Jonás en el limbo

Una mañana en el café Jonás estaba sentado en la mesa más lejana a la puerta, lo vi agobiado, parecía que había llorado un poco ¿qué pasa Jonás?

Es temprano aún para sentirse mal, me dijo Jonás, eran las 9:30 de la mañana y de la nada llegaron a mis oídos reclamos y enojos de parte de Luis, así se comienza este día, pensé –me dijo-, y saldríamos juntos de casa, él solo se puso loco sin palabras mías hasta que me disculpé por haber olvidado algo y el nivel de malestar subió y decidió irse de prisa solo.


Mi mente se puso en blanco, prosiguió,  la presión me bajó, sentí las pupilas dilatadas, me maree un poco, sentí descontrol entre mis sienes. Enseguida el shock emocional vino: desde que enviudé todo está mal, no hay semana en que no tenga problemas y el estrés es lo cotidiano, empecé a necesitar más aire, no podía respirar bien, me acabé de vestir, salí hacia la bicicleta, saludé sonriendo a los empleados del restorán de la esquina y a la vendedora de periódicos. Tomé la bicicleta, seguía con la opresión en el pecho, me sentí marioneta de las nubes, no podía reducir el tamaño de mis ojos abiertos por el asombro de un enojo y reclamos que desconozco porque me echaron en cara sin haber detonado nada. 


Pedaleaba la bicicleta y sentía que volaba, me dijo, estaba en el maldito limbo, reclamé la muerte de mi pareja y de mi madre ¿por qué me dejaron solo? ¿Por qué tengo que tolerar tantas cosas estúpidas que leo o escucho? ¿Por qué todos son tan exigentes y mamones? ¿Por qué estoy desde siempre bajo tanta evaluación? ¿Por qué tengo que soportar a los idiotas que se han hecho de fama por sus mediocres actividades? ¿Dónde está el tiempo? Vi el parque grande y sentí brisa, pude respirar mejor, solté el vehículo, me senté en una banca y empecé a balbucear y estando a punto de llorar recordaba que tenía que llegar a trabajar, me di 5 minutos, ya más tranquilo caminé al parquecito, quería café pero me senté en otra banca, envié un mensaje para sentir un poco de alivio queriendo que no hubiera malestares con la única persona que me espero ver con alegría cada día, Luis, la respuesta fue terrible ¿para qué traté de mejorar y conciliar la situación? Siempre lo hago y la maldita gente con sus egos enormes cree que es mi deber bajar la guardia. De pronto mi ansiedad comenzó a sentir rabia ante la injusticia evidente del mensaje que recibí, comencé a responder mencionando todo lo malo que asegún yo proveía y simplemente dije ALTO, ya no más, a chingar a su madre el puto. Fui letal en mi respuesta, solo recibí dos mensajes: «neto?»… «ok». 
¿Eso te respondió Luis? y asintió. 


Como ya me la sé los grandes egos no llaman «él me tiene que llamar» se dicen a sí mismos, «si le interesas te llamará» les dicen sus «amigos», eso se llama condensación de la mediocridad región everywhere. Esos «amigos» son tan estúpidos como al que aconsejan, por ello son «amigos», la idiotez los hermana. 


Jonás ¿qué demonios haces con alguien que siempre está diciendo que está para ti pero te hace este tipo de dramas que te pone tan mal? ¿Por qué no cambias todo? Súbete al mame de la nueva república, que todo cambie hasta en tu cama. Eras un hombre libre y te convertiste en un guiñapo que solo quería quedar bien con Luis y para él tu esfuerzo es mucho menor que lo que supuestamente hace por ti. Además ¿no tuvo él un pésimo año en 2017? ¿Tú no estuviste ahí animándolo y diciéndole que es talentoso? ¿No te dijo que por tu culpa había pasado el peor cumpleaños de su vida y se acabó disculpando hace un par de semanas? 


Ay Jonás, tu tan guapo y capaz y ahora resulta que te pendejeó ese cabrón, no mames, mándalo a chingar a su madre y concéntrate en lo importante… en ti chingá ¿o qué no te ves en el espejo? Desde que estás saliendo con ese imbécil te has avejentado, no mames. 


Jonás se me quedó viendo, tomó aire, así es como se bebe café por las mañanas, no solo de cafeína vive el hombre, se necesita gente cabrona que te de aliento, me dijo. 


¡Ea pues, lárgate a lo que te toca!


Se paró y tomó su cuaderno, libro, teléfono y se fue a pagar a la caja para despedirse sonriendo y yo supe que esta vez,                            

otra vez,                                          

saqué a Jonás del limbo. 

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