Strong women for ever!

No es sólo sangre.


La apertura pedagógica de los Jesuitas a que sus colegios fueran mixtos nos dio un tímido y pionero resultado; ya que sólo dos niñas, (una que no me acuerdo su nombre y Claudia, de quién me enamoré perdidamente ya que la sentaron en la butaca junto a la mía), ingresaron a mi último año de la primaria en 1978. Claudia no se percató de mi existencia hasta el día en que Elías le dijo que su falda tenía una mancha de sangre y me usó para taparse.  


Nos salimos del aula y la otra niña ya nos había alcanzado en los baños para damas; ahí, simplemente me largaron con displicentes movimientos de sus muñecas.


Eventualmente regresaron al salón y cuando entraron, por alguna razón, me sentí incómodo;  nadie se animó a hacer contacto visual con las chamacas. Pasada la conmoción y  con la mayoría atendiendo a la maestra tuve el desatino de pregúntale en un susurro que cómo se había cortado. Me miró largamente,  dedicándome unos ojos misericordiosos que mi corazón loco de amor interpretó  como lo más lindo en el universo.

-Me bajo la regla.-Eh?-Portillo o se calla o se sale.Me callé y revisé la convivencia con mis hermanas para que algo me explicara acerca de lo que Claudia había mencionado; las cajas de Kotex vinieron a la mente pero no atiné e a saber de qué hablaba.


Algo cambio en el aula.  Los chicos de forma notoria bajaban la voz cuando aparecían las niñas.  Las burlas no se hicieron esperar y casualmente empezaron a aparecer toallas sanitarias en estantes y pupitres que eran empujadas al piso con rictus de asco y desaprobación por preadolescentes en busca de risas fáciles.


La maestra se vio en la necesidad de abordar el tema; no entendí mucho; de hecho, sólo me quedo claro por qué los varones alfa del salón inflaban pectorales y actuaban marcando territorio; no por una urgencia sexual de impresionar a las hembras dispuestas para procrear; sino porque se sentían intimidados ante las reacciones de las niñas que les respondieron gritándoles y tildándoles de estúpidos niñitos.


Esas demostraciones de hormonas encendieron la respuesta histórica en los chicos: empeñarse en relacionar “la regla” con la “naturaleza oscura e incontrolable de las mujeres”, exigiéndoles tener vergüenza.


Aparte de la violencia y el miedo, nada ha sido tan eficaz para relegar a la mujeres a un lugar secundario que la degradación del ciclo menstrual.  Y es que no es secreto que la sociedad hace su parte tratando de  mantenerlas  desconectadas de lo que saben y sienten.


Pero Claudia no,  precisamente en esos días, ella caminaba con la frente muy en alto; a diferencia de otras chicas, ella no necesito la comprensión intelectual de la menstruación porque había estado atenta a su guía interior, ya había asimilado por intuición su poder y estaba en proceso de aprender cómo usarlo.


Algunas mujeres, que por deseo o circunstancias se han hecho inmunes a la propaganda machista a  sus cortos 12 años han podido atisbar del poder del ciclo de la menstruación.


Y esto lo encuentro fascinante, ya que hay una estrecha relación entre la  psiquismo de la mujer y el funcionamiento de los ovarios a través de las hormonas: Antes de la ovulación están animadas y extrovertidas; durante la ovulación están muy receptivas hacia los demás y después de la ovulación están más reflexivas e introvertidas.


Antiguamente fue a través de este estado alterado de conciencia de la menstruación que las chamanas, curanderas y más adelante las sacerdotisas, aportaron al mundo y a su propia comunidad su energía, claridad y conexión con lo divino. El papel de estas mujeres fue fuertemente reprimido por la religión patriarcal pero perduró de forma clandestina en la adivina o bruja como el último vínculo con las primitivas religiones matriarcales. Lo que en el pasado se llamaba brujería era muchas veces capacidades femeninas: entender el propio cuerpo y responsabilizarnos de la salud.


Ya sabemos lo que pasó con las brujas verdaderas, falsas y casi todo lo que no llevaba tiro en su confección para cubrir las extremidades inferiores  durante la siniestra  e inflamable Edad Media y en la historia posterior. Y con el paso del tiempo la sociedad negó la existencia de estos poderes femeninos. Lo que no significa que dejaron de existir.


Claudia entendió su cuerpo y cómo se relaciona con la naturaleza y sus emociones; quiero pensar que era por eso tuvo  ese ascendiente sobre mí.


Más mujeres están dando pasos para rescatar su sabiduría ancestral de su amor puro y femenino. Es fútil oponerse; es tiempo de reconocer su poder. Su influencia es benéfica.


Su creciente habilidad en aumento: Convexo: Tú no tienes una de estas. Cóncavo: Pero con una de estas puedo conseguir todas las que quiera de esas.


Por el manco del cerebro

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