Mafalda me enseñó a pensar

Sobre la relevancia de las tiras cómicas en la vida.

Aprender a pensar

La muerte de Quino me conmovió como pocas veces, es increíble que puedas sentir tanto por alguien que no conociste en persona pero que aprendiste a respetar, admirar y querer a través de su trabajo.

Me siento profundamente agradecido por lo que Quino sembró en mi a través de sus monitos; de hecho lo conocí por Malfalda.

Cuando conoces a Mafalda no te imaginas lo que viene con ella, de entrada trae a esas personitas dibujadas tan entrañables y maravillosas como Felipe, Manolo, Susana, Guille, Libertad y Miguelito. Llega con sus papás y muchas experiencias de vida de personajes que muestran lo que somos de manera normal al cuestionar, ejercer el sarcasmo y una profunda comprensión del mundo sin justificar lo absurdo, los engaños, las manipulaciones.

No fue casual el acercarme a Mafalda y es que estaba cerca de los libros de otro personaje magnífico, Astérix. Ambos convivían en los estantes de libros para niños de Sanborn´s donde podía tomarlos y leerlos sentado en el piso esperando que mis papás me compraran lo que tenía en mis manos. Así tengo toda la colección del francés y de la argentina. Por leerlos en el suelo de una tienda.

La historia con las tiras y los monitos comenzó cuando aprendí a leer y en casa de mi abuela materna había un hartero de cuentos de Mickey Mouse, Gasparín, Archie, identificar a todos los personajes mientras disfrutaba de Heidi en la Tv me hicieron ser curioso en las librerías, pero las de Sanborn´s fueron las que me permitieron acercarme a los libros de ilustraciones que tenían diálogos y narraciones de aventuras con proezas épicas entre batallas y desafíos a César o descubrir que Mafalda también tenía padres que se preocupaban por asuntos como los míos.

Astérix y Obélix me sembraron muchas ganas de saber más de Roma y su imperio, de las naciones legendarias y los pueblos celtas pero me absorvió Mafalda cuando en el desarrollo de la construcción de mi identidad veía que mi manera de pensar y actuar tenía más que ver con lo producido por Quino y que podía generar analogías.

Pude y puedo reír a carcajadas viendo huir desnudo a Guille de su mamá, ver cómo se peina con una cortina o como conoce la resbaladilla. Me pude ver en Felipe sabiendo que debe estudiar pero  que tiene un no sé qué que no lo mueve a realizarlo mientras se angustia porque no toma los libros. Vi en Manolito esa fuerza por ser un gran empresario como su pequeño empresario modelo, su papá; también descubrí que la chancla a él lo hacía ir a la escuela. El cabeza de hojas de lechuga de Miguelito me recordaba a esos niños amados y sometidos. La utopía con patas la descubrí con Libertad y mi corazón se sintió acompañado con la misma necesidad de creer que el mundo puede ser mejor, un lugar lleno de justicia y posibilidades para todos.

Mafalda es asunto superior, ella, tan pequeña, solo hace algo que yo no entiendo, no le gusta la sopa, para mi es la gloria. En fin, nadie es perfecto –lo digo por mí, diría ella-. Pero esa pibe maravillosa desafía al status quo y es evidente que es la primera indignada pública del planeta, sus sueños no caben en las izquierdas ni en las derechas, ella busca la paz a través del diálogo, a veces se siente extranjera en este mundo que no le brinda muchas respuestas, por eso pregunta tanto.

Astérix me mostró a Europa, a Egipto y me hizo saber que los vikingos llegaron a América antes que Colón, la organización de los ejércitos romanos, las denominaciones de pueblos y naciones de la antigüedad colocando a Occidente en mi comprensión básica y me dio la visión de que aunque todo un imperio quiera liquidarte es la fuerza y determinación que te hará permanecer libre como lo ha logrado su pequeña aldea en las costas del Atlántico.

Mafalda me hizo reflexionar y a tener una mente crítica con sarcasmo y desafío a los que se creen dueños del mundo. Me enseñó a pensar en cada tira, con cada cuadrito.

Con el paso del tiempo descubrí más producciones de Quino y enloquecí cuando pude comprar Mafalda inédita y la colección en pasta dura de todas sus tiras.

Cuando viajé a Buenos Aires mi sueño era poder hallar a Mafalda y logré traerla a ella y sus amigos en versiones de 10 centímetros de altura. Ahora ellos y los inseparables Astérix y Obélix que fui a buscar en los callejones de París se encuentran entre sus libros en el librero que todos los días veo y uso.

Cuando el mundo me desespera y angustia recorro otra vez lo que Mafalda dice, cosas que a pesar de haber sido escritas en los 60 y 70 siguen vigentes.

¿Cómo es que no hemos cambiado el mundo si ya sabemos sus problemas? Eso se lo preguntaba Quino de una y otra forma, pero ahora hay una diferencia, él ya no podrá respondernos a través de su magia y en particular de Mafalda. Parece que esta vez tendremos que respondernos a nosotros mismos.

Todo eso que las tiras cómicas pueden desatar en un individuo creo que se tornaron en ganas de compartir la experiencia, creo que de ellos viene mi motivación por llevar libros a todos los niños y niñas, quizás por eso amo a los cuenta cuentos, a las editoriales que trabajan para la infancia y a las librerías que permiten que los chicos puedan tirarse al suelo a hojear libros.

Por ahora creo que debo hacer un maratón de Mafalda para agradecer una y otra vez a Quino lo que ha hecho por mi… y por millones. Me enseñó a pensar.

Manuel García ESTRADA

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