Le Bain

Nice Club

Joaquín llegó a las 5 de la tarde al vapor, llevaba una mochila de color azul marino con amarillo, tenía ya 45 minutos de recorrido en la ciudad para poder llegar a los Finisterre. Siempre visita esos baños por el tipo de gente, es quizás el costo del lugar lo que filtra los visitantes.

Pagó su boleto, entró por el largo pasillo para abrir las puertas interiores y ver tres sujetos desnudos de unos 50 años platicando mientras bebían un preparado de squirt que se mezclaban con los empleados vestidos de blanco.

Subió las escaleras y vio a Juancho, el empleado achacalado que siempre le asignaba vestidor de inmediato pese a que hubiera otros en espera porque a los que ya son clientes regulares se les trata con privilegios, a menos de que haya quien dé propinas buenas.

Apenas estaba por entrar al vestidor y ya había miradas siguiéndolo y bocas que enseñaban la lengua ofreciendo diversión. Pero ninguno de esos le gusta a Joaquín, quizás le agrada Pepe, el chacal que se encuentra siempre en los baños, pero es muy bajito, apenas debe medir un metro cincuenta. Quizás está marcado y es moreno, como le gustan en mayoría, pero es muy chaparro y para colmo después de alguna actividad con él decidió que no lo haría más.

Joaquín se desnuda y mete sus pies en las chanclas, se amarra la tela a la cintura como especie de toalla y toma su estuche negro y pequeño en el que lleva un rastrillo, un jabón y 10 condones. Más vale que sobren a que falten.

Desciende por las escaleras mientras Raúl, el venezolano negro que también va seguido le toca el abdomen, se saludan sonriendo y dicen que se verán adentro.

Al entrar a área de baños pasa la puerta para caminar en el pasillo que te ofrece a la derecha el turco y a la izquierda el vapor, de frente están las regaderas y la zona de masajistas. Al chocar con pared y a la izquierda se encuentra un pequeño salón, muy pequeño, es un baño turco en el que se meten todos los que pueden para desnudarse y coger en orgía apretada en donde no hay condones pero si lenguas, culos, manos, labios, saliva y semen.

Joaquín siempre entra al vapor primero, observa con detenimiento y de ahí da una vuelta por el baño turco grande que tiene dos salones, uno menos caliente que el otro para recorrer las regaderas y echa ojo en el cuartito del fondo que es de ahí donde sale un pasillo más a otros vestidores. Después de su putivuelta no ve nada que le agrade así que se recarga en el pasillo de salida del cuartito.

Ve pasar morenos, blancos, peludos, lampiños, musculosos, osos, torcidas, chacales y bonitos, rara vez hay guapos, Joaquín es la joya de la corona, casi siempre es el único guapo así que le toca escoger para coger.

Esta tarde Joaquín está un tanto aburrido hasta que un hombre de 1.90 de color apiñonado y de cejas pobladas lo ve y le sonríe y al ir hacia el cuarto del fondo le saluda, enseguida él dice hola. El sujeto se detiene, es seguro de sí.

Comienzan a charlar mientras Joaquín elude todas las preguntas, él no va a socializar, no es bar –se dice-; el alto sujeto se presenta, se llama Nico. Él le dice su nombre y se sonríen. Pasan los minutos y el frío comienza a hacerse presente al no estar en movimiento ni en el interior de los baños así que la conversación resulta un poco tediosa.

En un momento determinado Nico se comienza a despedir con frases como “qué bien conocerte aquí” ¿qué harás al rato?” y Joaquín toma el control con sus palabras que son directas… vamos a tu vestidor ¿no?

Nico se queda un poco impresionado porque el cazador resultó cazado. Le responde  a Joaquín “si tú quieres”. Así que enseguida ambos caminan al vestidor.

Entrando a la micro habitación Nico se desnuda y sienta ansiosamente, Joaquín se para frente a él y se quita la toalla de tela y Nico de inmediato le toma las nalgas con lujuria y se introduce el pene del muchacho y logra decir justo antes… lo tienes precioso.

Entre besos, lengüetazos, caricias Nico voltea a Joaquín contra la pared y abriéndole las nalgas comienza a chuparle el culo y le masturba con su mano ensalivada.

El calor aumenta, la pasión quiere derretir los azulejos y despacio Nico mueve el sillón cama del vestidor para dejarlo justo en el medio. Se acuesta, abre las piernas y las levanta incitando a Joaquín a lamerle el culo.

Jadeos, suspiros, inhalaciones profundas y gemiditos salen del vestidor que suda en sus paredes. Joaquín se prepara, ensaliva a Nico e introduce la verga dejando al gigante individuo en silencio mientras su rostro se pone rojo y se oye una voz suave que dice “despacio” y que al cabo de un minuto cambia la frase por un “estás hasta dentro papá, dale duro”.

El bombeo de Joaquín es famoso, en los Finisterre todos lo recomiendan como activo y también algunos, muy pocos, hablan de que es un espectacular pasivo capaz de estar parado echando el culo hacia atrás y cuando siente el pene del que lo coge hasta dentro levanta los pies quedando en puntitas para que le lleguen los huevos a la entrada del culo mientras sus amantes se sienten en la gloria.

Después de estar dándole a Nico unos minutos Joaquín saca la verga y se quita el condón y le ofrece a su amante otro. Así que de inmediato el que estaba acostado boca arriba se levanta para que el otro hombre se ponga en cuatro patas dilatando el culo al máximo, Nico le gustó a Joaquín, sino no lo dejaría entrar.

Nicolás está temblando ¿es un sueño lo que está pasando? Mete su muy grueso pene con facilidad y cuando está hasta dentro siente como hay espasmos de apretamiento y relajación anal. Se fascina y de inmediato se viene y besa la espalda de Joaquín que ahora se levanta y echando a Nico al sillón se comienza a masturbar para expulsar su leche caliente en el pecho del hombre que lo observa como a dios y aún con  la mirada sumamente atenta recibe un pequeño beso en la boca.

Joaquín se amarra la toalla a la cintura de nuevo, guiñe a Nico y le dice adiós saliendo por la puerta mientras varios jóvenes delgados y excitados le sonríen esperando un poco de sexo que por hoy no recibirán del efebo que se irá a duchar para vestirse luego y regresar a casa en donde sólo hay grabaciones telefónicas esperándolo y en las que se escucha a Pedro, Toño, Lalo, Luis, Armando, Manuel, Axel y Salvador que quieren dormir con él… cosa que tampoco ocurrirá porque Joaquín prefiere mil lechazos con desconocidos que un constante orgasmo con un alguien que podría enamorarse de él y atarlo.

Saint Club

Simón acude regularmente a darse un vaporazo, de esos en que puede estar desnudo y tocando cualquier cantidad de cuerpos sin problema.

Esta mañana antes de ir a trabajar pasa a la Basílica de Guadalupe a orar por su empleo que está en crisis debido a que el jefe lo presiona para tener relaciones sexuales con él o lo echará a la calle.

Unas cuadras antes del templo Simón se baja del micro para darse un baño en los Guadalupe en donde lo que más hay son policías, soldados y agentes de tránsito disfrutando de los placeres del recinto.

Atraviesa el esbelto pasillo y la nave se abre para mostrar dos pisos de vestidores y de los cuales prefiere de la planta alta en un espacio general de gabinetes.

Ya desnudo y con la toalla de tela en el hombro y enchanclado se dirige al vapor general atravesando el área de regaderas.

Cuando Simón abre la puerta logra ver a un enorme hombre dándose sentones sobre un tipo moreno y peludo. El pasivo tiene toda la apariencia de policía y eso excita a Simón.

Se queda observando mientras su pene se yergue medio mostrando su glande porque su prepucio le impide enseñar todo lo que a muchos les gusta ver, tocar, chupar, besar.

Sentado junto a los amantes está un tipo joven, guapo, todo lindo, con poco pelo pero que muestra su masculinidad a través de una barba de candado bien cuidada y su virilidad a través de un pene enorme que masturba y del cual quita el líquido pre eyaculatorio con un dedo que se lleva a la boca como degustándose.

Los ojos de Simón se hacen enormes y camina hacia el niño bonito que de inmediato se levanta y besa desenfrenadamente a quien lo busca dándole a la nariz un jalón de popper que casi lo tumba.

Con calor, intensidad y con nada de conciencia que pareciera huyó del recinto por miedo a ser violado Simón jadea al oído del amante su nombre y éste responde que se llama Luis y con ello dejando la boca abierta lleva su mano a su lengua para llenarla de saliva y embarrarle el culo a modo de lubricante al amante que se voltea dándole la espalda y las nalgas.

Con fuerza Luis da jalones al popper y se introduce de un solo golpe, viniéndose con furia. Enseguida le pide a Simón que ahora sea él quien se la meta, hecho que por calentura se da sin ninguna clase de lubricación logrando de inmediato una eyaculación que los deja a ambos agotados y mareados.

El popper, las eyaculaciones, los hacen sentarse y besarse con  locura mientras se dan jalones excitantes de pelo y permanecen observándose unos segundos para salir a las duchas.

Ya bajo las regaderas Simón le pregunta a Luis de dónde viene. Éste responde que de Jalapa y que viene a una peregrinación pero que él pasó antes a los baños porque necesitaba refrescarse.

“¿A qué te dedicas?” le cuestiona Simón. “Soy sacerdote” responde un Luis apurado que sale de las duchas diciendo “luego nos vemos”

Simón le responde: te veo allá. Yo voy a ver también a la Virgen.

El Circo.

A unos pasos de Bellas Artes se dan entre paredes de azulejos otras expresiones culturales en donde vestidas se desvisten, las torcidas muestran lo que tienen erecto, los osos se convierten en corderos, los musculosos en tiernos niños y los guapos en dioses.

Ahí es a donde le gusta ir a César y Pancho. Un par de amigos que andan en las mismas andadas sexuales desde que tenían 15 años. Entre ellos ha pasado de todo y se han cogido en grupo lo que han querido. Los dos son bellos y con ello en el templo gay de la oscuridad son reyes.

Al llegar a los Mina César y Pancho suben las escaleras y reciben su vestidor de siempre. Sólo toman uno, todo lo comparten y ya desnudos muestran sus tatuajes a toda la gloriosa fauna del lugar. Ellos prefieren jóvenes y delgados pero ya a la hora de estar en pelotas permiten que quien sea los toque y mame y con ello el espectáculo.

La pareja de cómplices sexuales entra al vapor general y se quitan la tela recargándose en un muro mientras se masturban y besan incitando a todos los presentes a desinhibirse y calentarse. El efecto es inmediato, un chacalito se levanta y camina hacia ellos inclinándose para chupar ambas vergas como si fueran paletas de dulce. Los mirones comienzan a jalársela y a acariciarse entre ellos hasta que un hombre mayor enseña el

culo a un jovencito que apenas debió cumplir 18 años y que sin condón lo penetra ante los ojos atónitos de todos los clientes del local. A los cinco minutos una enorme orgía de doce sujetos comienza indiscriminadamente a ejercer el pecado de la lujuria sin ningún arrepentimiento o duda y de pronto cuando el tumulto aparenta ser una encuentro de cruzados a espadazos entra Joshua. El streeper más hermoso del Tom´s y al observar todo el espectáculo elige acercarse a

César y Pancho pidiendo exclusividad y en la selva del sexo el más fuerte y atractivo manda.

Joshua mete a César y a Pancho al area de masajes, al fondo del establecimiento y los acuesta uno encima del otro para que se hagan un 69 mientras él les muestra su pene de 25 centímetros para que se lo chupen. Los curiosos se apiñan en la puerta para tener lugar aunque sea en gayola.

Ahora Joshua les pide que estén besándose frontalmente para que él les acaricie los culos y las vergas y les unta lubricante. Abajo está César al cual se le levantan las piernas para que muestre le entrada al destino del que es el hijo de Gilgamesh que estará a escasos diez centímetros del culo de Pancho y colocándose un condón Joshua penetra a uno y a otro de manera indiscriminada y pareja.

Los mirones comienzan a venirse y a embarrase de manera masiva en la puerta y alrededor de la cama de masajes y uno de ellos les ha puesto a la pareja de amigos su pene para que se lo mamen mientras son poseídos hasta que revienta llenándoles las bocas con semen fresco, nuestro amigable y servicial sujeto es el jovencito que se estaba cogiendo al hombre mayor minutos antes.

En un momento de silencio en el que todos los gemidos y jadeos del grupo acallaron Joshua se quita el condón y arroja su leche en los culos de Pancho y César mientras un oso lo abraza por la espalda y le pellizca las tetillas.

Tras la incorporación de todos y con muchos caminando a las regaderas Joshua se limpia la mano llena de semén en la boca de un chacal y se va a dar un baño veloz para salir sin decir nada mientras César y Pancho se miran a los ojos y al mismo tiempo dicen: “nos quedamos otro rato ¿no?” ambos ríen y se vuelven a meter al vapor general. A lo mejor llega alguien más.

Manuel García Estrada, el hijo del rayo.

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