Envidia, el cáncer nacional.

Ya a finales de los años 80 Maquío había escrito un artículo intitulado como el de este breve comentario sobre la incapacidad de millones de personas de trabajar y desarrollar al país sin ofender, meter el pie, bloquear o agredir a los que van empujando la posibilidad de mejoramiento de sociedades, ciudades o municipios.

Manuel J Clouthier mencionaba todos los problemas que surgen de las envidias pero lo que no nos dijo cuál es el origen de este mal. De entrada es un asunto digno de un foro de sicología y siquiatría para analizar la construcción de la mentalidad de las personas y que está ligada fuertemente a daños profundos de la autoestima que un bajo desarrollo sumado a dogmas e ideologías promotoras de resentimiento y victimización abonan la normalización de la mediocridad.

La autoestima no se desarrollará bien en un individuo que nace en un entorno de gente jodida en su psique, en donde la cultura se vive por la televisión, la información por Facebook, su acercamiento a las expresiones musicales por la radio de música de chafa y la posibilidad de democracia la aprende en un hogar patriarcal y machista. Esta gente con una raíz limitada irá creciendo de manera deforme atacando su proceso de construcción de identidad que en lugar de profundizar en su Ser lo llevará a lo que conoce de manera natural -normalizado- que es elegir un bando, como si eligiera en que porra de un equipo de fútbol estar.

Desde el momento en que una persona en vez de ser libre elije un bando ha comenzado su proceso de esclavización sicológica que reiterativamente vivirá cada día, habrá americanistas o fans de las chivas, será panista o morenista, izquierdista o derechista, y como ha mamado la religión de la victimización y el drama, el cristianismo católico mexicano necesitará justificar el porqué está en el grupo elegido. Iniciará el diseño de la estructura por la cual todo lo que haga será llamado «bueno» y lo que haga el resto de la gente que no piense como él serán los malos.

La patética identidad de una persona se identifica cuando es muy engreída, wannabe, egocéntrica, que es como describe Samuel Ramos al «peladito mexicano» pero al tener herramientas limitadas cuando se topa con gente que no le sigue la corriente y trabaja y para colmo sobresale se desata el odio que nace de la envidia y por una pregunta sencilla ¿Por qué el otro es mejor que yo y no cree en lo que yo digo que es la verdad y lo bueno?

Tenemos en México muchos enanos de psique con problemas que solo se arreglarían con terapia sicológico e ingiriendo mucho litio para que pueda revertir todas las frustraciones que le hacen «tirar mierda» contra el que «se atrevió» a pensar distinto y a no esperar señal alguna de nadie para actuar.

La 4T ha movido el árbol de las nueces del odio y le ha caído fruto entre millones de personas infelices que se sienten victimas del pasado, del presente y de los empresarios, se sienten víctimas de un gobierno que para ellos, debería de darles todo a cambio de nada y si les da un poco están dispuestos a defender con toda posibilidad a su alcance aunque ello signifique la destrucción del país. Para ellos eso no importa, lo importante es que su razón sea para todos, por ello son antidemocráticos y para acabarla de amolar, son autoritarios por su necesidad «ahuevista» de sentirse aunque sea una vez en sus patéticas vidas «ganadores».

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