LCC 1993. A 30 años del final de lo analógico.
A Susana Crelis (RIP), Elvia Montes de Oca, García Cardiel, Fabiola Mañón, Luis Palacios, Betty la secretaria -la original- y Roberto Rueda.
A Sandra América, Paty Zepeda (RIP), Liliana.
A Celia Sereno, la Polla Dosal, Marisa Pons, Marieta de la Garza, Margarita, Rodrigo Ramírez, el Champ, Andrea (RIP), Gaby Torres, Rubén, Vero Lira, Luis, Ceci Macedo, Nora, Patri, Verónica, Norma Severiano, Alejandra Acevedo, .
Hay muchas maneras de ver el arribo del mundo digital, el uso generalizado y masivo de las computadoras y la Internet, yo les contaré cómo y cuándo lo viví.
En el otoño de 1989 ingresé a la carrera de comunicación en el Tec de Monterrey y lo común era el uso de cassettes para grabar música o comprarla, usar walkman para escucharla, llegaba con educación en computación de la época en que prendías una máquina pesada monocromática en donde una tortuguita era tu apoyo para trabajar y debías saberte claves para tener funciones de movimiento o escritura, los exámenes, de hecho, se hacían de memoria sin equipo, como si fuera lo consecutivo de las clases de taquimecanografía de la secundaria.
Al llegar al Tec encontré que había un CEC, un centro de cómputo con máquinas Mac pero seguía usando mi máquina de escribir para hacer mis tareas y ensayos. Comencé a aprender el uso de la nueva tecnología que se usaba en el campus. Conocía los disquettes flexibles pero debí comenzar a usar los de 3 1/2. Para imprimir había que avisar a alguien que se encargaba de recibir la info y darle click para generar dicha impresión.
Cuando comencé las clases de radio -radiodifusión- usábamos cinta electromagnética en carretes que grababan nuestros trabajos y debíamos editar a mano, es decir, había un aditamento en la máquina de carretes -dos carretes giraban pasando la cinta por el lector que te permitía escuchar con audífonos lo que se había grabado- con el que cuando oías un error podías parar la cinta y a mano ubicar exactamente el lugar donde debías hacer un corte con un cúter y pegar delicadamente con una cinta adhesiva para que la cinta electromagnética quedara como si nada. Tenía un gran valor ser un buen editor. El carrete final, solo había un producto, era el que podías enviar a la estación de radio o al evento donde se transmitiría lo realizado.
En cuanto a vídeo y televisión debo decirles que usábamos carretes de VHS o Beta en donde también se hacía un desmadre para editar y tener productos con subtítulos y demás. Honestamente nunca me gustó la materia de tele ni vídeo, me gustaba dirigir o hacer guiones pero no grabar ni editar.
Con todas las herramientas del momento hicimos vídeos para ganar campañas estudiantiles, tres programas de radio, el primero del campus Toluca y el segundo a nivel nacional del sistema Tec, se llamó «AcércaTec» y después hice «DNA 14, la radiografía del siglo» y «Gestión 360», hacer imagen para eventos era buscar a un rotulista que hiciera las mantas de anuncios o como en el caso de la producción que hice de un festival de la canción pintar una gigante para que sirviera de escenografía o colocar enormes mamparas para proyectar circuito cerrado, por cierto, durante el evento una se empezó a caer y corrieron los voluntarios a sostenerla. Nuestra preocupación era generar eventos de gran calidad con mucha creatividad y que dejaran improntas en la gente.
En aquel tiempo rechazábamos todo lo que hacía la radio y tv comerciales, recuerdo que odiábamos a Televisa, me acuerdo que los jóvenes de la CIRT organizaron un seminario en ciudad de México y habría una presentación de Emilio Azcárraga, el auditorio estaba lleno y él no llegó, su representante tuvo que lidiar con estudiantes de comunicación de todos lados que reclamamos sin parar por tres horas la poca creatividad, su anti democracia, las pocas oportunidades, etc. Quizás por eso después la televisora organizaba los encuentros con estudiantes de comunicación del país sabiendo que su Era estaba por terminar.
Nuestros productos audiovisuales tenían que usar recursos de la época, hacíamos carteles a mano, peor buscábamos impactar a la gente y generar un cambio en positivo.
En 1993 los últimos programas de radio se acompañaron de la siembra de árboles conmemorativos en el campus con placas que hablaban de nuestras hazañas y de los nombres de los involucrados queriendo hacer del Tec una escuela más fortalecida a través de nuestras acciones. Nunca lo hicimos por ser estrellas con nombres para celebridad, buscábamos que nuestra comunidad obtuviera prestigio con calidad. Nunca nadie quiso ser la voz oficial, la imagen oficial, el productor oficial. Ahora que lo pienso éramos demasiado naif y buenas gentes como para preocuparnos por la búsqueda de reconocimiento.
En aquellos años también se colocó un tablero electrónico lleno de focos en los que con un software muy básico se podía escribir y construir algunos gráficos muy básicos, uno de mis compañeros era de los socios del elemento publicitario y me contrató para crear anuncios, fue mi primer trabajo como comunicólogo. Aún conservo la versión computacional de los storyboards que entregaba a mano.
Para noviembre de 1993 fuimos dejando toda actividad extra del Tec, fuimos cerrando ciclos, había que preparar la graduación, había llegado el momento de decir adiós a la escuela y a cuatros años y medio de exámenes, cursos, debates, competencias, encuentros deportivos, suspiros por crushes -les llamábamos amores platónicos, tuve dos-, agradecer a maestros y había que intentar planear futuro. Unos tenían que trabajar de inmediato, adeudaban sus financiamientos. Así que para unos decirle bye a la escuela era compromiso y estrés. No para todos.
En diciembre ya estando solo preocupados por el día de la graduación y titulación hubo una remodelación en los laboratorios de televisión y radio, la coordinadora de la carrera me invitó a ver los nuevos equipos. Todo era computarizado, la vieja editora de carrete se había ido, había nuevos micrófonos, nuevos estudios y sets de grabación. Ahí vi el final de una Era y la llegada de otra.
Mi generación fue la última analógica e hicimos grandes cosas. Aún se acuerdan de nuestro paso en el campus y han transcurrido 30 años.
Hace unos pocos años fui invitado por el Tec de Toluca a despedir a la carrera de comunicación, llegamos a un amplio salón donde desayunamos y vi a muchos egresados de muchas generaciones ahí sentados. Después nos llevaron a ver todas las novedades en lo que fueron tres edificios y ahora es una pequeña ciudad estudiantil.
Llegamos a los estudios de televisión del campus, es ahora un edificio perfectamente montado lleno de todo lo necesario para incluso transmitir en cualquier momento, la gran decepción fue que con todo eso que ahora tienen los estudiantes sus productos eran copias de lo que Televisa sigue haciendo para entretener con pendejadas a la gente. No había creatividad ni audacia. Eso sí, era claro que la cultura de los likes y las celebridaditis dominaban.
A 30 años de haber salido de la carrera de comunicación me sigo sintiendo orgulloso de la carrera que elegí y que aún sigo aplicando a mi trabajo ya más adaptado a los tiempos actuales. Siento añoranza por compañeros de la carrera, por mis maestros, pero sobre todo por los retos que podíamos superar sin tantas herramientas para facilitar el trabajo.
Hoy veo que cualquiera puede subir contenidos a las redes sociales pero eso, hoy más que nunca, no garantiza calidad ni creatividad, pasamos de un mundo preocupado por el contenido a un mundo de payasos. Pero la vida sigue y hay que tratar de seguir aportando calidad e ideas, creatividad y alegría, reflexión y audacia.