México, hay que crecer.


Lo más recurrente que vivimos en México es el que para abanderar una lucha acabamos casi siempre solos. Pasa en oficinas, escuelas, la calle, en todos lados. La supuesta opinión pública puede volcarse a favor de una persona o idea pero a la hora de sostenerla en protestas, escritos o manifestaciones sencillamente desaparecen los huevos y sólo se ve como se escabullen a las gallinas.

Las masas en México gozan de la ignorancia y la inconsciencia, incluso violan los preceptos constitucionales sobre la reproducción, nuestra carta magna dice que sólo los informados pueden tener hijos y si informar es nada más decirles que tienen un pene y una vagina estamos perdidos. Las religiones en México mantienen la postura de la multiplicación de la especie como si la Tierra fuera inacabable, condenan el aborto, la homosexualidad, la eutanasia pero no condenan al analfabetismo, la violencia, se hacen de la vista gorda frente a los ladrones de cuello blanco, aplauden a los políticos que les brindan dádivas e impunidad y a los medios de comunicación que estupidizan a la gente pero les dejan transmitir sus mensajes hipócritas en horarios estelares. Mientras las masas se reproduzcan por instinto lo que tendremos es una sociedad llena de personas incapaces de mejorar su vida y que estarán dispuestas a levantar la mano para pedir limosnas y vender su voto a cambio de programas como “oportunidades”.

Para cambiar a México o lo educamos o le ponemos límites a la reproducción de manera categórica, eso incluye el volver a colocar a las religiones en el lugar que les corresponde, los templos, que además no son de los clérigos sino de todos porque son federales, ningún curita puede ser patrón de catedral porque el edificio jamás será de él. Para transformar a México ya estuvo bueno de hacernos tontos y creer que repartir juguetes a los niños que viven en la injusticia social como miserables el día de reyes salva almas de gente “buena”, lo real es que no se salva el alma a los hipócritas que no comparten de verdad y que sólo reparten sobras, sean juguetes nuevos o viejos a los niños de México no se les arregla la existencia haciéndoles sonreír un día y enseñándoles que de limosnas se vive. Hay que liquidar ya a la falsa caridad cristiana, esa que te lleva a un cielo en donde hallarás a Franco, Pinochet, Maciel, a los curas asesinos de la “cristiada” o a Juan Pablo el segregador de luchadores sociales de Centroamérica.

Debemos apostar por la educación laica, por sacar los dogmas que siguen sirviendo a la maquinaria de las industrias religiosas que insisten en seguir enriqueciéndose y por ello no quieren soltar el hueso. Eso implica tomar conciencia en serio y no pasar de católico a evangélico como se pasan los priístas al perredé, no se puede pasar de anglicano a creer en karmas o dharmas, todas las supersticiones hacen daño y mantienen a los humanos en lo más primitivo de ellos, hay que madurar, hay que ser una sociedad adulta capaz de ser atea, laica, ecuménica o al menos racionalista. Habrá quienes se escandalicen y digan que hay que respetar todas las creencias y yo pienso que está bien pero nunca desde la escolástica, siempre desde la laicidad. A más educación y más ciencia habrá más libertad para el mundo. Que 2011 les traiga a todos un conocimiento que se transforme en inteligencia, reciban un abrazo de mi parte.

2010

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