Los pretenciosos
Quizás en este sexenio oscuro y de odio hemos escuchado más que nunca la palabra aspiracionista y que equivocadamente AMLO ha usado en una plena proyección de los que es él, su familia y sus funcionarios… y seguidores. La realidad es que aspirar a mejorar no es malo, lo rudo es lo que viven LOS PRETENCIOSOS, los que son pedantes y presuntuosos y que por mantener una imagen -que asegún ellos es la ideal- descolocan valores e ideas para sentirse de un estrato aristocrático.
Uno de los ejemplos de catálogo de estos pretenciosos ha sido el gobernador Javier Duarte que sigue inspirando a miles de priístas y neopriístas -morenistas- y que con ello uno puede entender que quieren tener camionetotas, fiestas en yates, motos, de todo, con tal de sentirse exitosos, esa praxis es un modelo de los nuevos ricos, de los najayotes con lana, de los nacotes encamionetados, esos mismos chocan con los políticos que tienen experiencia y que saben que esas cosas en lugar de mostrar un avance en sus carreras los coloca en riesgo de ser atacados y encarcelados, como Duarte.
Los pretenciosos no son algo exclusivo de la política o los aspirantes a aristócratas sino que también entre los individuos que apenas leen algo o escuchan cosas nuevas sin colocar su pensamiento crítico ante la información y se creen despiertos y de la alta jerarquía del conocimiento cuando en realidad son semi moluscos intelectuales que por querer sentirse con algo de valor en sus patéticas existencias, ya que no aportan nada a la sociedad más que conflicto, se lanzan a atiborrar las redes sociales, su herramienta favorita para exhibir su «conocimiento», con cosas que ni saben de dónde vienen ni para dónde van.
De niño ya escuchaba en casa de mis abuelos y mis padres a algunos escritores hablar de genuinos planes de dominio y control de parte de ciertos grupos financieros y religiosos pero eran gente que leía todo el tiempo, investigaba a todas horas y acudía a toda clase de conferencias, museos y debates; alguna vez presencié un debate mayor en la sala de la casa entre un artista chileno exiliado y un escritor veracruzano en donde por cierto, este último hizo pomada al comunista. Las redes no tienen a personajes así sino a gente común que estudió -quizás- pero que jamás ha cuestionado al mundo y ahora cuando «despertaron» creen desde planes siniestros para acabar con la sobrepoblación hasta en mensajes de «comandos galáticos» y reptilianos.
La gente que creció bajo el yugo religioso adicionado a la ignorancia natural que se practica en el país no pueden revertir su capacidad de análisis a menos que transformen sus vidas no solo leyendo sino actuando en consecuencia, debatiendo de manera presencial no detrás de un teclado llenando de pendejadas al Twitter o Facebook. A veces su vida cambia cuando viven una injusticia pero fuera de eso es muy difícil que la masa de borregos pueda cambiar pero mientras tanto seguirán siendo los pretenciosos que cuando se les ubica en su principio de realidad sufren y ofenden, no dejan de ser el animal en cautiverios aterrado por el amo que solo sabe ladrar al que pasa frente a la casa en algún momento para volver a chillar por croquetas y ser golpeado con un palo si se mea dentro de la casa.