Las peores personas
Manuel García Estrada
El imprudente, el necio, el obstinado de lo estúpido suele sacar de las casillas a cualquiera, es un sujeto incapaz de cambiar su manera de pensar por aferrarse a mentiras que sostienen su vida. La mediocridad es la sangre que le brinda identidad y la envidia es flor de su jardín ideológico. Es el incongruente per sé que juzga al resto como a sí mismo: unos roban ergo todos robamos; unos son corruptos ergo todos lo somos; culpa a los demás de los males para que nadie tenga responsabilidad de nada. Es el irresponsable sin carácter, sin valor, el que es incapaz de trascender su patética existencia para convertirse en un ser humano genuino.
El necio es el ignorante, el incongruente, el que habla de tonterías para que se pierda en medio de la nada con su cerebro vacío de ideas y abstracción para resolución de problemas en la vida cotidiana, es decir, habla de banalidades para que no se note su falta de inteligencia y procura marear al interlocutor elevando su volumen de voz o con tormentas de información sin sentido.
Ese necio, que es mediocre porque se conforma con datos del pasado sintiéndose inquisidor del resto y condenándolos a que el futuro sea como él dice, es el que más daño hace a los procesos democráticos y culturales de las sociedades, es el que se vende al mejor postor, el que ridiculiza al sabio o al artista porque se sabe de menor valor que ellos pero busca ocultarlo lanzando ladridos a todos los transeúntes, no vaya a ser que le quieran quitar su metro cuadrado de territorio.
El necio es el que no cambia y no persigue el cambio y al generalizar dice que nadie quiere que el cambio se dé, mide al resto con el mismo metro de sus carencias. Es incapaz de crear un nuevo mundo en su mente porque le aterra pensar de manera independiente, es mediocre de los que aman el protocolo y las buenas costumbres. Típico lector de libros de superación personal que le sirven para justificar su cobardía, su medianía.
El necio, el mediocre, se sostiene del ego mal entendido, de su currículum que no dice nada sobre su calidad humana más que de su capacitación y experiencia profesional. Se toma de la soga de lo fatuo para creerse de clase alta cuando no es más que un simple gato de oficina o pelele de poderosos.
No vale ni siquiera lo que un grano de maíz pero se cree fundido en oro. Esa clase de personas son las que mienten, manipulan, ensucian a la sociedad y buscan detener su desarrollo, son típicos necios y mediocres los fanáticos religiosos, que basan su existencia en el odio y que censuran, vetan y solicitan de la manera más atenta que sean omitidos datos que exhiban su inoperanción, incapacidad y medianía.
Lo mejor para un necio, ignorante y mediocre sujeto es ocupar un puesto cobijado por corruptos y vendidos a los intereses más bajos de la sociedad. Son enemigos del progreso y de la libertad. Para él un árbol es considerado apenas materia prima, un insumo, y concibe a la riqueza económica como el “éxito”, por ello oprime, reprime, somete, acusa, chismorrea, calumnia, difama. Es miembro del sector más bajo pero que da golpes a lo más alto.
Necios, vendidos han sido muchos y abundan hoy en día pero no poseen la fuerza más importante y recia del mundo que es la razón. Así que cada vez que escriben o dicen cosas venenosas es como si escupieran al cielo, acaban recibiendo el escupitajo en el rostro y no se explican el por qué de lo que les ha caído “del cielo”. Son los peores ciegos, sordos, profesionales y personas.