Los estúpidos marxistas mexicanos ahora apoyan al ultra neoliberal y conservador Putin, aman a los déspotas.

Nunca he sido marxista ni lo seré, fue suficiente llegar al aula «Carlos Marx» de la facultad de comunicación de la Universidad Autónoma del Estado de México para decidir que no quería estudiar en esa escuela que evidentemente promueve el resentimiento y el odio.

Yo me tuve que soplar al marxismo desde la secundaria cuando en Ciencias Sociales se hablaba de las ideologías -sin así llamarles, eran «modelos económicos del mundo»- pero cuando el maestrito de la materia nos puso a debatir sobre capitalismo y comunismo yo defendí al primero porque ya había leído suficiente del asesino Stalin en los libros que mi abuelo paterno dejaba a mi alcance adicionando a los de la biblioteca de mi papá y por supuesto a las conversaciones de Alberto Ortiz Colina, que había sido el boticario del pueblo de donde originalmente era mi abuelo. Eran amigos pero Alberto se convirtió en pensador y escritor y se dedicó al revisionismo histórico.

Mi debate escolar fue en primer año de secundaria número 7, la «Estado de México», escuela pública en Toluca y mi maestro se sintió muy agraviado pero no pudo, el maestro, defender su modelo baquetonero. A mi nadie me dijo qué decir, leí libros y recordaba los debates entre Ortiz y un pintor de apellidos Silva Pulgar que había huido de Chile a finales de los 70. Fue un choque entre la visión libertaria y un marxista que no aguantó la lucha de las ideas y decidió irse de la casa de mis padres.

Ya estudiando la universidad jamás volví a saber del marxismo más que como mera referencia de ideología y modelo económico en la clase de macroeconomía. Recuerdo que escuché con sorpresa a mi maestro neoliberal decir que las clases medias desaparecerían con la aplicación del sistema. Me pareció muy agresivo e injusto máxime porque el maestro mostraba como algo natural el suicidio de la escuela en la que daba clases que se compone por clasemedieros del país: el Tec.

Reconozco que ser hijo de un veterano del 68 te da una visión bastante comunistoide pero en casa no prosperaba el sistemita porque mi madre tenía un negocio y la nomenklatura del gobierno hacía que mi papá la pasara mal en su trabajo y solo se veía feliz cuando en su consultorio particular ejercía su carrera y podía planear futuros. Los burócratas a menos que estén en la cúpula no son más que obedientes siervos del cáncer del país: los sindicatos.

Ya los aires de cambio en los 80 nos daban esperanza con la PERESTROIKA y la GLASNOT, en México se vendían playeras con esas palabras y con símbolos soviéticos en una extraña mezcla en donde Gorvachov seguía con la simbología soviet mientras aniquilaba al régimen genocida.

Cuando cayó el muro en casa todos estábamos muy contentos, por fin se largaban los nefastos comunistas de Europa y una tía mía, investigadora en Alemania Occidental nos contaba en una cena -estaba de visita en México- la alegría con la que todos estaban departiendo en Berlín la noche en que la libertad regresó a Alemania entera.

Llegaron los 90 sin la URSS y todo parecía mejor, ya el no tener que vivir con la idea de que la guerra nuclear podía desatarse era un alivio -los niños de los 70 y 80 crecimos sabiendo que podía ocurrir-. Finalmente Rusia regresó a ser Rusía.

La llegada de Vladimir Putin es uno de los fenómenos más naturales de las sociedades habituales a los autoritarismos: Los rusos pasaron del Zar al Presidente del Politburó con sus déspotas para llegar a Putin, el ultra conservador, neoliberal y corrupto, otro déspota. No se compara con el zar Alejandro porque ese no tenía ese estilo dictatorial pero sí tenía el control total.

Hoy los pobres burros marxistas leninistas se quedaron sin la URSS pero al ver en Putin un hijo autoritario de Stalin o Lenin que sirvió fielmente al terrorismo estatal sóviet lo quieren hacer marxista cuando de esa id3eología solo tiene lo tiránico. De entre esos ignorantes salen figuras como Taibo, Salmerón, Sheinbaum, Batres, Díaz Polanco y demás sectarios maoísta marxistas de morena que como hemos podido ver recientemente están encabezados por otro perdido en el espacio tiempo: Andrés Manuel López Obrador que declaró que México tienen una buena relación con la Unión Soviética. Pobre. Pero se entiende porque en medio de sus desastres ideológicos y mentiras hasta entre ellos se hacen bolas.

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