Responsabilidad sí, victimización no.

Cansa, escuchar a tanto mediocre que deambula en las redes sociales o en las calles, clubes o en oficinas cansa porque es detestable que se resisten a madurar y a ser personas adultas. Todo el tiempo esperan que los rescate el amigo imaginario al que llaman dios o virgen o santo, incluso esperan que los salve un nuevo jefe de su «terrible condena laboral»… trabajar; esperan que los salve una pareja, un marido, una esposa, un abuelo, un nieto, se niegan a ser gente grande con capacidad de resolver sus problemas y enfrentarlos. Casi casi esperan que bajen alienígenas a rescatarlos del mundo.

De hecho en la facho pandemia había un movimiento que aseguraba que la Tierra estaba rodeada por naves espaciales y les hacían llegar mensajes los que denominan Pleyadianos, hablaban de batallas celestiales y de fuerzas luminosas contra los oscuros y que la gente debería estar tranquila porque todo ya estaba arreglado. Es decir, adormecían a una población infantil que aunque ya tienen pelos en todos lados se siguen queriendo acurrucar a que alguien lo salve. Se resisten a crecer porque les es muy doloroso saberse patéticos debido a su culto a la holgazanería; no se meten en problemas, dejan que otros se partan la madre y el lomo para dormir siestas que cuando salen de ellas y el mundo ha cambiado se emocionan creyéndose los ganadores. No pueden ni disfrutar esas victorias de la vida porque no las han vivido. Son cobardes.

Cuando la responsabilidad se pone en el centro de la sociedad las cosas mejoran porque se ejerce el derecho a la libertad, cuando la victimización se coloca al centro todo se detiene, se busca culpar a los demás de todo absurdo hecho. Son niños que se resisten a ser ciudadanos. El ciudadano asume su responsabilidad con lo público, se convierte en un actor social. El mediocre no. Observa y se atreve a negar lo que ve.

Hoy cuando el país y el mundo necesitan ciudadanos a muchos les es más fácil ponerse un bozal y obedecer como criados de los señores del poder lo que les digan y buscan mostrar su docilidad para recibir una croquetita y que les digan que son los mejores obedeciendo. Vaya con esta bola de miedosos y mediocres.

Para que un país sea fuerte requiere ciudadanos, no niños chiquitos culpando a los demás o al pasado de lo que sucede. Estos que son tiempos de lucha total contra los totalitarismos necesitamos más responsables y menos perezosos. El futuro está en nuestras manos hoy.

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