López Portillo – Obrador. Mitin del ayer.

Se reunió en un solo espíritu el ex presidente López Portillo con el de López Obrador, se juntaron, se dieron calor en sus corazones y neuronas para generar un espacio tiempo del ayer, así, en plena plaza mayor, en el zócalo, lo que fue el PRI y lo que es ahora: morena, se arrejuntaron para decirle al mundo que ellos no quieren que México avance, para gritar que odian el desarrollo, que están cómodos en la mediocridad y siguen creyendo que los gobiernos se construyen lamiendo huevos.

El nefasto discurso obradorista, la quema de la efigie burlona de la ministra Piña, los acarreados a diestra y siniestras y las burlas de las clases medias sobre los que se creen salvadores de la patria dejaron al 18 de marzo como pitorreo de un circo lleno de najayotes encabezados por el diputado changoleón y la aspirante a cabaratera barata María Clemente, todo fue un muégano de complejas chaquetas mentales con eufóricos y alucinados sujetos que quieren ser candidatos a lo que sea pero quieren serlo porque aspiran a ROBAR, SAQUEAR, ejercer el poder con despotismo.

Ahí estaba el estúpido chachalaco de Mario Delgado, visto en un videos días antes en estado no muy saludable gritando la letra de Timbiriche, como si fuera un adolescente que nos dejó ver que su nivel de madurez equivale a ser un wannabe de mirrey. Pobre, su clase no le da para aspirar a ser junior de escula popoff con machismo y patanería con apellidos rimbombantes. Marchó la acomplejada Citlali con el ejército de freaks ideológicos que solo saben repetir mensajes de propaganda. Fue grotesco.

Hubo quien ofreció paz, Monreal, que anduvo ahí pero que evidentemente no mostró músculo, él no se desgasta frente al Nefastófeles de Gobernación, a la deplorable señora de las amarguras ni al que cree que sigue teniendo el efecto del 2012. La realidad es que fuera del senador las corcholatas volvieron a mostrar su grado nulo de operación política ya que quien apretó con todo fue el presidente que a través de sus beneficiados de BIENESTAR medio llenó la plaza entre corrales de ciudadanos de 1a y 2a clase, no fue la primera vez que vimos a Obrador hacer eso, desde su cierre de campaña en el Azteca se notó su discriminación a la masa, al solovino.

Triste queda en el recuerdo el absoluto grito de desesperación de un presidente que ha jodido cuanto puede y lo seguirá haciendo hasta que se largue a su rancho.

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