Diatriba contra la vida casi perfecta.

Gracias a Dios, he sido muy bendecido; puedo decir que mi vida es casi perfecta.
Por cierto ¿Qué hace una vida casi perfecta?;¿la apariencia, la salud? ¿Tener esposa e hijos? ¿No pagar renta, vivir en casa propia? ¿Tener posesiones, tiempos compartidos?  ¿Tener educación, título universitario? ¿Llevar mi propio negocio?


Pudiera ser. De hecho, así lo entendemos ya que felicitamos a los que tienen por ejemplo a un hijo doctor o una hermosa mansión.
Así pues, una vida casi perfecta es motivo para dar gracias a Dios; aunque realmente no tenga que ver con El.


Ya que, si adoleciera de alguno de los estados enlistados arribita, por estar qué se yo: enfermo, divorciado, con hijos problemáticos, sin posesiones materiales, endeudado, con pereza intelectual, sin negocio propio, asqueado de mi trabajo o desempleado; en una frase: bien cerca de tener una vida remotamente perfecta seria no por las innumerables circunstancias que tienen a uno atrapado, sino porque Dios no me hubiera bendecido.


Lo que nos daría una perspectiva de nuestro Omnipotente Creador muy humana y precaria ya que le atribuiríamos favoritos y relegados.
Va pues, si tu vida es casi perfecta y vas a jugar golf al Campestre, no podrás seguir el resto de esta elucubración, porque no te identificas con los «perdedores” es más; no sigas leyendo, ándate y dilata otras vidas con tu “armonía”, sin olvidar pavonearte dando gracias por la “predilección de Dios.”
Pero si tu existencia no entra en los colores pasteles y amenos de la óptica social preestablecida; te invito a beber el coctelito de realidad que te preparare. 


Quién quita y al final admitas conmigo, que después de todo, no importa tener  “vidas casi perfectas», sino tener la oportunidad de que nuestros ojos perciban la luz por la mañana y nos encontramos un día más respirando, con la posibilidad de afanarnos en las circunstancias que nos tocan.


Nos concibieron y nacimos, nos nombraron y cuando empezamos a tener conciencia de nosotros mismo ya estábamos enfilados en cierta dirección, con lengua, cultura y cierta manera de pensar. Uno pudiera pensar que lo único que habría que hacer es contentarse con su destino. Más aún, se nos aseguró que de hacerlo tendremos vidas casi perfectas. Es un buen prospecto ¿Qué no?


Patrañas, peligrosas indicaciones son estas, por eso cuando no tenemos vidas casi perfectas nos sentimos tan miserables.


De manera que, alma perdida, de colores turbios y ríspidos contornos me dirijo
a ti, que tienes tu historia desigual que no embona con marcos geométricos,  
a ti, que no has sido elegido porque había mejores que tú,
a ti, ofuscado por tus propias limitaciones incapaz de valerte por ti mismo,
a ti, que tomaste decisiones estúpidas que dieron al traste esperanzas,
a ti, que equivocaste supinamente el rumbo y nunca quisiste reconocerlo,
a ti, que te dejaste atrapar por los vicios sin medir las consecuencias,


Me dirijo a ti, para nulificar tu posible envidia por las circunstancias de vida de otros, para reconocerte como ser humano que no necesita justificarse por la forma en que se ha desarrollado en su paso por la tierra; simplemente me dirijo a ti para ponderar que existes. Mañana será otro día.


Después de todo si buscas una vida casi perfecta, debes saber que no estará exenta de errores; pero perfectamente vivirá el que sepa cómo lidiar con las consecuencias de los mismos.

El Manco del Cerebro

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *