La intolerancia de los “tolerantes” y por qué tuve que hacer cambio de calzones.

Por el manco del cerebro


De cualquier forma, ya no necesito la visa ya que obtuve la naturalización y decidí quedarme en la unión americana por ser más tolerante para mi matrimonio mix-to; ¿y que creen?  Not anymore!…ya dice la canción que condenado está el que tiene que marchar a vivir una cultura diferente y las cosas bajo el encopetado rubio están revueltas que no revolvidas y entre otras situaciones vemos grupos «anti odio» que ahora marchan con palos y ladrillos; y en donde  grupos de «odio» marchan ruidosos con solo pancartas y pacíficos, bueno hasta que arrollan gente; y en donde tu lengua materna, acento, rasgos faciales y el color de tu piel determinaran el nivel de racismo al que estarás sujeto.

 Les cuento: sentados estábamos en fastuoso restaurante…disfrutando…, la ocasión lo ameritaba, era martes, así somos de peculiares, y celebramos nomás porque sí, porque se puede…de manera que… la dama de largo en rojo, yo de ancho en sobrio azul, el chaval a la altura con corbata de la casa de los Slytherin de Hogwarts…cuando nuestra cena se ve interrumpida por un sujeto que vociferaba a voz encuello; le regale una ojeada pero no iba a renunciar a mi abulón satinado y seguí comiendo hasta que Remy me puso su mano en mi brazo y me lo apretó fuertemente…cuando puse atención teníamos al hombre al lado de nosotros.

-Go back to your fucking country! you are changing the face of the neighborhood! you piece of shit!..I’m going to kill you!; I’m going to kill you!

La última vez que me comporté como un troglodita y me di de trompadas fue en un partido de futbol, hace ya un par de décadas; en estos días, no me apetece remplazar mis dientes o que me rompan la quijada, además, soy más del tipo que piensa que: aquí corrió es mejor que aquí murió; y en situaciones como estas, simplemente suelo ignorar al ebrio o demente que buscan más atención que confrontación ya que realmente son almas pusilánimes; y normalmente no pasa a mayores. 

Pero estaba con mi familia y la adrenalina ya me había puesto de pie y estábamos en los empujones previos a los golpes cuando el tipo fue sujetado y echado del lugar. Para cuando arribo la policía el revoltoso se había dado a la fuga. 

Hicimos una denuncia y eventualmente la policía vino a nuestra casa para que identificáramos al hombre del incidente; increíblemente sólo atine a decir que era un hombre corpulento y no pude dar más por menores. Nos separaron a mi esposa y a mí y nos dieron un altero de fotografías de sujetos mal encarados y nos pidieron que si lo veíamos lo indicáramos. 

Antes de ponerme a ver a las fotos hice acopio de memoria para recordar al atacante, me dolió la cabeza del esfuerzo, pero no pude recordar detalles. 

Sin mucha esperanza me dedique a pasar las fotos…Salte de la silla hacia atrás estirado el brazo, me compuse y parsimoniosamente apunte desde lejos: 

-ESTE ES! Le señalé al policía en cuanto vi al sujeto; y lo mismo le pasó a mi esposa que estaba en otra habitación haciendo el mismo reconocimiento. 

Previamente este sujeto había estado en otro ataque y nos confirmaron que este skin head/neo-nazi ya estaba detenido. Eventualmente pidieron el video al restaurant y confirmaron la identificación. 

¿Cómo así no pude describir a mi atacante? Recordando que soy más criminólogo que criminalista, aunado a que el pavor te hace reaccionar, pero no ver detalles de lo que provoca temor; conjeturo que mi instinto animal, de supervivencia se posesiono de mis sentidos y solo el subconsciente fue capaz de retener detalles del sujeto. 

En otras palabras, el momento de pánico me cegó los ojos me apretó los puños y los dientes pero me soltó las esfínteres y cuando sentí algo pesado en mi trusa le pregunte a mi chaval, que es medio científico que si las petulancias tienen peso y me dijo que no, que son gases, me di cuenta que me había defecado y el regreso a casa seria oloroso e inconfortable. 

En fin, ya ven que dicen que después de un accidente en coche hay que ponerse cuanto antes detrás del volante; decidimos volver al restaurante, después de todo es estupendo, pa’ quitarnos el “acojonamiento mental”.  El gerente nos reconoció y disfrutamos de otra deliciosa cena cortesía del lugar. No necesito decir pero les comento que en esta ocasión cuando regrese a casa me sentí más tolerado y no tuve que cambiar mi ropa interior.

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