Navidad, fin de año, cumpleaños. La importancia de estar.
Manuel García Estrada.
A Alex.
A Neus que siempre llama y escribe.
Para Tere e Initia in memoriam.
Aprendí de mi madre a llamar por teléfono a la gente importante en nuestras vidas cuando era imposible visitarlas por la razón que fuera. Mi mamá llamaba en cumpleaños, Navidad y año nuevo a muchas personas.
Llamaba a sus primas, tíos, amigos, les marcaba en las fiestas y en sus fiestas, mi madre tuvo una bonita vida de niña y de joven, acumulaba recuerdos de muchas personas, ese contacto con la gente lo aprendió de su padre, Mario, ese abuelo que no conocí pero que estaba constantemente preocupado por sus hermanos y hermanas, y que viajaba a verlos. Recorría la carretera de Córdoba a Tuxtepec muy frecuentemente hasta que en un viaje sufrió un accidente y él y la pequeña hermana de mi mamá, Lili, murieron cortándose de tajo la interacción familiar (1967).
Mi madre, Tere, de 17 años se quedó con demasiados recuerdos de todo lo que le sucedía, así que intentó mantener al máximo el contacto con toda su familia de Tuxtepec y con la de Córdoba, se emocionaba cuando iba a cualquiera de estas ciudades, en una nació y creció y en la otra con tanta visita también se hizo mayor, era de los dos lugares.
Guardaba además mucho afecto por Valle Nacional, donde vivimos una temporada en 1972 (año en que nací) debido a que mi padre hacía su servicio social como médico allá, que está cerca de Tuxtepec. Mis padrinos son de allá, de ese pequeño lugar en medio de ríos y selva.
Todo el años mi madre estaba pendiente de sus seres queridos y apreciados, con el paso del tiempo le tomé de ejemplo y llamaba a mis amigos en cumpleaños y a mi familia, a los que más veía. No del mismo modo, las experiencias compartidas con alguien es lo que determina el afecto a esa persona. En mi caso no tuve ese desbordamiento de parientes y cuates así que las listas de los cercanos eran muy pocos.
Llamar por teléfono acerca a la gente, tengo muy presente como el 31 de diciembre mi madre y una tía competían por llegar lo más cercano a las 12 de la noche para llamarse, a veces una le ganaba a la otra pero ambas y las familias que estaban con ellas se emocionaban por la conversación en víspera del año nuevo. Era muy bonito escuchar las expresiones de ambos lados.
El tiempo siguió pasando y una tía con la que no teníamos mucho contacto, Initia, amaba llamar por teléfono porque estaba en Veracruz puerto, pero conocía a todos de la familia de mi papá desde antes de que él se casara con mi madre, así que cuando ellas se toparon tuvieron las más enormes llamadas constantes que me hicieron ver que mi mamá tenía dos tipos de afectos por teléfono, a la gente que de por sí quería y a los que a través del aparato de comunicación podían llevar su amistad y apoyo familiar.
En México pasamos de un país en donde las enormes familias estaban en la misma casa o misma ciudad a a extenderse por la nación pero seguir hablándose por teléfono. Eran emocionantes las cartas y las postales pero las llamadas eran la onda.
De adolescente hablar por teléfono era todo un deporte, podías hablar horas con tus amigos y los adultos que llamaban a casa siempre encontraban la línea ocupada.
La vida siguió transcurriendo y me daba cuenta de que el motor de acercamiento familiar era mi madre, un día se le ocurrió hacer reuniones familiares en Tuxtepec, una celebración de la familia de la línea paterna, los Estrada. Todo fue muy bien marchando hasta que de pronto empezaron a aparecer parientes y más parientes, pasamos de un encuentro de los hermanos de mi abuelo y sus hijos y nietos a eventos de cientos de personas en el lienzo charro de Tuxtepec con gente que no conocía, sigo sin conocer y moriré sin conocer porque eso ya no es familia, es parentela. Una familia convive pero ir a un suceso masivo no tenía ya significado alguno y no por ser hijo del primo del primo hace a alguien importante o querido. La fiesta dejó de hacerse.
Siguiendo el ejemplo de mi madre escribía cartas y hacía llamadas, a diferencia de ella yo sí me comencé a cansar de buscar a las personas y que ellas no me buscaran, me empezó a aburrir la no reciprocidad. A mi mamá jamás eso le importó. Ella llamaba.
Cuando mi mamá tuvo su aneurisma que la dejó en cama con medio cuerpo inmóvil esas personas a las que ella llamaba constantemente se redujeron de manera impresionante en número para llamarla a ella. Tere disfrutaba el teléfono como siempre y se convirtió en la mejor herramienta en esos duros momentos. Pero no todos le llamaban y mucho menos la visitaban. Yo sabía que eso le hacía ilusión así que cuando estaba con ella le ponía al teléfono a personas que sabía que ella quería pero mi mamá me pidió que me enfocara más en nuestra compañía, lo entendí pero sabía que estaba renunciando a toda una vida en contacto con muchas personas pero mi madre me prefirió a mi.
Para ella era imposible usar el whatsapp, el email, solo podía llamar o ser llamada. Hubo un momento en que por una mala traqueostomía ya no pudo hablar pero su necesidad de comunicarse era increíble, le acercaba entonces un cuaderno y un lapicero y ella escribía mucho, yo le recorría el papel porque ella no podía mover su desplazar su mano, así que cada palabra era un movimiento. Algunas veces llegaba a la casa y la encontraba sola, con su cuaderno y ella escribiendo y escribiendo pero como no había quien le moviera la hoja eso se convertía en enormes rayones porque encimaba las palabras. Me partía el alma porque ella quería decir tantas cosas y no podía estar todo el tiempo con ella. Tere murió y nunca sabré qué era todo aquello que escribió y no pude leer, guardo algunos rayones y volteo al cielo en espera de respuestas. Ya un día me contará todo eso pero por ahora aprendí que no quiero ya llamar a todos los que considero importantes porque noto que no soy igual de importante en sus vidas.
No soy de los que cree que los likes o los mensajes por whatsapp son importantes, es tan fácil ser impersonal; pero también me doy cuenta que esa tecnología nos ayuda a hacernos presentes con los que nos caen bien pero no son amigos, con los que prefieren que los vean con muchas felicitaciones de cumpleaños en facebook aunque en la vida real nadie les quiera dar un abrazo y alimentarles su pobre ego no está mal porque se quieren sentir importantes más que queridos.
Llamo a quienes me son importantes pero que también me llaman, les contesto los whatsapp a los que me caen bien o tengo alguna relación laboral, lo hago por relaciones públicas porque si de verdad me quisieran o respetaran preferirían escuchar mi voz y tener interacción así. Lo demás es una mamada.
La comunicación es importante, debo confesar que los narcisistas que saturan las redes con mensajes de : si no te llaman ahí está la respuesta porque eso genera cada vez más patanes y refuerza a los nacos que no se comunican haciéndoles creer que valen mucho la pena. Como si aportaran al mundo algo, la realidad es que entre más ignorantes y najayotes son más creídos.
Evidentemente si a ti te hace sentir bien llamar a alguien hazlo y si no tienen tiempo para ti ya cuando te mueras serán los primeros hipócritas en decir que siempre fuiste amables con ellos y se justificarán diciendo que «cómo les hubiera gustado tener más tiempo», ni te preocupes por ellos, ya estarás muerto y te valdrá madre. Nacos se quedarán diciendo las mismas burradas.
La comunicación nos hace humanos, trata como humano a quien te trate como tal, de los demás ríete, muchos dicen que viven con intensidad la vida pero la realidad es que no cuestionan su papel en el corazón de los demás. Así que no son tan valiosos. No son tan humanos.
Festejar cumpleaños, Navidad, año nuevo, día del niño, día de reyes, todo eso nos hacer ser parte de la sociedad, de la tribu, de la familia. De la humanidad. Llama a quien desees, regálales su like, hazles sentir lo que ellos esperan sentir, en su nivel, pero guarda para ti y la gente de verdad importante esa salida al café, a cenar o esa llamada telefónica diaria o semanal y esa que haces de muchos minutos para hablar de la vida, los recuerdos, los sueños, la esperanza pero sobre todo comparte esa caricia, ese abrazo o ese caminar por la calle de la mano con tu esposo, pareja, amigo, madre, padre o hijo, primo o sobrino, hablen de todo y nada recuerda que lo más importante es celebrar a la humanidad siendo humanos.