GOZOSA PENITENCIA

Como ciego peregrino

y beligerante mortal,

inspiro sulfuro letal

del templo luciferino,

palacio del gran adivino.

El albor infernal quema

mi adoctrinado sistema,

la profunda oscuridad

carente de tiempo y edad,

es mi temible anatema.

Encerrado en una prisión

de fino cristal cortado,

por haber amado lo vedado,

la desventurada pasión

se tipificó en maldición.

Placeres de albos nardos

dominaron mis sentidos;

mi sed con su dulce néctar

la pude saciar sin cesar,

violando sacros decretos.

Condenan mi nosogenia.

Me sentencian de hereje

de merodear fuera del eje.

me acusan por ingnominia

de impostura, de calumnia,

de oler las flores inauditas;

para Baudelaire, malditas,

para mi, mis mil verdades;

proclama de mis libertades,

versos de letras prohibidas.

Simpatizantes del polvo

destruyen los cien caminos

del magno obispo, construidos.

Mi alma gris y cuerpo salvo;

mis rojas cadenas disuelvo.

Libre, me zambullo en el Leteo,

olvido el dolor, y un aire Boreo

me hiela, e inflamo de gozo.

Alcanzo el cénit, pleno y fugaz,

entre velos de valquirias

y éxtasis, celebro mis exequias.

Desechando mi polvo falaz,

mi polvo tenso y mordaz,

de naturaleza muerta,

de humanidad desierta,

de pueriles espejismos,

de neuróticos silogismos.

Despierto, caigo hacia mi libertad.

-Marlon León

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