De acomplejados y perdedores: Mexicanos frente al triunfo de Argentina.
Me parece irrelevante el fútbol, es un deporte importante y popular pero no me parece que genere más que una especie de fascinación y locura entre sus fanáticos que son capaces de agarrarse a golpes por estar apoyando a un equipo o a otro, sin embargo la Copa del Mundo es uno de los acontecimientos más interesantes del planeta en donde todos, sin importar sus orígenes, deciden estar bajo ciertas reglas que permiten desarrollar partidos en donde se gana o pierde con acuerdos consensuados para definir triunfos.
La Copa del Mundo es un ejemplo del funcionamiento en territorio de pluralidad y república en donde todos aceptan reglas, límites y con ello liberan sentimientos, pensamientos y posibilidades. Detrás, en el mundo real fuera de apologías está un sistema corrupto de selección de sedes o de funcionamiento de arbitros pero al final funciona y genera una emocionalidad única y mundial.
Con el triunfo de Argentina, cosa que a mi me vale una reverenda madre, los habitantes de aquella nación se desbordaron en las calles para festejar el triunfo, es decir, festejar que son ganadores. En México ha sido mucho más interesante ver las reacciones del público.
Muchos mexicanos sienten admiración por el triunfo de Argentina y del jugador de apellido Messi, un pequeño sujeto lleno de talento que haciendo siempre referencia a su órgano sexual en miles de vídeos en las redes sociales lo muestran varonil porque en la cultura machista el tener un paquete grande lo hace «más hombre» (?). Este héroe del fútbol argentino ha movido pasiones e inspira a miles de niños a querer ser excelentes jugadores como él.
Otros mexicanos, los de catálogo, los clásicos, comenzaron a llenar las redes con dolor y resentimiento alegando que ahora cómo iban a aguantar a los argentinos sintiéndose superiores o mejores. Aclaremos:
- Sí, Argentina ganó el mundial, son ganadores.
- Sí, México otra vez ha sido una vergüenza, son perdedores.
Entonces no hay que soportar a quien se crea superior si ha demostrado serlo, hay que admirarlo y aprender de él, esos mexicanos quejosos solo nos muestran que su mediocridad -clásica- les impide ver más allá y se quedan de resentidos sabiéndose inferiores, perdedores, pero en lugar de intentar mejorar exigiendo que su equipo sea de calidad prefieren atacar a quienes han ganado.
El comportamiento de los nefastos y ardidos, envidiosos y mediocres mexicanos, es exactamente igual al de los que llamamos pejezombies, solovinos, obradoristas que no tienen nada que presumir, que solo son aplaudidores de un gobierno de decepción, falsedad y traición que no logra nada por el país más que alimentar más el odio a los ganadores, a los triunfadores, de hecho el presidente de México está en contra de la aspiración al éxito y al triunfo, para él lo que los jugadores mexicanos hicieron lo que debían… nada. Y les bendijo con que eso está bien. Más mediocre ni el gris.
Si a los mexicanos que les molesta la autoestima, seguridad y fortaleza de los argentinos dejaran de criticarlos y les aprendieran seguramente en lugar de ver calles pedorras en las ciudades del país podrían copiar las espléndidas calles y avenida, bulevares y autopistas de Argentina, copiar sus parques, sus impecables restoranes, sus bellas calles arboladas, su nivel de lectura, su amor por el teatro, su pasión por el debate político podríamos obtener una mejora al país, por cierto, los argentinos no sienten ni odio ni tienen resentimiento contra los mexicanos a pesar de que les atiborramos con productos musicales de toda clase, especialmente música muy comercial y malita.
Los comentarios negativos y de odio contra los argentinos no solo demuestran que el problema no son los argentinos sino el complejo de inferioridad de muchos mexicanos que en lugar de buscar superarse defienden su mediocridad atacando a otros.
Si no les gusta que los argentinos sean superiores… supérenlos.