Black Mirror Neoliberal

O la gran ansiedad de los wannabes por querer sentirse importantes.

Por Manuel García Estrada

Hace unos años les hicieron creer a las masas que la igualdad se había instaurado en el mundo y que ya no tenía que haber lucha de clases. En el momento en que todos podían comprar una pantalla gigante para sus casas para ver fútbol el final de las diferencias había llegado. Obviamente algunos las compran al cash y otros en abonos, pero cuando todos pudieron acceder a lo mismo ya no había que estresarse por la diferencia entre los distintos actores socioeconómicos.

Los medios de comunicación ayudaron a hacerle creer a los clasemedieros y pobres que si se comportaban como niños malcriados de clases altas ya se habían convertido en esas personas pudientes, abundaron los que hoy llamamos wannabes, una subcasta imitadora que al tener acceso a productos y marcas se creen aristócratas; les crearon imágenes de rebeldía basadas en mediocridades de clases conservadoras como no hacerse correctamente el nudo de la corbata o sacarse la camisa de la falda y los hicieron entonar canciones fresas y medianas de telenovelas. Hasta ahí llegaba «el ser rebelde».

Con el paso del tiempo un conserje ya se sentía pudiente y con modales de aristócrata aunque bebiera en vasos de plástico y nunca hubiera pisado un museo, al estar imitando a sus patrones y al reforzar sus ideas en una postverdad instalada en la pseudo izquierda que le hacía creer que participar de un evento pseudo cultural masivo lo hacía formar parte de la élite intelectual como un concierto de trova en el zócalo de la ciudad de México. Puro marketing.

Todas esas personas manipuladas que comenzaron a creerse «gente bien» se hicieron amigos de otros similares, así pues, podemos ver a familias enteras salir vestidas deportivamente en domingo con señoras muy maquilladas y con supuestas joyas usando pants de imitación que en el culo dicen «bebe» y mostrando vasos de Starbucks con un frapuchino; el fin de semana esas personas pasan de ser simples burócratas sindicalizados o ambulantes a pasear como las clases «elegantes». Pura ficción.

A esa masa vacía no le dijeron que para mostrar su alto nivel social deberían educarse también, pero eso no importa, lo importante es que haya apariencias que generen estrés por ser imagen de bien y no personas de bien. Tampoco les dijeron que los niños malcriados se convierten en un dolor de huevos para sus familias y que rara vez alcanzan estabilidad como seres humanos.

Cuando el choque con la realidad frenaba a los aspiracionistas éstos comenzaron a repudiar a las clases aristócratas y alegaron con referencias de personajes ignorantes, miserables y MUY orgullosos que «es mejor ser pobre pero honrado», los wannabes jamás se plantean imitar a las grandes estrellas con papeles de carácter sino lo contrario cuando exhiben su profundo resentimiento social.

A la llegada de las redes sociales el imperio wannabe creció exponencialmente, la necesidad de ser aceptado y verse como «gente bien» inundó facebook o instagram con fotos de cenas «elegantes» de Navidad en donde no se mostraban más que caricaturezcas mesas con coca colas de 2 litros, mantelería digna de cómics y vasos rojos de plástico, las selfies abundaron también con rostros muy maquillados o con personas donde presumían la grandiosidad de fiestas familiares entre muros de ladrillo gris sin yeso ni pintura, se acompañaron de fotos de gente a la que llamaban guapa por el uso de ropa muy ajustada ¿recuerdan la invasión de fotos de mujeres «luchonas» y»guerreras»? Bien, ya van captando el fondo de lo que les hablo.

Cuando pensamos que los wannabes no podían superarse llegaron los villamelones de la izquierda y la lucha anti comunista al mismo tiempo, ninguno sin leer libros, nadie con capacidad de pensar, se colocaron en posición de batalla ideológica sin tener alguna, todos queriendo mostrarse como buenos exhibiendo alusiones religiosas sin darse cuenta que todos son conservadores con la diferencia que los supuestos izquierdistas se pavonean con frases del Ché o Fidel Castro pero enseguida publican imágenes de la Guadalupana por la ignorancia que poseen al no reconocer que los regímenes comunistas son ateístas, pero eso sí, dando like o retuiteo a supuestos reivindicadores de la información del pueblo y para el pueblo. Es decir, creen que aparentar militancia ideológica los convierte en intelectuales y merecen ser aceptados. Algunos se atreven a llamarse agnósticos al no tener el valor de lanzar a los dioses fuera de sus vidas. No pueden hacerlo, son gente cobarde.

Los payasos del circo informativo que son wannabes y villamelones reforzaron la manipulación neoliberal de igualdad e izquierdismo y derechismo de tercera categoría, no entendieron que el usar palabras altisonantes para llamar al despertar democrático era democratización del lenguaje pero ellos creyeron que fue la manera de reivindicar el poder sociopolítico, como si mentar la madre a un político equivaliera a «decirle sus verdades» en lugar de llevarlos a juicio y meterlos a la cárcel, nuevamente el neoliberalismo los usa a su beneficio de impunidad en el robo y corrupción.

El neoliberalismo apoya lo políticamente correcto, al naco no hay que llamarle naco porque eso discrimina como si el ser naco fuera un asunto sociopolítico cuando es en realidad un uso del lenguaje sobre el «pelado mexicano» del que habla Samuel Ramos en «El perfil del hombre y la cultura en México», es el proto ciudadano señalado por Antaki en «El pueblo que no quería crecer» como el que rechaza a la razón y a la inteligencia, pero con la reivindicación del neoliberalismo populista los nacos podían llegar al poder aunque no tuvieran en su mente más que narraciones de libros de autoayuda o «el libro vaquero» o por haber estudiado en la UNAM y que por ósmosis al pisar el pasto de «las islas» de la Casa de Estudios y quemar mota en ese lugar se harían doctos. Pura pantomima mamarrachalera.

El neoliberalismo al jugar con los términos le hizo creer a los neo burgueses o profesionistas salidos de las universidades públicas que ellos eran proletariado pero que no era problema porque al final estaban invitados también al festín de las apariencias y había que terminar con el uso de las palabras que pudieran cuestionar el papel socioeconómico y sociocultural de las personas.

En medio del caos causado por la ignorancia que llenó las redes sociales vino algo que las élites pudieron ocupar otra vez : la pandemia del C19; esto ha sido clave porque los wannabes ya eran maltratados porque se les exhibía en su necesidad de auto aceptación y reconocimiento social, porque las selfies, el querer presumir viajes o reuniones familiares y solo mostrar su infelicidad y necesidad de ocupar un espacio relevante, aunque fuera momentáneo y en la imaginación, los estaba haciendo polvo. Así que generaron una etapa fascista de primer nivel, la creación de la gendarmería inquisitorial de las redes.

Ya como gobierno no necesitas ahora policías, con hacerle creer a algunos que saben más sobre la pandemia ellos se encargarían de promover el orden totalitario cargado de odio en donde incluso presionarían a las autoridades locales a seguir el modelo de control poblacional chino, al final al neoliberalismo no le importa si fructifican sus resultados en el neo comunismo chino o en Estados Unidos o el neo zarismo ruso, le importa hacer dinero.

Así pues el ejército de wannabes y resentidos sociales pueden ser por primera vez en sus patéticas existencias «autoridades morales» aunque hayan mal acabado la primaria y no sepan la diferencia entre baya y vaya, lo importante es decir al que no se pone una mascarilla que es un peligro, al que sale a la calle que es irresponsable, mejor aún, pueden señalar al vecino que envidian con la policía porque hizo una reunión y los algoritmos de las redes les catapultarán esos mensajes porque gracias a ese reforzamiento de psicosis por el miedo a un virus que no ha generado pandemia alguna, más que en los medios de comunicación, debido a que las plataformas tecnológicas son empresas a las que les conviene tener a la gente conectada a las apps, eso es hacer dinero y no vaciladas. Entre más tiempo esté la gente encerrada más ganancias para las grandes corporaciones.

Hay otros wannabes que en su mediocridad y pese haber estudiado en escuelas de renombre se integraron a la masa idiota al abandonar los hábitos de lectura y el cuestionamiento. Los coptó lo barato para la mente, dejaron de ir a museos y se olvidaron de que mantenerse en el pensamiento crítico es lo que los diferencia de los públicos estupidizados por los media. Les ganó la necesidad de reconocimiento, de formar parte de un grupo. Es que las carencias emocionales son clave fundamental en la manipulación de masas.

Gracias a este evolucionado trabajo de manipulación informativa y de la realidad la percepción se convirtió en el nuevo culto, así pues el neoliberalismo acabó con la lucha de clases y con la necesidad de aprender a aprender, solo aparentar capacidad económica e intelectual la vida sería feliz para muchos y si se llegaran a sentir mal podrían consultar a los terapeutas del pensamiento único y pagar por coaching de vida en donde un wannabe le hace creer a otro que ambos están bien mientras escriben en un cuaderno mil veces la frase «merezco abundancia».

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