Brasil y Argentina son un grave problema para EEUU.
Estados Unidos impulsó cuanto pudo el regreso de Lula, fue un miserable triunfo sobre Bolsonaro que asegún estaría 15 puntos abajo del «obrero» que ahora es un multimillonario pero que sigue vendiendo un mensaje de engaño y manipulación a masas presas de la polarización que han impulsado e impuesto los grandes capitales que buscan el sometimiento del granel de la nación norteamericana.
Brasil y Argentina están repletos de posibilidades para desarrollarse y generarse como potencias pero ha sido muy inteligente la estrategia de Estados Unidos: vender que la «izquierda» ha ganado en esos países para liberarse del imperialismo, la realidad es que lo único que hacen es sumar a las masas de pobres a más pobres que cada día tienen menos con qué alimentarse y se prostituyen en los mercados laborales y con «el favor» del gobierno reciben limosnas que llaman «apoyos sociales» que solo es una base de control absolutista.
El triunfo de Lula en Brasil no es una señal para el continente, se envalentonarán todos los demás «izquierdistas» diciéndole a la gente que son los EEUU los que impiden el desarrollo, el mismo discurso que han mantenido vigente en Cuba mientras siguen traficando drogas a los gringos, como Cuba, y siguen vendiendo petróleo a Washington y hacen rutas para los productos de Norteamérica como en el Istmo de Tehuántepec.
A los pueblos les venden «justicia» y lucha «anti imperialista» pero la realidad es que todos los latinomericanos dependen mucho del mercado de EEUU así que el show es bueno para mantener la hegemonía hemisférica y permitir la división y el odio en los países que jamás dejarán de ser emergentes o subdesarrollados porque están vendidos a los que en lo oscurito determinan el uso de Latinoamérica como lo proyectaron desde los tiempos de Bolívar o Hidalgo.
Ganó Lula pero perdió América Latina.