Influencer y chef, cuando los burros rebuznan recio.

Hay muchos temas que podría considerar irrelevantes en las redes sociales, de entre ellos hay uno en este momento que me pareció un asunto menor pero ante la andanada del linchamiento digital decidí escribir.

La influencer Manuela Gutiérrez solicitó un intercambio al chef Édgar Nuñez, a ninguno de los dos los conocía hasta que esta polémica incendió las redes dejando ver que hay un chip inquisitorial de quienes se fueron en contra de la mujer que sin ser grosera ni exigir nada y sin amenazar con un «si no aceptas te quemaré en las redes» la han crucificado.

Lamento mucho que en mi facebook haya gente que escribe contra Gutiérrez como si ellos fueran gente chingona o doctos en el tema porque para poder opinar al menos debieran estar en la comunicación, la publicidad, el marketing, el sector de servicios -como cafés, hoteles, restoranes o negocios como librerías, autos, etc-, pero no. Conozco personalmente a varios que en las redes tomaron una posición de autoridades morales sin serlo ni merecerlo.

En el mundo de los medios de comunicación, desde los primeros periódicos, surgieron negocios a través de la difusión de productos y servicios que se otorgaban a los dueños de los medios a cambio de publicidad. Ese mundo fue evolucionando hasta que se llegó al intercambio cotidiano de la radio, la tv, los medios impresos y hoy los digitales de manera formal con acuerdos comerciales de «factura contra factura», por ejemplo, un grupo de radiodifusión que vende paquetes de spots en distintos precios puede incluso intercambiar sus spots o comentarios por automóviles, cenas -como cuando alguien se gana una cena romántica con su pareja auspiciada por un programa de radio- pero los comensales no saben -o no imaginan- que ese alimento no fue gratis, la estación lo paga mencionando al lugar o transmitiendo desde ahí en vivo.

El acuerdo de factura contra factura es un negocio, un acuerdo entre quien tiene el medio y quien posee algo que entre ellos buscan darle valor en equivalencia. Pasa todo el tiempo y hay un público muy naif que se cree todo.

Cuando «El diablo viste a la moda» Miranda Presley pide un Starbucks es obvio que esa cadena pagó por estar siendo mencionada o mostrado su logo, no faltará quienes en el público en la sala de cine siguen creyendo que la aparición de esa cafetería es porque es muy buena. Cosa que sabemos NO ES.

Para los más ortodoxos, izquierdistas, inquisidores, santos, dueños de la moral y las buenas costumbres, les debo decir que si han disfrutado a MAFALDA tendrán que asumir que el parto del personaje no fue porque Quino quisiera hacer una heroína del pensamiento crítico sino que una compañía de electrodomésticos le solicitó crear una tira cómica con un personaje que llevara la M como inicial porque la marca requería posicionar por asociación a la nena -Mafalda- con la empresa. Al final el proyecto no cuajó pero Quino siguió publicando el cómic. Es decir, Mafalda nace para anunciar, no para despertar las mentes ni mucho menos.

En la actualidad los intercambios crecieron y se han malbaratado por las redes sociales, pero eso no significa que no funcionen, no es relevante si el influencer tiene muchos o pocos seguidores, lo más importante en marketing es que tiene un nicho de mercado. Eso es lo que intercambia. por ello cuando el «chef» dice que tiene más seguidores que la mujer que posa en trajes de baños pues ES EVIDENTE porque ni él tiene chichis ni ella cocina en un restorán y los mercados son distintos, es decir, lo que aporte la chava es bueno para él a menos que él esté interesado en un mercado que no guste de ver a una joven enseñando su belleza. Por eso el inexperto e ignorante chef -nunca mencionado como empresario, que conste- sale con verdaderas guarradas que han humillado a Manuela Gutiérrez generando un linchamiento y violencia contra ella.

El supuesto chef solo debió decirle que le agradecía su oferta pero no le interesaba su público. Y aquí es cuando se pone interesante porque los cínicos en las redes linchan a Gutiérrez como si ella hubiera sido prepotente o escribiera intentado extorsionar, es decir, protegen a un agresor creyéndose dueños de la santidad y la moral. En realidad el peladaje de las redes se enoja mucho porque su mediocridad no les ayuda a ser justamente lo que atacan: influencers.

Incluso tomando a unos tres sujetos que conozco personalmente de facebook y que se han desatado contra Manuela los conozco de hace tiempo y constantemente exhiben su frustración y mediocridad, su dolor contra un mundo que sencillamente no les invitó al banquete de la influencia porque antepusieron sus resentimientos y sus ganas de venganza contra el mundo que para ellos seguramente no les ha tratado bien.

Yo agradezco estar en ambos lados de este asunto, me formé comunicólogo, lo he ejercido y también me ha tocado estar del lado del que teniendo un negocio necesita publicidad o le gusta posicionarse de distintas maneras. Después de trabajar en medios impresos, radio y actualmente en medios digitales observo que sigue habiendo empresarios que quieren ser expuestos a los públicos para que se conviertan en clientes, sobre todo los pequeños que con los influencers actuales tendrían la posibilidad de no tener que intercambiar con los medios poderosos tradicionales.

Pienso hoy en el pequeño negocio de mi mamá en Toluca, una humilde óptica, la «Reflex», que no podía pagar campañas en radio porque no le alcanzaba y que se tenía que conformar con algún pequeñísimo anuncio en un periódico para promoverse, a ella no le tocó tener la posibilidad de anunciarse en facebook o que alguien con muchos seguidores -un influencer- pudiera decir que ve mejor con los lentes que ahí le hicieron.

Yo sigo pensando que las mipymes y las pymes deben acercarse y ser atractivas a los influencers y que los influencers deben ser más como cuando en la temporada nefasta de paranoia pandémica nos pusimos a recomendar sitios o productos para que no tuvieran pérdidas. Parece que a al público hipócrita le gusta que gente famosa o con cierta influencia haga campañas regalando sus espacios para ayudar pero si todo se compone me parece que después de lo que hemos leído en estos días lo ideal sería que quienes se recuperaron de la pandemia agradecieran la ayuda a los influencers y que incluso hicieran algo similar por ellos. Nada más que en la mentecita pedorra y acomplejada de los resentidos eso sería indigno porque creen que el trabajo se debe regalar. parece que eso lo aprendieron en los templos de los señores que ponen sendas alcancías para ganarse el cielo.

La gente que trabaja en redes sociales, que se dedica a conseguir seguidores tampoco la tienen fácil, hay un público que exige cada vez más para permanecer y que quiere que la vida del influencer solo sea darles una foto para que la califiquen -desde su egoísmo- como algo bueno o malo, para que ese complejo de enjuiciar a todo y a todos sea la miel para el oso.

Los medios de comunicación tradicionales y los social media seguirán haciendo intercambios con la aprobación o no de un chef arrogante y engreído que viola los derechos humanos humillando a alguien o con la aprobación o no de un peladaje de redes sociales que siente que a través de castigar a alguien y sobajándola acceden a un mejor nivel de vida. Autoengaño le llaman a eso. Pero cada quien es libre de mentirse a sí mismo, de aparentar y de ser infeliz tratando de ocultar vileza, frustración, odio, rencor, servilismo, hambre de existencia e incluso las pocas ganas que tienen de vivir plenos porque les cuesta mucho trabajo dejar atrás la holgazanería y es profunda necesidad de culpar a los demás de sus patéticas existencias.

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