Una lectura que vale la pena reír.
Comentarios sobre «El pelón de los anillos» de Héctor Suárez Gomís.
El reino del sarcasmo.
En una Latinoamérica llena de tabúes y miedo proveniente de instituciones que sólo han tratado de controlar a los hombres éstos despiertan del letargo ocupando todas las herramientas que tienen y que pueden crear para desafiar las ideas viejas y retrógradas.
Para miles de personas las posibilidades de conciencia vienen después de escuchar un discurso, llenar las calles con exigencia de paz o después de ausentarse del ruido del mundo para entender que la vida es más que lo que nos dicen que es.
“El pelón de los anillos” ha resultado una gratificante experiencia de desafío a lo más convencional y anticuado de nuestra cultura a través de la liberación de la mente con sonrisas y carcajadas. No hay más disfrutable posibilidad de dudar y reflexionar que la que tiene un lector cuando el autor es natural.
Nunca he creído en los escritores fastuosos llenos de palabras domingueras o de sintaxis perfecta enarbolada por la técnica literaria, creo firmemente en los originales, en los que sin tapujos se develan y desnudan ante sus lectores para tocar sus neuronas, sus sentimientos, su ser. Esos son los que realmente conectan con los lectores, como Héctor.
Cuando comencé a leer a Suárez Gomís descubrí a ese rebelde que todos tenemos pero que al no saber cómo mostrarlo o expresarlo nos puede descontrolar entre los miles de temores aprendidos en esta cultura misógina, machista y de idealismo tonto y barato. Me parece fabuloso el punto reflexivo que el autor ofrece al criticar libros de autoayuda, dogmas o a lo más sacro de un movimiento religioso que ha decepcionado al mundo que en él creía y que ha mostrado la cruda e injusta verdad de la pederastia.
Si algo hay en “El pelón de los anillos” es sarcasmo. Para muchos esta práctica de inteligente burla de las mentes capaces de traducir tragedias en risas es ofensiva, lo es para los que no lo entienden o para los que se identifican o proyectan en lo que escuchan o leen.
El sarcasmo es la evidencia más clara de que hay inteligencia en quien la practica y es capaz no solo de burlarse de los timoratos o espantados, sino que ensalza a la crítica social, cultural, política o económica. Héctor Suárez Gomís lo domina.
Sobre la comercialización de los libros de la gente famosa.
En las últimas semanas he estado entre personas que menosprecian a la gente famosa que se convierte en escritor pero al final no sé si se critica a los autores por envidia o si lo hacen porque creen que nada aportan al público. Si es por envidia que vergüenza que deban denostar a los que son capaces de redactar sus ideas o narraciones para sentir sus almas menos agobiadas por la mediocridad y si fuera porque creen que en nada ayudan a los lectores cometen otro error.
Los libros de celebridades que comienzan a trabajar en la literatura son, en cualquier caso, el material que puede convertirse en el gancho para atracción de nuevos lectores y dependerá de éstos si se mantienen en la lectura de un solo tipo de libro.
Cuando hablo de lo que Héctor Suárez escribe queda clara la diferencia para los que atacan a los actores sobresalientes o celebridades y lo que él ha realizado. Para leer a Suárez Gomís se necesita tener un grado de conciencia ya que se burla sin tapujos de la religión, los dogmas sexuales conservadores y de la mismísima orden de los Legionarios.
El trabajo del actor y escritor es, per sé, un conglomerado de su talento mostrado en un espectro infalible que sirve para captar la atención de lectores y cuestionarlos a través de sus propias anécdotas, muy como lo que hace en su show de “stand up” en donde o nos reímos o nos aguantamos la risa para no exhibir a los demás el tremendo lío que tenemos los humanos entre lo que supuestamente debemos ser y lo que honestamente somos.
Los promotores de lectura y las herramientas inteligentes.
México es un país en donde romper los paradigmas no está de moda, es parte de la cultura de transición que hoy vivimos hacia una nueva plataforma socio-cultural y político-económica, eso provoca que nos debamos replantear el papel de los promotores de lectura del país que además de ser insuficientes, muchos caen en la condena a los títulos que no consideran apropiados para la lectura de calidad. Prejuicio que viene de la ignorancia que a pesar de leer padecen al no traducir el conocimiento en inteligencia y estrategia.
La calidad en los libros reside en la posibilidad de conocimiento o esparcimiento que el material nos brinda. Las posibilidades de reflexión e imaginación, de analogía y re-creación son las sanas y justas herramientas que debemos usar para construir un mayor público de lectores o, como dirían las editoriales, de mercado, de ahí el valor de “El pelón de los anillos” que es por sí mismo una sátira al segundo libro más leído de la Humanidad, el primero es la Biblia. Así pues un promotor de lectura hábil hallará en esta obra literaria una infinita gama de posibilidades lúdicas capaces de convocar a adolescentes y adultos.
Espero que la audacia de Héctor y su capacidad sarcástica inunden librerías ávidas de títulos que seduzcan a los lectores que están cansados ya de la solemnidad y seriedad de tratados sobre temas religiosos, sociales, sicológicos y culturales que en palabras de Suárez Gomís no parecen más que chistes que nos sacan la risa más sincera al burlarnos de lo que es nuestra sociedad contemporánea latinoamericana o si quieren verlo de manera reduccionista, mexicana, pero nos queda claro que esta obra ha rebasado las fronteras de la nacionalidad del autor.
Manuel García Estrada, el hijo del rayo (20 de mayo, 2011)