Sueños cautivos.

Viajo por Dundas Street caminando hacia las razas que inundan los templos y escuelas en donde una gran nación se levanta en silencio, callada, es la ciudad del mañana.

Nunca he creído que las sensaciones me agobian, son mis sueños los que me acosan recordando las maravillas de York Ville y de Harbourfront cuando tomando café vi despegar a los países de todo el planeta en una sola aldea de conversaciones similares en donde el amor es la preocupación primera de quienes son de un creo o de otro.

Envuelvo con almohadas mi cabeza mientras la nieva se derrite permitiendo a los maples sudar en primavera cuando recorro hacia el centro mi camino en la que una mujer chofer canta una hermosa balada que con aplausos sus fans le demostramos que la vida es alegría con canción de una jornada.

En el entramado de neuronas trabajando con mis párpados cerrados observo a la nación hippie siendo realidad cada día. Desciendo del piso 17 para llegar a los jardines que en Windfor Hights y llego al río en donde los mapaches, los patos y los gansos bailan juntos al oír el paso del tren que me permite casi tocarlo en el medio del puente río abajo.

Manuel García Estrada, el hijo del rayo.

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