Adiós a los radicales
Manuel García Estrada
“Piensa audazmente: el cielo es de vidrio/ Piensa más audazmente: el cielo es de vidrio pero las piedras son livianas” dice la poeta finlandesa Lauri Otonkoski en “Pero” y con ese destello de sabiduría podemos ordenar nuestras ideas del modo debido porque ¿de qué sirve tener ideales o amor por la patria cuando la fragilidad de lo que buscamos puede romperse por nuestras propias provocaciones?
México es un país en donde el “perro que ladra no muerde” . Refrán sabio que es lo que menos reflexionamos pero más vivimos y son los oligarcas y señores del poder los que lo entienden: los mexicanos en su promedio sin importar estatus, carrera o incluso pluma gritan mucho y poco hacen. Docenas de columnistas, activistas y políticos critican a diestra y siniestra tratando de arrojar a la violencia de cualquier clase a las masas. Buscan revoluciones con palabras escudándose en los llamados a linchamientos metiendo su trasero en cualquier baúl en donde no se note su cobardía. Esos esquizofrénicos que sólo echan sombrerazos deben ser ya dejados de escuchar, después de tantos años en donde se critica tanto y se envenena al ambiente nacional nos damos cuenta que declarar por declarar no ha servido de nada ya que no hay nada que sustente a los que al final como perros ladran pero no muerden.
A los mexicanos no nos sirve ni un carajo que AMLO se la pase abriendo la boca para atacar cuando su gobierno legítimo no demuestra cuál debiera ser el papel moral de un gobierno. Para atacar a Calderón debiera haber creado un gobierno paralelo lleno de posibilidades, unión, fuerza. Una organización donde cada semana fueran a barrer parques y calles para denunciar mediante acciones que los gobiernos oficiales ni para barrer calles sirven. Es muy fácil criticar, lo difícil es hacer. Lo mismo aplico a Felipe, se llena la boca denostando a los adversarios como si su gobierno fuera capaz, eficaz, eficiente, pero no es así, quiere sostenerse en un cargo que le queda muy grande ya que lo que desborda en su trabajo es la negligencia, la segregación, la confrontación, el sobajamiento. No tenemos en ningún bando a la esperanza de México. Estamos solos en búsqueda de un liderazgo basado en la moral del ejemplo, de la entrega y del servicio.
Cada vez que leo a seudo periodistas y los veo escribir frases baratas que llaman a burlarse de políticos o empresarios también noto que en su trabajo sólo hay amargura y ganas de figurar pero no de servir realmente a los lectores, a los radioescuchas, a los televidentes. No sirven los maestros que grillan a los directores de las escuelas cuando en el momento en que se necesita su trabajo extra se van porque eso es algo que no les pagarán. No sirven los reporteros que en su día de descanso aunque ocurra algo importante no cubren el hecho porque “merecen descansar”. No sirven los alcaldes que en domingo se desaparecen porque tienen “derecho a vida propia”. No sirven los que señalan a los demás lo que no hacen cuando ellos son los más inútiles del mundo como lo son los líderes de los partidos, de las iglesias, de las empresas en sus promedios y generalidades.
México no podrá avanzar con esos radicales y paranoicos políticos que se aterran por consecuencia de alianzas tanto para derrotar a esctructuras viejas e inútiles o que no tienen la cabeza fría y recuerdan que las coaliciones son productos de coyunturas y se realizan de manera madura en distintas partes del mundo con el fin de liquidar a los malos sin vender el alma ni dar cheques en blanco.
Se acabó el tiempo de los cobardes que nada más gritan y no hacen nada y que cuando hacen es porque tienen el poder en la mano pero el resto del tiempo son la bazofia del país. Se acabó el tiempo de los hocicones, de los incongruentes y vacíos que sólo están llenos de palabras porque México merece desarrollo basado en honestidad, acción y trabajo. Se acabó el tiempo de la estridencia, no hemos logrado nada con ello. Por eso ahora decimos adiós a los radicales.