La rebelión de los esclavos.
Manuel García Estrada
No son tantos años los que tenemos en el despertar social en este país, lentamente la gente
que abre los ojos a la realidad opresiva empieza a redefinir su pensamiento y con ella la
deconstrucción del viejo sistema de gobierno ha comenzado.
Hace casi 10 años el zócalo de la ciudad de México se cimbró cuando un líder de la oposición
lanzó la arenga de “al diablo las instituciones” y hoy es cuando estamos comprendiendo de
manera masiva a lo que se refería. No estaba largando a las organizaciones de gobierno per sé
sino que hacía referencia a la tremenda manipulación de las mismas que un grupo de
personajes con intereses comunes hacía en su beneficio.
Mes a mes hay una sutil rebelión pacífica que tiene acentos relevantes en lugares como Cancún
(Yo soy 132, 2012) y Mexicali (No al gasolinazo- no a la privatización del agua, 2017); que pasa
por la CNTE, SME, Ayotzinapa y que ha tocado la puerta al campo de manera trascendental
como en San Quintín. Tal parece que todos los que estaban acostumbrados a la comodidad y
sometimiento que le mediocridad mediática instauraba de la mano a la línea del Estado y la
religión se agotó.
¿Cómo activar más a la sociedad para que la transformación profunda y el cambio verdadero se
den de manera acelerada? Sencillo, hay que difundir más toda la información que las
corporaciones de comunicación omiten, acallan o vetan. Ya no es necesario explicar a la gente
lo terrible de lo que vivimos cuando finalmente lo están padeciendo y sufriendo.
Los esclavos han comenzado a darse cuenta de su condición cuando son utilizados por la élite y
ese mismo grupito oligarca les hace pagar en cómodas mensualidades hasta sus sueños. Parece
que la nación tuvo que sufrir cientos de miles de muertos y desaparecidos, miserables y
feminicidios para comprender que está bajo un régimen de terror y de saqueo.
Echar abajo a una estructura de poder tiene como plataforma el debilitar a todas las
instituciones que se coordinan para aplastar a todo aquello que les cuestione y esto se logra
exactamente con eso que odian, y que temen: hay que pedirles cuentas, exigir transparencia,
ponerles candados a sus reformas constitucionales, difundir todo lo que desean acallar, exhibir
sus manejos sucios de la información, desmitificar a los que se creen omnipotentes e intocables
y poner en duda todos sus preceptos.
¿Cuándo hay que comenzar? En realidad el proceso de liberación ha comenzado, empujarlo
para acelerarlo depende de ti, de tu capacidad de dejar atrás el miedo y del autoestima tan
bajo que nos sembraron culturalmente. De hecho si apenas te está cayendo el veinte te digo
que llegas tarde al momento histórico pero se agradece que te unas porque México merece ser
libre y más vale tarde que más tarde.
marzo 2017