Un café sin dios, por favor.
En el mundo del café las religiones han perseguido al grano y a su integrantes de la cadena de valor, el café entonces se convirtió en el motor de los grandes cambios sociales y especialmente motivó a la lucha contra los dogmas y los fanatismos, el café combate el oscurantismo y a las creencias porque es su característica principal el hacer de los bebedores unos cuestionadores, esa es una de las causas porque los imames musulmanes, los curas católicos, los pastores de muchas iglesias, le declararon producto de Satanás.
La victoria del café sobre los inquisidores de todas las creencias permanece y sigue, desata en los más genuinos amantes del aromático el amor por la lectura, el debate y permanece en un abierto combate a los dogmas para crear nuevas repúblicas en donde todos quepan pero sobre todo donde todos piensen.
La ignorancia provoca que hoy en el mundo del café haya quienes expresen ideas de dogma… es la ignorancia. Pero esa se cura con café y libros.