Ser consecuentes.
Manuel García Estrada
La necesidad de mejorar nuestra democracia tiene que basarse, entre muchas cosas, en el discurso genuino y en las acciones honestas, ello significa la aplicación de ética en el manejo de datos, discursos, manifestaciones, acciones y hasta encuestas.
Si un pueblo basa la toma de sus decisiones en la opinión pública manipulada lo que viene es la debacle de los gobiernos y las instituciones todas. El engaño no sólo es algo que padece a quien se le dirige sino también quien lo genera ya que se basa en mentiras, en algo inexistente que confunde a todos en el impulso para la construcción de futuro común. Es decir, basándonos en las mentiras lo que tendremos es un porvenir frustrante y depresivo para todos.
La política en todos lados no debe sostenerse en la manipulación de la opinión pública porque eso derrumba toda veracidad de dicho sistema echándola a la ruina que se lleva a pueblos enteros a la decadencia, a la corrupción, a la suciedad mental. No es sana, no es buena, no es lo que merecen los que apenas han nacido y los que vienen.
Cuando algunos políticos basan su estrategia electoral en la mentira todos comenzamos a vivir en la zozobra, en lo vacío y no se vale porque ¿qué necesidad tenemos de vivir en un mundo mediocre y ficticio cuando podríamos vivir y tomar decisiones con base en la realidad para transformarla?
Cada ataque a sitios web o en redes sociales a la transparencia y honestidad en la opinión pública es disuasivo de la razón, persuade en falacias que destruyen la esperanza y procuran la tristeza social. No debemos olvidar que el bien-estar se mide en la felicidad, en la alegría de un pueblo. ¿Qué gana el político que manipula y ensucia una elección? ¿Un cargo? ¿De cuántos años? ¿Ese poder le alejará de la muerte? Falta más lógica y humanidad y sobra la codicia y la ambición estúpidas.
Hoy, cuando este verano otra vez llegaremos al encontronazo de los trenes ideológicos, sociales, culturales, de creencia y no creencia, económicos y filosóficos en las elecciones que ya definen el 2024 se debe vencer con la razón, lo real, lo que de verdad existe y que no está en una tabla estadística manipulada a la mala por la oposición que no ha logrado generar un solo argumento contundente o capaz de vencer los avances de la transformación con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Hay que pensar más en conjunto y menos en individualismo tonto y fatuo, hay que pensar en los ancianos, los niños, los gay, las mujeres golpeadas, los pequeños comerciantes, los profesionistas que empiezan. Hay que fortalecer la posibilidad de cambio profundo manteniendo el rumbo. Ni un paso atrás y vamos con todo a la cita electoral de este año, vamos hacia el futuro siendo consecuentes con nuestro voto del 2018.