¿Dónde quedó aquel que fui?

Es que lo que yo quiero es volver a ser como era, feliz, lleno de energía, motivado le dije a la terapeuta.

Lo primero que debes entender es que no vas a volver a ser el que eras, respondió.

Aún sigo sin entender cómo es que pese a terapias, medicamentos, echar pa’lante estudiando más y otros temas a los habituales, salir a besar lobos, gozar de los calores de los cuerpos desnudos, asistir a teatro o cine, contar chistes, salir a bailar, escuchar música, leer y escribir poesía, disciplinarme al trabajo, ir al gimnasio, tener mascota, ir a masaje cada diez días, comprar gustitos, ilusionarme con sujetos queribles y hacer latir mi corazón con el servicio a los demás no regreso a ser el que fui.

Un duelo, duro, traumático, culero, parece que es más que lo que las ciencias y las filosofías dicen, parece que el duelo te impregna cada célula y te echa abajo aunque tu mente luche para salir del mismo. 

Un duelo es algo que superas en tus ideas pero parece que las neuronas y dendritas se hubieran dañado y no obedecen a la consciencia, como si el organismo necesitara tiempo para sobre ponerse, como si valiera madre lo que has aprendido y el esfuerzo que haces por moverte. No está fácil, en teoría es simple, no es así.

Desconozco cuál sería el mejor camino para volver a sentir que el alma ha vuelto a encarnar pero parece que ello no sucederá de nuevo, parece que la melancolía estará para siempre y quien se acerque a ti y quiera amarte deberá entender que tiene lo que es el hoy un tipo con brillos, grises y negros y no aquel animoso luminoso y dorado que fuiste, parece que esa persona que quiera amarte deberá entender que lo que le toca es una realidad en donde ya no hay pasiones ni expectativas que mueven a suspirar.

Por ahora a estimular el timo, no sé cómo, pero habrá que hacerlo, por sobrevivencia.

¿Cómo es que a veces se puede tanto y a veces ya no quieres poder nada?

La vida y sus miles de misterios en el jardín de lo absurdo.

Los duelos más difíciles son dos: la pérdida de hijos y la pérdida de pareja, mi caso es el segundo. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *