Vivimos aún en la tribu que sueña.

Aunque los seres humanos nos hemos sofisticado no dejamos de ser unos simples animales en que buscan pasarla bien alimentados, con poco trabajo, techo y la posibilidad de tener experiencias agradables. Nos seguimos comportando como lo que en el pasado éramos, simples miembros de una tribu que cuando se enfrentaron a la toma de decisiones fue más fácil, como siempre, seguir al alfa.

Los problemas de las tribus surgen cuando más de uno quiere liderar y quedarse con lo mejor que se va obteniendo, las peleas y discusiones surgen y el afán de control para tener y asegurar recursos se convierten en el afán principal de algunos.

En la tribu algunos son más dóciles que otros y algunos más estarán dispuestos obedecer al alfa siempre y cuando brinde buena guía y protección, tratarán de quedar bien con él y cederán en sus vidas con tal de disminuir su esfuerzo de sobrevivencia.

No es complicado el mundo, lo que se complica es nuestro papel en él y la manera en que determinamos nuestro rol. La manera en que interactuamos es lo que nos hace movernos dentro de la tribu esperando tener algo más, no hay ideología alguna que pueda destruir ese espíritu humano de poseer para asegurar la alimentación para descendientes y para el presente, es muy animal. Por ello cuando los planteamientos de una igualdad para que todos tengan lo mismo no funciona porque siempre hay quien no está de acuerdo en lo existente y desea más, por supuesto esta necesidad de poseer es más fuerte cuando justamente el alfa tiene mucho más que el resto. Es ahí cuando todos quieren parte del botín de una manera superior y solo el más pendejo se queda con los huesitos y los pellejos.

Funciona más la libertad y el derecho a tener según el esfuerzo que la renuncia a las mejores posibilidades de vida, siempre hay un alfa pero la diferencia es que hay sistemas sociales en donde se puede competir por ser uno y otros sistemas en donde los que se quedan con lo mejor del festín lo quieren para siempre en detrimento del resto.

Para evitar que un alfa se quede con todo todo el tiempo surgen juegos sociales en donde creamos mundos en donde haya derechos capaces de mover el círculo de poder para convertirlo en espiral sin someter nuestro espíritu a los designios de otros.

Toda la crisis de poder se dará cuando somos jóvenes y nos hacemos adultos, ni de niños ni de viejos los humanos desarrollan afanes de poder y lucha a cualquier costo, de pronto dentro de estas manadas tribales surgen pequeños distintos que desde muy jóvenes comienzan a buscar el poder y de ancianos algunos siguen obsesionados con ser alfa, quizás porque su virilidad se quedó atorada en el poder pero ya de viejo debiera ser su preocupación el Ser. Insisto, no todos en la tribu se enferman de poseer y de comandar.

Los problemas en las tribus son cuando los jóvenes buscan desplazar al alfa y los viejos alfa no quieren dejar de liderar al grupo. Creamos entonces una meritocracia y nuestra pequeña villa se convirtió en pueblo y de ahí lo salvaje debió irse alejando cada mañana para llegar a los atardeceres más contentos porque desarrollamos herramientas de entendimiento y negociación, nos alejamos de los animales y empezamos a ser personas que debían respetar a otras personas, a los primeros que reconocemos como distintos e iguales, a los otros.

Con el tiempo creamos ciudades y Estados, repúblicas y democracias, siempre con el enemigo al acecho del miembro de la manada que quiere todo sin esfuerzo alguno, el que le roba al otro y con fuerza se sostiene en su latrocinio. Y en esa crisis estamos permanentemente haciendo de ese motor una fuerza que solo nos ha llevado a querer conquistar las estrellas del cielo y las de las que palpitan con electricidad dentro de nuestras cabezas.

Con un poco de distancia crítica y serenidad es más decidir qué queremos, si queremos ser alfa o elegir a un alfa. Eso es lo que ya nos va sacando más de la conveniencia básica a la elaborada, los que nos hace más animales y más seres humanos. Es nuestra dicotomía, nuestra crisis existencial eterna.

Cuando lo animal se impone se obtiene más y de manera más rápida, cuando más humano se es más se tranquiliza la mente y el corazón no se agita tanto porque comprendemos que para graduarte de esta vida hace falta morirte y eso como destino ineludible debe tranquilizarte, es cuando entiendes que nuestra tribu solo tiene sentido cuando la disfrutas. Se disfruta cuando se elige, lo que sea, hasta un sueño.

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