La RECONCILIACIÓN es tema mayor.
El odio esquizofrénico que vivimos inició cuando el enojo de la población contra el PRIAN llegó al límite, entonces el atizador del fuego que lo canalizaba a modo de válvula de escapa era AMLO, una persona que jamás ha sido apta para el auto gobierno y que se permite que la ira y el resentimiento jueguen en sus sinapsis como gasolina para su motor político.
La profunda división que necesita Obrador para mantener su extraña gobernabilidad es importante porque así puede jugar con los radicales, unos para defenderlo y otros para atacarlo, la fuerza proviene de los que lo critican irracionalmente porque generan una reacción estridente que hace ruido de una forma tal que los que se hallan en el medio necesitan sentirse parte de un grupo, elegirán al más violento porque lo creerán el que más puede protegerlos. Le tienen más miedo al que defiende a ultranza al caudillo que aquellos que lo cuestionan. Es inherente al poder del tlatoani. Quieren estar bien con el que manda a los perros a masacrar disidentes.
LA RECONCILIACIÓN es un factor que debe arreglar el desastre obradorista. No crean que es un tema menor porque decir que con dejar de atacarse mutuamente las partes en la batalla que controla la mente de las personas se acaba el problema.
RECONCILIACIÓN implica una aceptación de errores de las partes, un perdón a las ofensas y agresiones de ambas partes y un acuerdo por establecer una paz en donde nadie se sienta utilizado, menospreciado o señalado. Es decir, para reconciliar a México los opositores al presidente deberán afrontar su pasado que ha dañado a la república, disculparse por ello y proponer acciones para mejorar… algo que deberá hacer la gente que sigue a Obrador. López difícilmente lo haría pero su papel debe ser extinguido en cuanto salga de Palacio porque mantenerse en la vida pública de México mantendría el odio. El nuevo presidente deberá prácticamente desterrarlo.
Para que las partes acepten sus agravios se requiere de alguien que logre sentarlos en la misma mesa a perdonarse por el daño al país, quizás no escucharemos a los prepotentes políticos asumir sus excesos y corruptelas pero en la política no se construye hacia el pasado sino hacia el futuro. Por lo cual el sentarse a dialogar sobre la necesidad de pacificar al país permite avanzar sin la expresión de la disculpa que estaría implícita en el nuevo acuerdo para pacificar al país.
Es muy difícil que alguien tenga capacidad de diálogo con las distintas fuerzas políticas de un país cuando éste ha sido despedazado por el odio de una de las partes pero solo sujetos con visión de Estado pueden lograrlo. No necesitan ser mesías o divinidades con los que se haga apología romántica de la política y la historia, algo que hizo AMLO hasta el cansancio y que somo muestran pensamientos e ideas antiguas.
Los acuerdos son cosa mayor, implica que la justicia y la ley deben estar justamente en la balanza para que podamos avanzar y así como hay delitos que prescriben los daños al paso del tiempo deben ser trascendidos, habrá ciertas cosas que necesitarán la sanción para hacer valer la ley, porque cuando la ley se rompe y no se sanciona al responsable se mantiene un estado de impunidad que permite la corrupción y nuevamente las prácticas de odio y acusaciones inhumanas. Es decir, para la reconciliación es necesario que algunos actores nefastos vayan a la cárcel, no como el juego obradorista que es perverso y manipulador sino efectivo para que se vuelva a creer en la división de poderes, en la Constitución y en una genuina manera de vivir en armonía. Por ejemplo, si Layda Sansores no es castigada conforme a la ley no podrá haber paz en el país porque se evidencia que la impunidad prevalece.
RECONCILIACIÓN es un acto de contrición para poder avanzar. Cuando un grupo diverso y plural decide ir por un camino en común hace justo eso, al llegar al poder será el primero que brindará la mano al otro que se quedó fuera de la esfera del futuro. No es fácil, pero tampoco es imposible, lleva tiempo, pero si decidimos alejarnos del resentimiento, el rencor y el odio es posible. Dividido el país será presa de fuerzas externas y mañosas, unidos y de acuerdo lo que tendremos que hacer es re definir nuestro andar en donde todos quepamos.