Relatos Covidianos, Covidiotas, Pandemiados o como usted le parezca mejor el título.

Disclaimer

Soy un conservador neoliberal derechista, voté por Ricardo Anaya, por Felipe Calderón y por Vicente Fox. Pertenezco a la clase media, es decir, soy aspiracionista y quiero salir adelante a como dé lugar, un PRIANRDISTA promedio… Leo el Reforma y el NY Times además de seguir en Twitter a Brozo y estar suscrito a LatinUs en YouTube. Soy mocho, católico, apostólico, Romano y apologista. Devoto de la Guadalupana y del Sagrado Corazón de Jesús.

A veces pinto, a veces canto, a veces escribo y las más de las veces no hago nada productivo. Soy clasista y he escrito sandeces en algunas transmisiones en vivo que realiza el gobierno de la cuarta. Un poco gay, más bien bisexual (pero de clóset, como Dios manda) Padezco obesidad mórbida y me como hasta las letras, mi talla es doblemente pornográfica <<6X para precisar>>; estos dos últimos se los debo a The Coca Cola Company, secta a la que pertenezco. Si después de toda esta letanía de mis defectos (plagio deliberado a Pita Amor) todavía me lees, creo que vamos por buen camino y probablemente juntos pasemos un rato entretenido. Hace tiempo que no agarro un lápiz o una pluma… tampoco un teclado de computadora, más bien me he estado dosificando en el formato de los caracteres limitados o breves… ya sea los de Facebook, Instagram o específicamente los de Twitter <<mi app favorita cuando estoy a cagar>>. En fin, antes de que mi relato se ponga escatológico, quisiera agradecerte por estar… vine aquí a compartir un poco de eso que en estos años recientes me he guardado, ya que desde que me mudé a California, no converso con mucha gente tal y como solía. Me ha costado adaptarme a esta nueva cultura y al idioma anglosajón, ahora en mi cabeza hay un par de

cortos circuitos puesto que entre mis prácticas cotidianas de inglés, portugués e italiano… por razones de amoríos me asomé a conocer un poco del idioma francés… es así que mi cabeza es ahora como una paella donde bien te puedes tropezar con un poco de morcilla, chistorra, butifarra, lo mismo que con algunas almejas, camarones y demás. Lo que si te prometo, es que te ofreceré un platillo exquisito en la medida de mis posibilidades <<Como buen gordo>>

Aprovechando la generosidad de Manuel García y la plataforma de El Hijo del Rayo, me propongo iniciar con una serie de relatos a los que finalmente he resuelto en caracteres para que los vengas a leer. Sea pues este un ejercicio de redacción, de creación literaria y también un espacio en el que podamos interactuar, ya que te ofrezco ir compartiendo varias entregas, siempre y cuando reciba de tu parte la retroalimentación que sin duda alguna me será de una enorme utilidad para mejorar este ejercicio.

Primera Entrega

Después de solitarias noches de insomnio en las que el hambre me asaltaba alrededor de las cuatro de la madrugada, de revolcarme de un lado a otro en mi desordenada cama, sin lograr conciliar el sueño del todo probablemente por el hastío de saberme parcialmente recluido en mi habitación, o más bien por el resplandor de la pantalla de mi celular que pese a estar en el nivel mínimo de brillantez, aun así perturbaba mi somnolencia, decidí comenzar este ejercicio catártico esperando así poder exorcizar el torbellino de pensamientos, imágenes, sonidos y sensaciones extrasensoriales que me asaltaban en la mitad de mi descanso. En los primeros meses  de confinamiento por la pandemia del COVID-19 ya mis neuronas estaban viéndose afectadas, la sinapsis comenzaba a ser disfuncional y llegaba a confundir las cosas de la realidad con aquellas que solo había imaginado ya que me costaba literal un huevo, distinguir entre los

hechos vividos y las fantasías y ensoñaciones al no poder contrastarlos con hechos verídicos en medio del caos de mi dormitorio que para ese momento parecía ya todo menos un chiquero de marrano.

Personas con voces de televisión me susurraban al oído y me recordaban a cada instante que estábamos en la alerta máxima en la que todo era un riesgo mayor de contagio y que el solo hecho de respirar se convertía ya en un desafío… “recomendamos el uso de cubre bocas, use sanitizante, lávese las manos, desinfecte las áreas, guarde la sana distancia, los contagios van en aumento, no salga de casa, no salga de casa” había otras voces rancias que al tañer de las primeras campanadas de la mañana, se les escuchaba pregonar “No mentir, no robar, no traicionar… eso ayuda mucho… Detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo… Nos cayó como anillo al dedo…” otra voz resonaba como un eco macabro de película del Santo: ¡Fuerza moral!, ¡Fuerza moral!, ¡Fuerza moral! Es así que despertaba abruptamente… con el espíritu extraído del cuerpo, agitado y empapado en sudor de almohada… toda una pesadilla.

Si las noches eran difíciles, los días eran peores… encender la televisión y escuchar la Santa Misa… clases de biología y aritmética… numerologías y estadísticas de datos intrincados que un día iban en un sentido y otro en el opuesto y viceversa; ir al Facebook o al Twitter y encontrarse con un sinnúmero de obituarios y esquelas funerarias. Amigos, conocidos, vecinos… artistas, celebridades, políticos… muertos, muertos, muertos… ir al TikTok <<por lo menos a desfogar un poco mis perversas bajas pasiones con videítos de chicas haciendo el reto de baggy fit, la canción del Oh no, no, no! Retos de mover el culito y una que otra delicia para que los pedófilos se sintiesen como en buffet de all you can eat gringo>> a matar el tiempo, matar el tiempo… de la alcoba al cuarto de baño, de la sala a la cocina, vueltas infinitas al refrigerador… abrir la puerta inferior… abrir el congelador… los mismos tres pescados mirándome fijamente con ese ojo vidrioso lleno de escarcha, ya me parecían tan familiares que por un momento les quise poner nombre pues ya me eran muy familiares. Cerrar la portezuela del congelador y ver mi silueta desarreglada en la espejeante superficie de mi refri al cual tapicé inmediatamente con cuantos souvenirs magnéticos encontré: Un calendario de la carnicería, un afiche del papa Francisco, un destapador con forma de corcholata de una cerveza belga,

un block de Post-It con una lista de súper en el que tenía con plumón rojo escrita la frase “No olvidar comprar papel higiénico porque va a escasear”. En fin, todo aquel encierro era atroz… e insisto, mi confinamiento fue parcial ya que como pocos, tuve la fortuna de seguir yendo a mi trabajo, eso sí, embozado como a los burros de mi pueblo cuando entran a la milpa o bien, emplayado como ninja, con guantes, pasamontañas y toda serie de productos desinfectantes para rociar, untar, vaporizar, colocar en tapetes etcétera, etcétera. No sé si agradecer a Dios pero mi trabajo es considerado como esencial en esta región del sur de California, aquí en la playa gringa donde regularmente necesitas ir con chamarra a la orilla del mar. Y es que no es lo mismo vivir la pandemia del COVID-19 en el primer mundo, digamos que los norteamericanos saben tomarse las cosas en serio… bueno, digamos que la gente normal ya que también los hay en versión covidiota: corona- crazys o corona-freaks que van emplayados a todas partes y que te pueden acusar con la policía por violar las disposiciones sanitarias del condado según el nivel de estupidez de la jurisdicción. Por otra parte, existen los corona-skepticals o aquellos que consideran todo esto de la pandemia como una farsa… la mayoría de ellos seguidores de Donald Trump.

                El trabajo que desempeño es por decirlo un asunto curioso, donde regularmente interactúo con singulares personajes que me hacen reflexionar y cuestionarme acerca de la diversidad de ejemplares de nuestra especie humana… claro, también existen aquellas sub-categorías que me sería difícil describir, desde aquellos que suelen ir a todas partes en pijamas, independientemente de la hora del día, los hay también que gustan de llevar sandalias con calcetas blancas de algodón <<y es que a menos que tengas algún fetiche o que te resulte sumamente erógeno y estimulante, a mi parecer son de mal gusto y matan toda calentura>> Nada más te invito a que googlees “People of Walmart” y me comprenderás. Desde cosplayers, hippies, hípsters, new ages, darks, otakus, new emos, psicodélicos, rockers, trashies, cowboys, and so, and so… Pero Bueno, creo que este será tema de otra entrega. Claro, siempre y cuando me compartas tus impresiones, comentarios, quejas y/o sugerencias por mi email.

Por ahora, voy de vuelta a mi habitación… tirarme en la cama… conectar mi Iphone al cargador de corriente y deslizar hacia arriba, hacia abajo, <<en Tinder hacia la derecha o hacia la izquierda, según sea el apetito de la noche>> ver una y otra vez los videos del oh no, no, no… en TikTok… en fin… la misma trampa del entretenimiento burdo y soez que se propaga viralmente por doquier.

Espejoscopio.

Email: espejoscopio@yahoo.com.mx

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