Desastre ambiental

Manuel García Estrada

Más allá de la simplona idea del cambio climático y los conspiranoicos radicales anti propaganda (que acaban siendo iguales)

En 1991 ya se hablaba muy fuerte sobre el daño al planeta en «Salvemos la Tierra» de Jonathon Porritt, un libro prologueado por el príncipe Carlos y en México por Homero Aridjis. Ese libro se vendió masivamente a través de la tienda Aurrerá. Pero parece que a quienes les interesó se les olvidó que las alertas contenidas en ese material debían ponernos en movimiento a todos.

Hoy cuando escucho a los jóvenes preocupados por el futuro sin planeta sano y los escucho cuestionarse de porqué no se ha hecho nada les tengo respuesta chicos, a muchos de sus padres la Tierra no les importa, en 1991 cuando salió el libro referido al menos yo era el único en el campus Toluca del Tec al que le importaba el tema. Muchos compañeros me tildaban de loco o se reían de mi. Recuerdo que me veían como estrafalario o idiota porque protestaba con las máscaras anti gas y mis letreros de «afina tu auto». Así que ya lo sabes, a tus papás esos que dicen que les preocupa tu futuro no cambiaron sus hábitos de consumo sino todo lo contrario, siguen creyendo que poseer es ser.

En el verano del 91 hice una campaña para repoblar al campus del Tec con árboles, mis compañeros casi en su totalidad se fueron de vacaciones, ya sea a la playa o a estar de huevones en casa, solo mi amiga Paty decidió seguirme la corriente ambientalista y plantamos 1023 oyameles en distintos jardines. Lo hicimos a mano con la ayuda de un jardinero que después de vernos pelear con el pico y la pala nos llevó un artilugio para facilitarnos el trabajo.

Cuando acabó el verano la escuela tenía más árboles que a nadie le importaban, de hecho como éramos ñoños los compañeros nos vieron haciendo cosas de nerds pero a ellos lo que pasara con la naturaleza les seguía valiendo madre.

Quisiera que el desastre ambiental que estamos empezando a vivir no sucediera pero la hipocresía humana provoca que todo siga igual, en las apariencias. 

Hace unas semanas entré a una farmacia a comprar unas botellas de agua, eran 8 de litro y medio, el vendedor me preguntó si quería bolsas, le dije que sí máximo si veía la cantidad de botellas que llevaba y me dijo que me lo cuestionaba porque estaban ahorrando esas bolsas para cuidar al planeta. Sentí vergüenza de semejante idiota, llevaba 8 botellas de plástico de una farmacia llena de paquetes, frascos, botes, sobres de plástico, contenedores plásticos que tenían dentro rastrillos o cartón plastificado con pilas dentro. No me enojé pero me di cuenta que un sujeto que apenas acabaría la secundaria y que se había nutrido de anuncios durante toda su vida estaba creído que el desuso de las bolsas del plástico es el gran cambio. Así como a él a millones de personas les han transferido la responsabilidad de la destrucción ambiental o del cambio climático quitando la responsabilidad a las corporaciones que como Coca Cola desecan los mantos acuíferos, Nestlé que destruye cafetales de bosque para producir más nescafé, Pepsi que contamina con plástico en un día lo que tú lo harás en toda tu vida, Energizer que no solo empaqueta todo con plásticos y cartones plastificados sino que sigue en el negocio de las baterías, todo esto nomás por dar unos ejemplitos pero es que son las grandes empresas las que más destruyen la Tierra.

¿Cuando entras a un supermercado como COSTCO no te preguntas cuanto se ha destruido para llenar la tienda de objetos? ¿No multiplicas lo que ves ofertado por la cantidad de COSTCOs que hay más Chedrahui, Carrefour, Walmart, Comercial, Aurrerá, Miniso, Superama, Sumesa, Elektra, Coppel, Liverpool, Sears, etc? ¿No multiplicas todo eso de tu ciudad por todas las tiendas en el mundo? Vaya, y tú crees que no usar popotes es la solución al mundo. Mira que hay que ser muy estúpido para caer en el cuento de que somos los responsables de lo que pasa, que al final si lo ponemos en que por culpa de tanta reproducción humana hay que producir tanto pues sí te creo lo que de nosotros somos los responsables. 

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