sentido de dignidad encomiable ya que habían alimentado su cuerpo y su alma con un trato justo.

Desde acá, en Estados Unidos, teniendo como elementos lo que vi en casa de mis padres y lo que he visto en León, puedo decirles que lo que viví en Cozumel era una utopía forzada e insostenible pero plausible que si bien no borraba las estructuras sociales nos hacía sentir a todos bien por un rato. 

En fin, no es raro pues, entender el porqué, eventualmente, estas chicas migran en busca del sueño americano dejando a las “pobres” amas de casa al borde de un ataque de nervios.

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