No somos iguales.

El Hijo del Rayo.

De verdad agradezco que los pejezombies, Obrador y los solovinos, griten a cada rato que no somos iguales, NO LO SOMOS.

A mi me parecería super raro levantarme cada mañana ya con odio y resentimiento para atacar a todos aquellos que no piensen como yo, a veces he pensado que si tuviera la capacidad de ellos por menospreciarse de ese modo sería terrible, peor que ellos, pero no puedo. Me educaron a no atacar a la gente por su apariencia, orientación sexual, religión, clase socioeconómica o sociocultural, me enseñaron a respetar a todos y a hablarles de usted, a pedir permiso para poder pasar cuando hay mucha gente o cuando dos personas hablan en la calle y debo cruzar entre ellos.

Mis abuelas, tuve suerte, me enseñaron a creer en el trabajo y en la libertad de culto, a pelear por los derechos y a tener valor frente a los necios, mi abuelo me enseñó a entender que la puntualidad y la sobriedad brindan respeto y vertebran las rutinas de trabajo. Mis padres me hicieron valorar el derecho a disentir, a la rebelión, a la lucha contra gobiernos déspotas, a no creer en las mentiras de los que se llenan la boca diciendo que están por el pueblo traicionándolo.

Que bueno que no somos iguales.

Crecí en un hogar donde se valora a los ancianos pero no se les tiene lástima ni se usan para victimizarse, al contrario, se les dignifica y festeja y celebra su capacidad y valor de mantenerse aguerridos frente a injusticias y estupideces.

Valoro que mis abuelas hayan sido distintas, una mocha y otra agnóstica. La mocha se casó con un protestante en donde su familia es de muchas variantes evangélicas y eso jamás fue un problema para nadie. La agnóstica llegó a la duda de dios y su existencia habiendo pasado por católica, testigo de Jehová, evangélica, novaerense y cuando mi abuelo afectado por Parkinson no se pudo levantar más le llevó hasta chamanes con el afán de curarlo, él, ateo, le corrió a todos pero le agradecía su preocupación.

No somos iguales a los que deambulan por las calles diciendo que tienen la razón, la única verdad, su nuevo dogma, el oscurantismo fanático anquilosado de marxismos, maoísmos, nazismos, fascismos, castristas, disfrazados de universitarios en donde no aprendieron verdaderamente de ciencias y el mundo sino fueron adoctrinados para usarlos como carne de cañón para imponer ídolos pobretones que ahora millonarios siguen esclavizando a los necios, a los estúpidos que adoloridos por sentirse superiores sin serlo no soportan la idea de que existan personas que quieran mejorar su nivel de vida, ésta, que es la única que tendremos, una vida en donde lo único que puedes tener es experiencias y éstas deben de ser buenas, comer bien, viajar, disfrutar del teatro, el jazz, la ópera, un baile, un concierto en primera fila, de lo que sea, Luis Miguel, Frangoulis o Bad Bunny. No está mal querer un diamante o unos zapatos de piel buena, lo que está mal es culpar de todo al que lucha y pelea por subir en su capacidad de experimentar al mundo.

Ellos, esos sujetos resentidos y adoctrinados que no recibieron en sus casas el espíritu de emprendimiento, de lucha, los enseñaron a culpar a los demás de sus desgracias y a decir que viven en una injusticia permanente cuando en realidad no desean despertar para exigir oportunidades, se conforman con limosnas, les da hueva emprender porque es más fácil poner la mano cada quincena para recibir dinero y culpar al patrón de no pagarles más, de no regalarles la empresa. Confunden al político ladrón con el empresario, confunden al traficante de influencias con el empresario que toma oportunidades compartiendo ganancias, confunden a sus líderes saqueadores con empresarios y líderes que por no robar son golpeados cada día por no someterse a la mierda del mundo. Son acomplejados.

Culpan al mundo de no ser justo cuando se han reproducido sin saber por qué ni para qué y cuando los cuestionas hablan de sus miserables vidas emocionales que buscan afecto a cualquier precio, incluso algunos convertidos en diputados alegan su derecho a la prostitución en medio de su vida pobre en lo económico, social, cultural, autoestima y desarrollo.

Que bueno que no somos iguales y que ejercemos la libertad de dar apoyo a quien nos da la gana sin ser borregos, no somos iguales porque podemos elegir con quien hacer alianzas, hacer acuerdos y lealtades con quienes podemos establecer acuerdos. Somos libres, no corderos miserables buscando algún reconocimiento por ser parte de un grupo, aunque éste sea de gente mierda apoyando al rey de más mierda.

Que bueno que no somos iguales y que valoramos la libertad, la justicia, la república y a la democracia por encima de la marcha de los corderos al matadero para quedar bien con los carniceros.

Que bueno que no usamos bozales porque esos nos recuerdan a los que se persignan sin cuestionar, a los que arrastrados por totalitarismos aplauden holocaustos. No somos iguales y que bueno porque no podría nunca justificar el genocidio al abandonar al sistema de salud ni justificar la existencia de un ejército de esclavos que están condenados a ser los sin nadie por haber sido educados en un sistema de vulgarización de la conciencia para hacerlos tontos, ignorantes y perros ladrando por recibir sobras o quizás, en el mejor de los casos: croquetas.

No somos iguales y a diferencia de ellos entiendo su derecho a existir y expresarse porque soy demócrata y la democracia sin diferencias es su extinción, detesto la división de los hombres de las mujeres, de los homosexuales de los bisexuales o de los heterosexuales, detesto que se privilegia lo homogéneo en lugar de enaltecer a la pluralidad.

No somos iguales porque creo en el poder de poner en común los temas y de acordar para construir mundos, el que destruye a la comunidad con sus palabras mezquinas de identidades pedorras solo van por la profunda división para crear colectivos que permanecen en guerra constante contra todos los mundos, ellos, los que apoyan el odio, buscan hacer de la república cenizas, del imperio de la ley un circo porque privilegian al show sobre la sanción que permite la vida del derecho; si destruyen el estado de derecho acaban con la política y eso provoca la caída del Estado. Es la muerte de la paz.

Estamos en los tiempos en que el Estado-nación aún nos garantiza la libertad con derecho a prosperar, siempre en pluralidad y diferencia, los sembradores de odio quieren que toda discrepancia sea eliminada o se suicide para que el totalitarismo sea el gran gobierno de los mediocres en donde nadie tiene derecho a expresarse, a cambiar de opinión, a tener sexo con hombres o mujeres o ambos, quieren dictar las reglas, como lo hizo la Iglesia, sin que nadie cuestione. Se disfrazan de gente evolucionada pero no son más que una bola de patanes revolucionarios que nunca salen de la espiral de las mentiras.

No somos iguales, me enseñaron desde niño a pensar, a cuestionar, me dieron las armas más poderosas del universo: el café, los libros, el arte y la capacidad de auto observación.

Definitivo, que bueno que no somos iguales.

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