República Cafeína

Manuel García Estrada / para revista La diosa blanca

Hay gente rara que tergiversa el tema de beber café de muchas maneras inimaginables, los más extraños son los que rechazan beber de este maravilloso grano diciendo que no les gusta cómo se sienten cuando lo toman.

En México hay una extraña tendencia de wannabes a no tomar café, se da más en las ciudades donde la cultura woke tiene seguidores que se mezclan estúpidamente con las dimensiones del yoga, la meditación o el intento de ecologismo actual que aboga por la propaganda del calentamiento global… o que la tierra es plana.

En los estados productores de café lo normal es que desde niño lo bebas con leche y acompañes con pan para ir a la escuela o después de la comida. No pasa nada. Si lo que alegan los wannabes de que pone mal a los infantes les debo decir que es porque aspiran a sentirse letrados, la realidad es que exhiben su ignorancia con tendencias retrógradas de otros aspiracionistas de capitales globales. Lo peor que le pasa a los chamacos es que se ponen preguntones, exactamente lo mismo que le sucede a cualquier bebedor de cafeína.

Les debo aclarar que si lo que buscan algunos es decir que la cafeína puede hacer adicto a alguien es un error, es la droga perfecta y quizás los más timoratos y beatos se espanten con la palabra que les vuela cabeza ¿Cómo darle a un niño droga? Ay por favor. Les dan azúcar que es realmente adictiva y les hace mucho daño o qué ¿nunca han visto cómo se pone un niño cuando bebe chocolate? Comienza a dar de gritos y a correr como poseído por los demonios.

Con el café el único demonio que los poseerá será el de querer saber más de todo.

De hecho en la experiencia desde la cafetería, Rococó Café Espresso hoy Banco Cultural del Café, vemos como lo que he dicho arriba pasa. Los niños que piden capuchino rara vez generan conflicto pero los que toman azúcar vuelven a sus padres y a los demás clientes locos. Le recomiendo a los padres que tienen lástima por sus hijos y no se atreven a limitarlos en su conducta y no les enseñan buenos modales que se abstengan de darles dulces porque de verdad es nefasto el hecho de soportar infantes mal portados que gozan de impunidad de una negligente paternidad.

Si hasta ahora usted lector amable no se ha ofendido es porque entiende que la cafeína es un divino disparo de estimulaciones al sistema nervioso central que le dilatan las pupilas, lo hace cuestionar todo, aprende más, tiene mejor memoria y es más veloz en construcción de ideas, la sinapsis se pone chida.

La cafeína es un tema de que cuando está en ceremonia del café se debe disfrutar al beberla, ya sea en taza o vaso, pocillo o termo, emanado de brew bar o artesanal como la prensa francesa, el dripper V60, la moka italiana o de la Torre Fría o incluso de su vieja cafetera de filtro de papel (que se considera artesanal).

Los espressos, los artesanales, en ritual deben ser una experiencia sensorial que le haga reconocer los sabores del café o el perfil del grano pero al final si lo que busca es estar chido beba el café sin reparo.

BEBEDORES DE CAFÉ.

1. NICOLÁS ALVARADO

Conocí a Nicolás Alvarado por el café, por su degustación magistral del espresso.

Llegó caminando con Ralston, su perro, a Rococó, con ese estilo digno de ensayista afrancesado y se sentó en la terraza, la mesa dos. Frente a un fresno al cual le poníamos focos que iluminaban la fachada del café.

Poco a poco sus visitas fueron siendo más frecuentes hasta que se convirtió en un habitual que no solo exigía beber café bien hecho y de calidad superior sino que también gustaba de intercambiar palabras e ideas.

Las conversaciones en torno al café eran perfectas, lo pudimos convencer de probar los métodos artesanales que hace tiempo estaban en boga: el sifón japonés fue uno de ellos. Después de beberlo tuvo la gentileza de invitarnos a su programa de televisión a prepararlo.

Este perfecto bebedor de café nos generó filas de personas queriendo probar su recomendación por Tv, extrañábamos verlo y platicar con él, siempre se las arregló para llegar temprano antes que se llenara el local.

Nicolás ama beber espressos, su mamá también, porque sí, acabó llevando también a su mamá, esposa y amigos. Hizo referencia de Rococó en textos y con el tiempo el grano nos hizo tejer una amistad interna y profunda entre corazones de los amantes de la República Cafeína.

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