El café nos une.
Es evidente que en las cafeterías siempre se ha reunido todo tipo de gente, conviviendo, debatiendo, construyendo mundos, no pasa en compañías como Starbucks en donde no importas como persona sino como dólares. Pero en el resto la vida de barrio es posible.
Por encima de religiones -menos los mormones que siguen con su esquizofrenia anti cafeína- todos bebemos café y adoramos el efecto del dios cafeína, lo mismo pasa con la políticas y sus filosofías e ideologías; la taza de café pasa por encima de los colores raciales, los géneros, las edades, el café simplemente nos une.
Ahora que viene el 2024 es hora de que aprendamos a tomar café y a discutir son odiarnos, podemos no estar de acuerdo de entrada con alguien pero a medida que damos sorbos de la bebida la lucidez nos debe hacer llegar a las coincidencias. De ahí partimos a defender repúblicas y democracias, la libertad de las ideas y de expresión, la libertad de pensar y de Ser.
Hagamos del café un ritual de encuentro en nuestras diferencias y atrevámonos a llegar a acuerdos para avanzar por nuestro mundo, uno que merece estar en paz y lleno de justicia. El café, es el arma más poderosa de la inteligencia y la libertad, el café nos une.