La reconciliación de México empieza en casa

DIVIDE ET IMPERA, la agenda global contra las naciones.

Estamos en el fin del mundo, ese donde el odio domina e impide el desarrollo no solo de las naciones sino de los propios individuos, la fragmentación social es una estrategia que solo es exitosa cuando fragmentan a las personas, por ello la insistencia de que odies tu lado europeo o tu lado indígena o negro, por eso imponen denominaciones como afromexicano o palabras que siembran con resentimiento y odio como autodenominarse «prietos» pero con énfasis en que están diciendo que para ellos es malo y pertenecen a eso y son víctimas, por eso la insistencia del «compañere», buscan popularizar identidades que dividan sin parar a la gente.

No hay manera de reconciliar al país si se sigue favoreciendo una imposición cultural polarizadora y de rompimiento en donde se aplaude al capricho, al berrinche, al «no me señales mis errores» para que sintamos lástima por todos y las emociones dominen al Estado.

México, como muchas otras naciones polarizadas por la agenda globalista, requiere un alto. Parar. Detenerse para respirar pero no sucederá mientras presida al gobierno alguien que saca provecho del caos, la confusión y las mentiras. Se requiere a alguien que no tenga resentimientos sociales y que admita que se equivoca o erra. No solo se necesita en lo macro sino en lo micro, en los hogares en donde la insuficiente educación y formación humana permite que se solape al patán, al grosero, al que no se disculpa cuando se equivoca o hiere a otros con palabras o acciones. Si en los hogares existe el ego torcido y el infantilismo conductual no habrá manera de trascender a este régimen que buscan imponer dividiendo al máximo a las comunidades.

Yo no he sido ni soy colectivista, soy solidario, por ello veo al mundo de un modo en donde todos formamos parte de una mega estructura ya sea de Gaia o Pachamama o como quieran llamar a la tierra pero no por eso comparto la idea de que el enfrentamiento y la crítica destructiva deban imperar para parchar deficiencias educativas y culturales que hemos permitido sucederse y engrandecerse.

México no necesita otro tlatoani salvador, necesita a un facilitador de procesos democráticos con espíritu republicano, ilustrado, capaz de dialogar y empatizar con lo distinto sin hacer reinos y reyes de pacotilla que se conviertan en tiranos infernales del lenguaje o del trabajo o la construcción de proyectos útiles a todos.

Recién con el 12 de octubre me quedó claro que hay quienes alientan en redes sociales el odio y la división por acontecimientos sucedidos hace más de medio milenio, pero unos publican por sus terribles soledades no resueltas y sus fracasadas vidas en donde siendo adolescentes eternos culpan a todos de sus patéticas existencias en donde solo reina la traición y el utilitarismo y otros porque creen que difundir mensajes de odio les hace ser «intelectuales» o «críticos» cuando no han leído más que los libros que les encargaron en la escuela, una escuela, por cierto, que no educa sino propaga ideas que sostienen a la PRIctadura-Militar del país.

Tener fragmentados a los individuos sin aceptar su origen de mezcla o intentando siempre que rechacen su geografía y su desarrollo macro económico y político los lleva a ser pseudo ciudadanos que creen que al ofender a otras naciones se ven bien.

Necesitamos reconciliarnos con nosotros mismos, aceptar lo que somos, como seamos.

Necesitamos aceptar algo que en discursos ridículos solo manipulan: México es occidental, México es parte de un bloque económico y político norteamericano, no somos Centroamérica ni Sudamérica, pero parece que en vez de que aceptemos un asunto que desde 1994 funciona y que necesita mejorar nos la pasamos rechazando la realidad, por eso sufren millones. Porque no aceptan lo que hay, vaya, ni el movimiento «izquierdista» más poderoso que ha existido -y que hoy muere- se quiso pelear con Canadá y Estados Unidos por los dividendos que representa el TMEC.

La reconciliación empieza en casa, en nuestra casa, en nuestra comunidad, en nuestras familias, en nuestras escuelas, clubes, así subirá por todos lados y hará ver al ofendido por todo como inadaptado, como ridículo y hará ver al dócil globalista como un simple borrego mediocre.

México es la mezcla, es una enorme maquinaria en donde todos somos parte del engranaje, en donde el que menos aporta es sustancial para que funcionemos, cual diente de ese engrane. Mientras permanezcamos con resentimientos y baja autoestima no saldremos del desastre que conviene justo a los globalistas.

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