Sobre lecturas de fantasía y superación personal: El diluvio
La biblia.
Este libro que es un conglomerado de cuentos llenos de supersticiones, historias de odio, amor, venganza y terrorismo es el más leído del mundo o al menos el más impreso y distribuido porque no está garantizada su lectura, mucho menos por los católicos que no necesitan leer para creer.
Esta antología de narraciones que nacieron en un imaginario de hace 2 mil años se basa en cuentos que recorrían al Medio Oriente desde tiempo atrás, hay en este libro hermosas conversaciones entre personajes ficticios que hablan con una figura paranormal que denominan Yhavé, Jehová o dios y que en algunos capítulos más “modernos” consideran padre de un sujeto llamado Jesús que según el texto bíblico era un Cristo, es decir, un iluminado o como dirían en Asia, un Buda.
Hay mucha gente que cree que lo que dice en la biblia realmente pasó y tomaré solo unos ejemplos para demostrar como todo eso es mentira y está al servicio de los intereses de ciertos grupos de poder que a través de la religión se hace multimillonarios.
De niños se nos enseña a temer, a vivir en el miedo, y una narración que aparentemente es inocente nos lo muestra, la que habla del diluvio.
En el pasaje sobre el diluvio se dice que un sujeto llamado Noé fue avisado por “dios” de que habría una gran inundación y debía de hacer una barca en donde llevaría a los que había decidido salvar, recuerden que “dios” todo lo tiene perfectamente elaborado aunque sea este juego perverso sádico de amenazas de muerte, y le dijo que debía llevar una pareja de cada animal para repoblar la Tierra con esas creaturas salvadas.
Lo cierto es que si traemos la narración a la realidad nos daremos cuenta que era imposible guardar en un barcote a las 2, 150,000,000 parejas de cada especie, contando que estamos sólo a las que existen hoy en día, 1,075,000,000 especies. Además cómo es que los animales sobrevivirían después en la Tierra porque entendemos que a lo mejor los humanos podrían comer carne pero los animales herbívoros no. Así que esas creaturas debían esperar a que las plantas crecieran para poderse alimentar.
Lo más interesante de todo este cuento absurdo es que hay amenazas de muerte por parte de “dios” para los habitantes de la Tierra que no hacen lo que él quiere u ordena y eso es muy extraño porque al ser todopoderoso debería al menos si no obligar al menos persuadir a las personas para que obedecieran sin chistar porque ¿cómo vas a matar a todos sino has hablado con ellos? ¿Cómo es posible que siendo “dios” no los convenciera? ¿Cómo es que conociendo toda la tecnología actual desde aquel entonces “dios” no hubiera ofrecido a los humanos de hace miles de años los espectaculares, la lectura, la radio, lo que fuera para comunicar masivamente sus órdenes y planes? Qué extraño “dios” que conociendo todo el pasado, presente y futuro sea incapaz de comunicarse con las masas que en aquel entonces eran muchos menos grandes que las de hoy.
Ese “dios” además de todo es un violador de derechos humanos, él determinó aplicar pena capital sin derecho a juicio o qué, ¿el juicio iba a ser en el cielo, no? Que burocrático nos salió ese “dios”.
Lo cierto es que con esa historia se les dice a los niños que deben obedecer los designios de ese “dios” que por cierto sigue sin hablar con las masas y se sigue presentando como luz y voces paranormales a gente muy ignorante que imagina cosas. Así pues con este cuento se atemoriza a los niños y se brinda a los adultos el poder de mandar a las creaturas y las coloca en un peligro brutal, muchos curas y monjas deciden que tener sexo con los infantes es parte del plan divino, según les dicen, y que si no hacen lo que ellos dicen “dios” podría enojarse… y ya sabemos que eso significaría o el infierno o el diluvio otra vez.
Noé, para colmo, es el nombre que le pusieron los judíos al protagonista de la historia sumeria que circulaba
entre el Tigris y el Éufrates, actual Irak, y que de manera original llamaron Utnapishtim.
Lo rescatable es narrar estas historias como cuentos, hacer que los niños canten enumerando a las especies que conozcan o tratando de imitar a un león o a un elefante o llama en una coreografía, más allá de eso hacerle creer a un infante que si no obedece podría hasta morir es cruel, bajo, ruin y digno de la mente totalitarista.