Niño interior o inmadurez
México pareciera mercancía, pareciera un objeto inerte que es manoseado, ultrajado y utilizado entre distintos grupos que haciendo bien su chamba nos dividen para hacernos vulnerables frente a la banca mundial, las empresas trasnacionales contaminadoras y explotadoras, la propaganda neoliberal a través de canales de tv, casas disqueras o películas y por supuesto algunas escuelas.
Hoy en nuestra nación se festeja y corona como exitoso al comunicador más estúpido o estupidizante, al más chabacano y manipulador. No es de sorprendernos que conductores de programas homofóbicos y cargados de dogmatismo religioso católico sigan al aire, son convenientes para que la mayoría de la gente imite lo bajo, lo ruin, lo segregador, lo excluyente, al odio, para que se imite lo mediocre.
Los grupos dominantes han hecho estupendamente su trabajo, tratan a la gente como niños y hasta han creado ideas absurdas y controladoras como que todos debemos mantener vivo a nuestro “niño interior” para que podamos seguir siendo menores de edad mentalmente.
En la iglesia, la madre iglesia, todos son hijos pequeños de ella, así hablaba la del Tepeyac a Juan Diego, así siguen hablando los curas que son “padres” y “pastores” del rebaño. La figura de la inmadurez se desborda por las calles al ver adolescentes de 30 años vestidos como creaturas de 12 sin asumir la responsabilidad de sus vidas. La inmadurez que es también mediocridad es buena para que haya miedo, para que el terror sea efectivo y fácil de instaurar.
Es muy fácil controlar a los que se humillan a sí mismos vanagloriándose de la inmadurez porque siguen dependiendo de las emociones, por ello es fácil mover a las masas con falsas ideas del amor y desamor, con el sexo burdo e infrasexual, con canciones sentimentaloides y de cursilería emo.
Los eternos adolescentes permiten que todo un Estado se comporte como tal, visceralmente, inseguro, con muchos conflictos interiores, confusiones; quizás de ahí esta absurda y tonta “guerra” contra el narco que no es más que la aplicación de las directrices del Plan Mérida pero que al no tener un pueblo maduro, lector y/o reflexivo queda como una batalla violenta entre chamaquitos que pelean por caramelos. Berrinches, caprichos, comportamiento de inmaduros.
Los adultos ficticios o mediocres son los que siguen instalados en un mundo de fantasía en donde cambiaron a los reyes magos por vírgenes, santos, ángeles, héroes de acción en películas taquilleras que nada aportan y solamente mantienen su mente al pendiente de temas inútiles.
Las mentes de los eternos adolescentes están en las manos de quienes han podido entender que las instituciones corruptas existentes deben mantenerse como tales para seguir beneficiándose en lo referente al capital por su vía. Mantener a la gente en medio de mensajes de soledad, depresión o desamor permite que se les mande a comprar cosas que no necesitan pero que al poseerlas supuestamente serán felices.
Los mediocres, eternos adolescentes o cobardes rechazan la realidad como tal, prefieren disfrazarla como disfrazan su persona haciéndola personalidad: facha, actuación, mentiras. Así pues si ellos son caracterización aplauden las actuaciones de los jueces en la supuesta aplicación de la justicia o a un presidente que cree, a veces, que es quien gobierna.
Son inmaduros-mediocres los que militan en el fanatismo de los “salvadores de la patria”, en los “defensores de los valores”, en los que creen que es valioso opinar sin leer, sin poseer conocimientos. El sistema global-nacional al festejar lo estúpido impulsa también el odio a la inteligencia que es justamente la enemiga natural de la mediocridad.