La PRIctadura es el Ejército.
AMLO es un gran priísta, por eso está saturado su discurso diario de loas al priísmo de los 70, el más déspota y agobiante para la democracia mexicana, es el sistema que le da lógica y sentido histórico a lo que ocurrió antes del presidente Miguel Alemán cuando todos eran militares y gustosamente despachaban desde la presidencia al estilo vertical dando órdenes.
La vocación del país no es demócrata porque se construyó con el PRI y su legado militar despachando con autoritarismo, por eso el presidencialismo se hizo tan radical y educaron a la masa de gente, no ciudadanía, a que deberían obedecer como si acataran lo que les dijera un padre de familia que, combinado tan bonito con la religión católica donde el padre -sacerdote- dicta qué hacer, ahondaron la sumisión de la gente y la mediocridad de las mayorías.
La rebeldía contra la sumisión viene de los burgueses, como en el fin de la Edad Media en Europa, ¿Por qué los señores con capital no podían opinar sobre el rumbo del país? ¿Por qué las clases medias educadas no podían acceder a nuevas oportunidades? Quizás por eso los soldados y sus generales odian a las clases medias y quizás por eso AMLO dice que el ejército es para combatir a los fifís, no es porque sufriera un derrame cerebral, no, es porque en su interior es un pobre sujeto sumiso y mediocre que entiende que el mundo debería ser así para ser feliz. Su experiencia de vida y su cumplimiento como buen mexicano siendo militante del PRI lo llevan a impulsar su mundo al estilo 1935.
La urgencia de AMLO de siempre enviar mensajes al ejército de que los ama y la búsqueda constante de su aprobación es política y cultural, quiere quedar bien con el del poder, con el padre. Contamina con ello a millones de mexicanos que en lugar de pensar en la construcción de un país democrático y republicano solo piensan en acatar al caudillo, aplaudirle. Son niños pidiendo que un papá los cuide y ame aunque los madree, porque en su mentalidad un «buen padre» castiga, lastima y hay que aguantarse porque hay que ser machos y entender «que así funcionan las cosas».
La batalla por la democracia y la república en México es una batalla cultural, se debe pelear en cada espacio posible contra las ideas totalitarias, autoritarias, despóticas, veamos como la nomenklatura de morena se comporta así, sojuzgada, obediente, amante del modelo chino maoísta de control total o el cubano en donde la vida es definida y decidida por el patercastrismo.
Si queremos que México evolucione es hora de dar una patada a esa cosmovisión anquilosada y rebasada de paternalismo militar religioso, se debe abrir la mente de la gente a lo distinto, a la democracia, se debe pasar de ser un hincha fanático criminal a un ciudadano de diálogo y debate, por eso es batalla cultural porque la gente debe aprender que el conocimiento y la construcción de ideas pueden generar nuevos mundos en donde todos quepamos y no un chiquero en donde solo quepan cerdos que se alejan de la puerta del matadero chillando.
Para democratizar a México hay que desbaratar el culto al ejército.